Si bien muchos ciudadanos piensan que la crisis de agua en Bogotá acabó después de que las autoridades terminaran el racionamiento que se extendió por un año entero, lo cierto es que el panorama es más complejo de lo que parece.
Lo que parecía una contingencia pasajera se convirtió en un ejercicio forzado de adaptación para habitantes, empresas y autoridades. Tras doce meses de restricciones, el fin del racionamiento hace apenas un par de días marca el inicio de una nueva etapa: evaluar lecciones, ajustar planes y garantizar que no vuelva a repetirse.
Panorama de la crisis de agua en Bogotá

Bogotá depende desde hace cuatro décadas de fuentes externas, principalmente trasvases desde la cuenca del Orinoco, para satisfacer su demanda creciente. Según el estudio “Escenarios futuros de seguridad hídrica: un caso de la cuenca del río Bogotá, Colombia”, liderado por el docente Andrés Chavarro (Politécnico Grancolombiano) y el Dr. Isaac Dyner (Universidad Jorge Tadeo Lozano), la ciudad no ha logrado ser autosuficiente en agua desde 1985 aproximadamente y enfrenta presión constante sobre sus ecosistemas por la extracción prolongada de recursos.
Esta dependencia y la sobrecarga ambiental que implica han convertido al sistema en un eslabón débil frente a variaciones climáticas y demográficas.
La misma investigación revela que la ampliación de la infraestructura hídrica en Bogotá presenta rezagos significativos: las plantas de tratamiento tardan hasta nueve años en ponerse en marcha.
Este desfase entre el crecimiento poblacional—y, por ende, del consumo—y la capacidad de respuesta de obras y redes ha sido un factor clave para que el racionamiento se prolongara durante un año. Además, otro estudio, “Modelado para la evaluación de alternativas de políticas públicas en la gestión del agua en la región hídrica de Bogotá”, identifica fallas en el ordenamiento ambiental, en el mantenimiento de sistemas de riego y drenaje, y en la gestión de fuentes alternativas que, en conjunto, debilitan la resiliencia del sistema frente a eventos intensos de sequía.
El año seco que encendió las alarmas con el racionamiento de agua
En 2024, un periodo de baja precipitación y altas temperaturas redujo drásticamente las reservas disponibles. Sin medidas de control adicionales, los modelos de simulación auguraban que la ciudad podría quedarse sin suministro confiable cada vez que se registrara un año seco.
En respuesta, las autoridades activaron un plan de racionamiento que afectó a todos los usuarios: hogares, comercios e industrias. El resultado fue una reducción de consumo que permitió sortear la emergencia, pero a costa de incomodidades cotidianas y costos logísticos elevados.
¿Cómo cambiar el panorama de la crisis de agua en Bogotá?
Un tercer estudio, “Modelo de simulación para evaluar dispositivos de ahorro de agua en los hogares de Bogotá”, demuestra que la adopción masiva de grifos de bajo flujo podría ahorrar hasta 78 millones de m³ al año, más de la mitad del suministro confiable del sistema norte.
Sumado al uso de lavadoras ecoeficientes e inodoros de bajo consumo, estas pequeñas acciones domésticas tienen un gran impacto en la reducción de la demanda. Los investigadores subrayan que, con políticas de financiamiento y subsidios, los estratos más altos podrían cofinanciar equipos para los hogares de menores recursos, generando un efecto multiplicador en el ahorro.
Reutilización de aguas residuales: un recurso desaprovechado
Actualmente, Bogotá descarga cerca de 567 millones de m³ de aguas residuales anuales, de los cuales solo el 31 % recibe tratamiento primario. Si se aprovechara el potencial de tratamiento adicional, se reduciría el consumo en torno a 409 millones de m³ al año—equivalente al 40 % del consumo total—suficiente para cubrir los requerimientos industriales y agrícolas.
La Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de Salitre sentó un precedente, y se espera que la Planta de Canoas, prevista para entrar en servicio en 2029, incremente significativamente la capacidad de reutilización. No obstante, el informe advierte que, sin una red de distribución eficiente para el agua tratada, el impacto real podría quedar muy por debajo del potencial teórico.
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¿Qué sigue tras el racionamiento?
Los expertos coinciden en que Bogotá aún está a tiempo de revertir los riesgos de una crisis peor que la pasada. Las recomendaciones incluyen:
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Acelerar la construcción y modernización de plantas de tratamiento, acortando los ciclos de nueve años.
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Implementar dispositivos ahorradores a gran escala, complementados con programas de subsidios y financiamiento.
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Desarrollar una red robusta de distribución de aguas tratadas y fomentar su uso en la industria y la agricultura.
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Fortalecer el ordenamiento ambiental del territorio y mantener actualizados los sistemas de riego y drenaje.
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