¿Incoherencia, ingenuidad o ignorancia sobre la financiación de la educación?

La solución que plantea el Gobierno, muy similar a todas las que sueña ejecutar, pesa por suprimir, acabar, borrar o quitar y crear algo nuevo.

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Viejos refranes populares dicen que lo que funciona no se toca, se mejora, que lo que definitivamente no funciona se suprime y que lo que tiene una gran oportunidad de corregirse, pero tiene unos buenos estamentos, se interviene; pareciera que lo anterior nunca fue escuchado por las actuales cabezas del gobierno nacional.

En virtud de que no solo ha sucedido en el sector educativo del país, sino que también ha sucedido en lo pensional, en salud, en el sector minero energético, etc., parece que la solución más conveniente y expedita según el gobierno es borrar de un plumazo y crear algo nuevo. Queriendo reflejar a los demás: “Todo antes de mí era tinieblas”.

Esto lo decimos con vehemencia porque, vistos los mensajes tanto del presidente Petro como del ministro Daniel Rojas, el segundo, que no se enteraba de que el Icetex sí hacía parte del espectro del Ministerio de Educación, y Petro, que venía ya distanciado de Daniel Rojas recientemente por su inasistencia a un evento público, tampoco se enteró de lo que venía pasando con el Icetex.

Cuando la papa estalla en la mano y no tienen solución porque evidentemente no eran conscientes de lo que estaba pasando, lo primero que se les pasó por la cabeza fue: acabemos el Icetex y creemos un banco.

Este sería el segundo banco que dice el presidente Petro  va a crear. El problema es que ya han pasado dos años y medio de gobierno y ni el primero se ha creado y difícilmente pueda crear este nuevo banco denominado grandilocuente, el banco del saber, y la incoherencia se presenta en el discurso de tanto el ministro como el presidente.

Critican el sistema financiero, critican que se les cobre intereses a los estudiantes por financiar su educación y critican en general el modelo, pero la solución es crear un banco. La pregunta es: ¿qué banco en el mundo funciona, es sostenible, es sólido y es efectivo sin funcionar como un banco?

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Esto es lo que estas dos personas pretenderían; no han explicado cómo y no han explicado cuál va a ser el cambio sustancial frente a lo que se tenía en el Icetex. Primero, habría que decir algo totalmente impopular, pero necesario y responsable: el Estado colombiano, como ningún estado del mundo, debería tener la obligación de regalar los estudios superiores a las personas.

El gobierno debería velar por una educación básica de 0 a grado 11 totalmente gratuita; jamás estaría en discusión eso, pero en lo que concierne a estudios superiores, es hora de que se vuelva a normalizar que en la vida hay que pagar las cosas y que no hay tal cosa como un almuerzo gratis.

Nos hemos acostumbrado a que las nuevas generaciones se han levantado creyendo que tienen derecho a absolutamente todo, que solamente tienen derechos, que no tienen deberes y que, si el Estado no se los da, pues el Estado es un mal Estado y hay que salir a quemar todo.

Cuántas familias pagaron sus estudios básicos y superiores con tantos esfuerzos, con mucho sacrificio, y se formaron, trabajaron y lo pagaron.

Pero ahora, de la nada, el mundo y Colombia le deben todo a las nuevas generaciones, entonces, ¿luego llegarán al punto en que también exijan maestrías y doctorados gratis o financiados con intereses del 0%? No, sencillamente no, eso no se puede permitir, eso no se puede volver un discurso del Estado que no es más que el populismo en su máxima expresión.

Si el Estado colombiano genuinamente quiere hacer algo para que los jóvenes del país estudien donde quieren, que ese es otro punto, no entendemos por qué la animadversión del Estado colombiano con las universidades privadas. Si ellos tienen unas obligaciones, pues con las universidades públicas deberían primero que todo cumplirlas antes de salir a criticar a las privadas.

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Y en una economía de libre mercado como todavía lo es Colombia, aunque sea muy maltrecha y cerrada, el estudiante debería tener la libertad de escoger en donde quiere estudiar, y si el Estado decide, a través de un banco, una cooperativa o una agencia, llámese como se llame, financiar esos estudios, que estaría bien, sería una buena política, como se había venido haciendo con el Icetex.

Con tasas bajas, porque el estado lo puede hacer y teniendo unas líneas de crédito blandas, un proceso de cobranza amistoso. Seguramente sería exitoso y la gente acudiría a esa entidad para financiar sus estudios superiores.

Obviamente algunos dirán, pero es que en Estados Unidos Biden le condonó la deuda a miles de estudiantes. No podemos seguirnos comparando con potencias cuando ni siquiera estamos al nivel de países como Perú o Chile, entonces primero toca bajarnos de esa nube y entender en dónde estamos pisando.

El Banco del Saber no va a solucionar nada, como tampoco lo va a solucionar una entidad nueva. Por cada problema que haya, lo único que se necesita es que se comprenda la naturaleza del asunto que se está tratando, que se cumplan los compromisos que se han pactado con los estudiantes y que el Icetex se convierta en una entidad, en una dependencia o como le quieran llamar, sostenible financieramente, responsable, amiga, no conflictiva.

Creemos que el Gobierno tiene razón en algo: no todo es malo. Deben bajar la tasa de interés, la deben bajar absolutamente, pero jamás, nunca regalar la educación superior. Tiene que ser fruto del esfuerzo de las personas y tiene que ser en compañía de políticas que entiendan los contextos de los jóvenes que quieren estudiar.

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