El Índer Envigado cumplió 25 años y los celebrará con la apertura de un nuevo edificio para el personal administrativo. Está construido bajo el concepto de accesibilidad universal y trabajo colaborativo.
Por: Simón Zapata Alzate
Las oficinas del Índer Envigado se encuentran actualmente en los bajos del estadio del polideportivo sur de este municipio. La mayoría de personas tienen pequeños ventiladores en sus puestos de trabajo. Son espacios pequeños y en la tarde les pega el sol de frente.
El 2 de enero del próximo año Doris cumple 25 años trabajando para esta institución. Tiene capul en la frente y un collar con piedras plateadas y de colores. A su lado hay un microondas y una grabadora que llegó con ella, de esas con la que se pueden reproducir CDs.
En ese pequeño espacio también trabajan otras dos personas. Hay una cafetera haciendo lo que le corresponde al otro costado de la oficina y todos están rodeados de estantes con cajas de documentos. Cuando Doris llega en las mañanas tiene que quedarse un momentico a fuera esperando que el aire fluya.
Para Doris, su paso por el Índer Envigado ha sido una experiencia de crecimiento personal y profesional. Primero empezó en el comité municipal de fútbol siendo contratista del municipio por 12 años. Luego le dijeron que fuera a apoyar un par de días a la Secretaría de Deportes de ese entonces porque iban a realizar un torneo panamericano de softbol. Fue en el 97.
Le pidieron que se quedara unos días más porque había sido de mucho apoyo y esos días más se convirtieron en los últimos 25 años. «Yo estuve en todo ese proceso de transformación de la Secretaría de Deportes y el nacimiento del Índer Envigado. Se hizo una convocatoria de carrera administrativa, yo concursé, pasé, y el 2 de enero del 99 me vincularon al instituto», cuenta Doris.
Pasó por varios cargos y oficinas por algunos años hasta que «un día cualquiera» le dijeron que necesitaban un contrato de comodato, de los 100 años en los que el municipio prestó el terreno del polideportivo.
Buscó en todas las oficinas, en los archivos, en los depósitos, hasta que encontró la carpeta que decía «comodatos importantes». Su jefa le dijo que los archivos había que arreglarlos por la norma 594 del 2000 y desde el 2008 está en la oficina de Gestión Documental.
El Índer Envigado era muy pequeño. Doris recuerda que «los deportes macro eran tenis y natación.» Ahora hay más de 40 deportes y la entidad también se ha descentralizado. Se han construido 7 sedes principales y alrededor de 47 placas polideportivas en toda la zona urbana y rural.
Sin embargo, las oficinas administrativas principales no han cambiado en todos estos años: «Este lugar no da abasto. Estamos muy acinados. Es un espacio demasiado reducido.», exclama Doris desconcertada. Por eso, desde que Beatriz Pabón, quien en este momento es Secretaria de Obras Públicas del municipio, fue Gerente General del Índer Envigado, decía: «Dios mío, ¡por Dios! ¿Cómo trabajan ustedes aquí?».
Una de las compañeras de Doris, Luz Stella Díaz, actual secretaría de la gerencia, concuerda con ella: «Tenemos poca ventilación, poca iluminación, mucho calor, mucho ruido.» Además las diferentes oficinas están esparcidas por todo el polideportivo y eso dificulta los procesos internos.
La necesidad de un nuevo espacio para el personal administrativo fue apremiante. El actual gerente general del Índer Envigado, Alejandro Uribe, cuenta que el Alcalde Braulio Espinosa planteó esta nueva edificación en su plan de desarrollo por la evidente necesidad de un espacio con optimas y dignas condiciones para prestar los servicios.
«Más que infraestructura, es un mensaje de dignificación, de funcionalidad y de un concepto de trabajo colaborativo», expresó Alejandro Uribe.
Se escucharon los funcionarios y los líderes de los procesos y se hicieron encuestas. Se puso un tablero donde todos y todas podían escribir cómo se imaginaban el nuevo lugar y toda la información fue atendida por la Empresa de Vivienda y Desarrollo Urbano Rural DEsur y la Secretaría de Obras Públicas.
En temas presupuestales se invirtieron alrededor de 16 mil millones de pesos. Es una obra de 3 niveles que consta de servicios complementarios de salud, un lactario, un auditorio con capacidad de 137 personas, un museo deportivo con unas vitrinas que evocan los logros deportivos de los deportistas envigadeños, un coworking de más de 80 puestos, más los líderes que suman 113 puestos de trabajo colaborativo con espacios para el descanso y la alimentación. «Espacios dignos para el trabajo de funcionarios que por más de 25 años han entregado el servicio a la institución», según Alejandro Uribe.
Actualmente se está en fase de planeación del traslado. El asunto del inmobiliario que no estaba incluido en la obra también se está terminando de organizar junto con la certificación de la fuente de energía. Según Alejandro Uribe fueron entre 500 y 600 millones de pesos que constituyen «un esfuerzo del municipio y el Índer Envigado.» En el cronograma se habla de que el trasteo empezará alrededor de 20 días después de la certificación de todo.
El 2 de enero del próximo año Doris cumplirá la edad para poderse retirar y espera poder disfrutar de este nuevo espacio todavía siendo empleada y posteriormente como usuaria del Índer Envigado.
Luz Stella, Alejandro, Doris y el resto de empleados y empleadas administrativas están alegres y expectantes de poder trabajar en las nuevas instalaciones. Van a poder estar todos y todas en un mismo espacio y los procesos podrán ser más óptimos, ágiles y funcionales.
Con el nuevo edificio «vamos a poder atender la gente en un lugar hermosísimo, cómodo, aireado, con aire acondicionado, con luces, todo va a ser nuevo». Doris concluye con una frase que resumen el sentido del nuevo edificio del Índer Envigado: «Se dignificará el trabajo».
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