20 años después

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Como es bien sabido Colombia adquirió el compromiso de reducir sus emisiones de GEI en un 51% hacia el 2030, pasando de 258 MMT de CO2 equivalente a 169 MMT. El aporte de los biocombustibles para alcanzar esta meta es muy significativo, pues se estima en 2.5 millones de toneladas de CO2 y 13 toneladas de material particulado anualmente la reducción de tales emisiones.


Por: Amylkar Acosta

Se cumplen 20 años de vigencia de la Ley 693 del 19 de septiembre de 2001, de mi autoría, mediante la cual se decretó la obligación de mezclar un porcentaje de etanol con la gasolina en todo el territorio nacional, ocasión propicia para volver sobre la motivación y los beneficios que le ha venido reportando al país desde el año 2005. Desde entonces no hemos hecho más que ejercer la paternidad responsable de la Ley.  

Tres años después fue expedida la Ley 939 de 2004, complementaria de la anterior, que obliga la mezcla de un porcentaje de aceite al diésel. Mientras la mezcla de etanol se puso en marcha a partir del 2005, el biodiesel en 2008. El propósito de estas dos leyes es múltiple: con la mezcla de los biocombustibles se ha contribuido a la seguridad energética, se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero y se ha venido ampliando la frontera agrícola.

En efecto, gracias a la mezcla del 10% de etanol y 12% de biodiesel, respectivamente, se reduce el consumo de 54.667 barriles/día de gasolina y ACPM. De no contar con los biocombustibles habría sido mucho mayor el volumen de combustibles importados, afectando de paso la Balanza comercial del país. 

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En el entendido que, como lo sostiene el Director de la Agencia Internacional de Energía Fatih Birol, “la demanda de petróleo se aplicará después del año 2030”, contribuyendo como el que más a las concentraciones en la atmósfera de los GEI, es urgente mejorar la calidad de los combustibles derivados del mismo y es lo que se logra con la mezcla. 

Ello es tanto más apremiante, habida cuenta que, según el reciente Informe de Políticas energéticas de la Universidad de Chicago, Colombia se cuenta entre los países en donde “las concentraciones de partículas contaminantes son de 2 a 3 veces mayores que las recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS)”. Según dicho Informe, Bogotá y Medellín, particularmente, ven reducida en dos años la expectativa de vida de su población a consecuencia de los altos niveles de contaminación, a causa “principalmente de las emisiones de los vehículos”. 

Como es bien sabido Colombia adquirió el compromiso de reducir sus emisiones de GEI en un 51% hacia el 2030, pasando de 258 MMT de CO2 equivalente a 169 MMT. El aporte de los biocombustibles para alcanzar esta meta es muy significativo, pues se estima en 2.5 millones de toneladas de CO2 y 13 toneladas de material particulado anualmente la reducción de tales emisiones.

Pero como es bien sabido, el etanol y el biodiesel tienen como materia prima la caña de azúcar y la palma de aceite. Su cultivo para proporcionar la materia prima a las plantas que lo producen ha impulsado la ampliación de la frontera agrícola. En efecto, el área sembrada de caña de azúcar y de palma se incrementó en 46.000 hectáreas y 162.000 hectáreas, respectivamente y de contera ha generado 150.072 empleos en toda la cadena.

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