Petro y la USO chocan por la transición energética en Colombia: ¿quién tiene la razón?

La USO y el presidente Petro chocan por la transición energética en Colombia, en medio de un debate sobre el futuro del petróleo, el gas y la soberanía energética.

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Una nueva controversia se desató entre el Gobierno Nacional y la Unión Sindical Obrera (USO), el principal sindicato de trabajadores del sector petrolero, luego de que el presidente Gustavo Petro calificara a la organización de “negacionista” frente al cambio climático y a la transición energética.

La USO rechazó la etiqueta y presentó sus propios argumentos sobre lo que, en su criterio, significa el verdadero negacionismo en el debate energético colombiano.

La USO rechazó la etiqueta y presentó sus propios argumentos sobre lo que, en su criterio, significa el verdadero negacionismo en el debate energético colombiano.

La discusión surgió en un consejo de ministros donde Petro señaló que el gremio estaba frenando las transformaciones necesarias para enfrentar la crisis climática.

Sin embargo, la USO respondió con un extenso comunicado en redes sociales en el que cuestionó la visión oficial y advirtió sobre los riesgos de debilitar la industria del petróleo y el gas sin una estrategia clara de reemplazo.

El choque entre el Gobierno y el sindicato

Según el pronunciamiento de la USO, negacionismo no es desconocer el cambio climático, sino ignorar que la demanda global de hidrocarburos se mantendrá al menos durante tres décadas más.

El sindicato subrayó que el petróleo y el gas seguirán siendo fuentes fundamentales de energía en el mundo y que Colombia, como productor, no debería renunciar a sus reservas estratégicas en nombre de una transición que aún no ofrece alternativas de abastecimiento permanente.

En la misma línea, la organización afirmó que “la energía más costosa es la que no se produce”, en alusión al impacto económico que tendría depender de importaciones de gas y derivados. Para la USO, este escenario significaría aumentos en las tarifas de energía, especialmente para los hogares de estratos 1, 2 y 3, quienes serían los más golpeados por los costos de importar combustibles.

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Riesgos fiscales y pérdida de soberanía energética

El sindicato también advirtió que debilitar la industria petrolera podría generar un impacto directo en las finanzas del país.

El sector de hidrocarburos ha sido históricamente una de las principales fuentes de ingresos fiscales y de divisas para Colombia. Reducir su papel sin una alternativa sólida aumentaría el déficit fiscal y pondría en riesgo programas sociales que dependen de la renta petrolera.

A lo anterior se suma la preocupación por la soberanía energética. La USO señala que, mientras un yacimiento de gas produce energía de manera constante las 24 horas del día, fuentes renovables como la solar solo generan electricidad en horarios limitados.

Esto, afirman, demuestra que la diversificación de la matriz energética debe ser gradual y no puede plantearse como una sustitución inmediata.

Un debate de fondo: transición sí, pero ¿cómo?

La postura de la USO coincide con las alertas de otros sectores que reconocen la necesidad de avanzar hacia energías limpias, pero piden que se haga con un plan realista.

Expertos consultados por medios especializados han señalado que Colombia aún depende en gran medida de los ingresos petroleros y que la transición energética implica inversiones millonarias, infraestructura tecnológica y tiempo para garantizar que las nuevas fuentes puedan cubrir la demanda nacional.

Además, las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) de Colombia representan una fracción pequeña a nivel global. Según datos oficiales, el país aporta menos del 1 % de las emisiones mundiales.

Para el sindicato, desconocer esta realidad y exigir sacrificios inmediatos a la industria local, mientras las grandes potencias continúan emitiendo masivamente, también es una forma de negacionismo.

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El Gobierno insiste en la transición energética

Pese a los reclamos, el presidente Petro mantiene su posición de que la transición es inaplazable y que Colombia debe liderar un cambio de modelo energético.

El mandatario ha insistido en que el país no puede seguir basando su economía en combustibles fósiles, pues esto incrementa la vulnerabilidad frente a la crisis climática y limita las oportunidades de desarrollo sostenible.

Para el Gobierno, la apuesta es acelerar la inversión en energías renovables, diversificar la matriz y reducir progresivamente la dependencia de los hidrocarburos.

Sin embargo, sectores críticos aseguran que hasta el momento no existe una hoja de ruta clara que permita reemplazar de manera segura y sostenible los ingresos y la oferta energética que provienen del petróleo y el gas.

Más allá de ideologías: un debate de sentido común

La discusión ha tomado un tono político en el Congreso y en la opinión pública, pero la USO insiste en que no se trata de una pugna entre derecha e izquierda, sino de sentido común.

El sindicato plantea que el país necesita un debate técnico, con cifras y proyecciones reales, para no poner en riesgo ni la economía nacional ni el bienestar de millones de familias.

Por ahora, el cruce de declaraciones refleja las tensiones que enfrenta Colombia en medio de la transición energética: avanzar hacia fuentes renovables sin desmantelar de manera prematura una industria que aún representa buena parte del sustento fiscal, el empleo y la seguridad energética del país.

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