Quién tiene el control

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Un joven trabajador, padre de dos hijos llamado Miguel llegó con un dolor intenso en el estómago a la sala de urgencias de un hospital. Tras ser recibido amablemente en la recepción le pidieron que esperara a que el médico lo llamara para ser atendido.


Por: Viv Lernanto

La sala era una pequeña y fría habitación con 8 sillas blancas de plástico y un televisor colgado en la pared, en ella se encontraban alrededor de 20 personas, contando al vigilante de la entrada que controlaba el ingreso, algunos de pie y otros sentados en las sillas o en el piso, esperaban con cara de amargura y dolor su turno para ser atendidos.

Miguel esperó mientras veía cómo las enfermeras llamaban a otros pacientes para que pasaran al consultorio de los médicos, en especial le llamó la atención cuando hicieron pasar a una señora que había llegado después de él, esto no es justo, pensó, su pulso cardiaco aumentó, comenzó a respirar más rápido, la sangre subía a su cabeza, comenzó a sentir ira, a partir de ese momento cada minuto que pasaba para él era una eternidad, de repente vio un médico entrar a la sala, inmediatamente lo abordo y le exigió que lo atendiera de inmediato, perdió el control, a tal punto que le lanzó  un puño que impactó en la cara del médico, Miguel fue reducido a la fuerza por el vigilante y otros miembros del hospital, terminó siendo atendido en la estación de policía, donde tuvo que pagar unos meses de cárcel por lesiones personales.

Es común escuchar historias como esta, donde las personas pierden el control de sus actos y se dejan llevar por sus emociones, ocurre en nuestro cerebro un secuestro emocional, cuando el sistema límbico, la parte más primitiva de nuestro cerebro, toma el control impulsado por una amenaza real o imaginaria, en un instante nos lleva a tomar decisiones de las cuales nos arrepentimos más tarde.

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Las emociones influyen en nuestra toma de decisiones no solo cuando sufrimos un secuestro emocional, al respecto el neurólogo Antonio Damásio afirma que “la emoción es un ingrediente necesario en casi todas las decisiones que tomamos”,  esto es bien conocido y estudiado por los expertos en mercadeo que buscan asociar emociones con sus productos, servicios o campañas, el miedo por ejemplo es un sentimiento poderoso, que nos mueve a la acción, con esto en mente se diseñan campañas políticas, se pide aprobar presupuesto para la lucha contra el terrorismo o lo usan las compañías de seguros que buscan generar miedo en sus clientes para que compren sus productos, de igual manera la búsqueda de la felicidad es usada por las agencias de turismo que nos prometen momentos inolvidables en los lugares que promocionan.

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Entender que las emociones son determinantes en la toma de decisiones me llevó a buscar si existe alguna manera de influir deliberadamente sobre lo que sentimos, de ser posible, tal vez sea una de las conquistas más importantes de cualquier ser humano, pues de lo contrario estará a merced de lo que otros quieran hacerle sentir y por ende hacerle decidir.

Los estudios de los últimos años sobre el cerebro nos han ayudado a entender cómo funcionan nuestras emociones. Una emoción es, en primer lugar, una función fisiológica que dispara una serie de respuestas en el organismo, la amígdala libera hormonas neurotransmisoras como la adrenalina o la serotonina al flujo sanguíneo, formulando un cóctel hormonal para cada emoción, las células reaccionan al estímulo según la información recibida, lo que se manifiesta en tensión en los músculos, aumento del flujo sanguíneo, sudoración, entre otras. Estos cambios en el cuerpo retroalimentan el cerebro, formando un bucle, que se alimenta de las emociones, las sensaciones y los pensamientos. Toda la información que captan nuestros sentidos, la temperatura, frío o calor, el hambre, un dolor, mirar un bello paisaje o presenciar un accidente es información que ingresa al sistema, influye sobre las emociones, de igual manera lo hacen los pensamientos, cuando llega a nuestra mente una idea que nos atormenta, o por el contrario cuando pensamos en esa persona que amamos, modificamos nuestras emociones.

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Este bucle, el de la conciencia, nos muestra el camino directo para influir sobre lo que sentimos y de esta manera mejorar nuestra habilidad para tomar mejores decisiones, las sensaciones y los pensamientos son la clave.

Nuestro reto está en escoger muy bien la información que permitimos que ingrese por nuestros sentidos, ser conscientes que cada película que vemos, la música que escuchamos, la comida que ingerimos, las conversaciones que tenemos, y nuestros pensamientos influyen en lo que sentimos.

Cuidar nuestros sentimientos es una tarea que debemos realizar si queremos llevar una vida plena.

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