En abril de 2025, el mercado petrolero global vivió un nuevo capítulo de incertidumbre con una combinación de factores que empujaron los precios del crudo a su punto más bajo en lo que va del año.
El más reciente informe de la OPEP revela un entorno cada vez más volátil, donde la disminución de la producción, la reducción de inventarios y las tensiones geopolíticas están redibujando el panorama energético internacional.
Impacto del precio del petróleo en 2025 sobre la economía colombiana
Para países como Colombia, este escenario representa un riesgo directo para sus ingresos externos y una llamada de atención para replantear su estrategia energética.
Según el Centro de Estudios Económicos ANIF, la producción conjunta de la OPEP+ cayó en abril en 106.000 barriles diarios frente a marzo, totalizando 40,92 millones de barriles al día.
Esta decisión responde a los esfuerzos del cartel por contener la caída de los precios en un contexto de debilitamiento de la demanda global y crecientes tensiones económicas entre potencias como Estados Unidos y China.
El precio promedio de la canasta de referencia de la OPEP se ubicó en US$68,98 por barril, registrando una caída de US$5,02 frente al mes anterior.
Este es el valor más bajo registrado en 2025. Por su parte, el Brent, otro referente clave para el mercado, sufrió una disminución del 7,3% en abril, marcando el tercer mes consecutivo de caída.
Por qué es importante: Para países exportadores como Colombia, la caída en el precio del crudo representa un desafío macroeconómico considerable. El petróleo continúa siendo una de las principales fuentes de ingreso por exportaciones, y la reducción de su valor impacta directamente las cuentas externas del país.
Menores ingresos por barril exportado implican menos divisas disponibles, una presión sobre la balanza comercial y, en consecuencia, una potencial afectación de la tasa de cambio.
Si bien la OPEP mantiene una proyección optimista para la demanda global de petróleo en 2025 —con un crecimiento estimado de 1,3 millones de barriles diarios—, este repunte se espera solo para la segunda mitad del año, lo que mantiene en suspenso a los mercados y a los países productores durante los próximos meses.
Detalles del panorama energético: La oferta por parte de países no miembros de la OPEP también se ha revisado a la baja. La proyección de crecimiento en la producción para 2025 se redujo en 100.000 barriles diarios debido a una significativa contracción de las inversiones en exploración, que se espera caigan un 5% en el año.
Este ajuste afecta especialmente a potencias petroleras como Estados Unidos y Canadá, cuyos proyectos no convencionales y de aguas profundas dependen en gran medida de precios más elevados para ser rentables.
Este freno en la inversión se convierte en un arma de doble filo: aunque a corto plazo reduce la sobreoferta y puede impulsar una recuperación de precios, a mediano plazo genera incertidumbre sobre la capacidad de respuesta del mercado ante una eventual alza en la demanda.
Contexto para Colombia: Colombia, como exportador medio de crudo, se encuentra en una posición intermedia entre las grandes potencias productoras y los pequeños jugadores. En este entorno, podría encontrar oportunidades si logra mantener estabilidad en su producción mientras otros países reducen su oferta.
Sin embargo, este posible beneficio se ve opacado por la presión sobre sus ingresos externos debido a los bajos precios actuales.
El informe de ANIF subraya que la actual coyuntura internacional hace aún más urgente que el país avance hacia una política energética coherente y estable.
Esto implica no solo incentivar la inversión en hidrocarburos —en un entorno que se vuelve menos atractivo para el capital extranjero— sino también acelerar la transición hacia fuentes de energía sostenibles que le den mayor resiliencia a la economía nacional.
Panorama general: La coyuntura petrolera está marcada por la interacción de múltiples factores estructurales y coyunturales: desde los movimientos especulativos en los mercados hasta las decisiones políticas entre las grandes potencias.
La guerra comercial entre Estados Unidos y China, por ejemplo, ha sido un catalizador de incertidumbre y ha afectado los flujos de comercio y, por ende, el consumo de energía a nivel global.
En medio de este complejo entramado, la OPEP apuesta por una recuperación del consumo en la segunda mitad del año, lo cual dependerá de la evolución de las condiciones macroeconómicas globales, la estabilización de inventarios y las decisiones futuras sobre producción.
Para Colombia, este periodo será clave. El país deberá reforzar sus capacidades institucionales en materia energética, mejorar la competitividad de sus exportaciones petroleras y, sobre todo, evitar una dependencia excesiva de un mercado que demuestra, una vez más, su vulnerabilidad a los choques externos.
El llamado de los analistas es claro: sin una estrategia diversificada, sostenida y de largo plazo, Colombia seguirá a merced de un mercado que cambia de rumbo con una rapidez alarmante.
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