La crisis de los cadáveres desaparecidos en Ecuador, en medio de la pandemia

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La ciudad de Guayaquil, Ecuador, se desbordó por un brote de Covid-19. Los hospitales, morgues y cementerios estaban colapsados y los muertos comenzaron a acumularse en las calles a la espera de ser recogidos por las autoridades.


Por: Redacción 360 Radio

En esa crisis, decenas de cadáveres que no se habían identificado se fueron apilando en contenedores que instalaron en los hospitales, mientras los familiares de los fallecidos iban de un lado a otro para encontrar el cuerpo de su ser querido.

Esta semana el Laboratorio de Criminalística de la Policía Nacional e Investigaciones empezó a entregar 50 cuerpos, sin embargo, para el jueves aún había 100 cadáveres a la espera de ser identificados a través de pruebas de ADN, ante la imposibilidad de que fueran reconocidos por los familiares debido a la descomposición.

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Silvia Guzmán buscó el cuerpo de su esposo Félix Merchán por casi cuatro meses, el día que el hombre empezó con síntomas hizo un recorrido por diferentes hospitales donde le negaron la entrada por el colapso del sistema, finalmente fue recibido en el Hospital del Guasmo Sur a las 9 de la mañana. Lo dejaron en una silla de ruedas porque no había cama, tampoco había respiradores. Falleció horas después.

Desde ese momento empezó la carrea de Silvia, quien durante días, semanas y meses buscaba el cuerpo de su esposo sin recibir razón alguna. En la morgue del hospital “había muchos cuerpos por todas partes, no sabían ni dónde poneros. Era como estar viendo The Walking Dead. Estaban en el piso, era horrible. Los tenían en unos contenedores que no estaba refrigerados. Ahí llegaban todos los que murieron en sus casas y los que estaban esparcidos en las calles”, relató la mujer.

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“Si usted quería ir a buscarlo dentro del contenedor, usted tenía que pagarle 100 dólares o 300 dólares a los guardias para que te dejaran entrar”, dijo.

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El 23 de junio llamaron a Silvia para notificarle que al parecer habían encontrado el cuerpo de su esposo, le mostraron las fotos del cuerpo y lo reconoció por su ropa, partes del rostro que aún eran visibles y un tatuaje en el brazo izquierdo. Aunque el cuerpo ya estaba descompuesto, Silvia lo pudo reconocer. Según el doctor que le aviso, lo habían puesto dentro de una bolsa negra con el nombre de otra persona.

Solo hasta el 16 de julio Silvia pudo enterrar a su esposo en el Cementerio Municipal Ángel María Canals de Guayaquil.

Con información de BBC Mundo.

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