De la grandilocuencia de las palabras a una realidad diferente del país

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Para algunos políticos en estas épocas se les da bien el pronunciar ciertos discursos. El problema es cuando esos discursos están divorciados de la realidad.

EDITORIAL

Mucho se ha echado de menos la capacidad en la oratoria de los políticos en la actualidad. Ahora más que nunca en estas elecciones podemos detectar como distintos candidatos son realmente mediocres, cortos en su capacidad de análisis, insuficientes en el poder argumentativo y eso hace que exista una brecha más grande entre la población y sus dirigentes.

Primero, porque la capacidad de interpretar la realidad de los territorios se vuelve cada vez más difícil transmitirlas, se vuelve una tarea casi que imposible y solucionarlas, ni se diga. Podemos todos estar convencidos de una u otra forma de que las soluciones en Colombia casi siempre llegan tarde y no llegan de la mejor manera. 

Escuchamos en el discurso del presidente Petro, ante la asamblea de las Naciones Unidas, un escenario ya repetitivo, un lugar común, la misma reunión anual de unos políticos que van con estruendosas caravanas a la ciudad de New York a reunirse a tomarse un café y que quizás 10 o 15 delegaciones escuchen su discurso.

Son escasos cuatro discursos los que concentran la real atención de la asamblea en pleno y tenemos que ser francos. A pesar de que el patriotismo sea una moda incuestionable y es que Colombia en el escenario internacional es absolutamente irrelevante y solamente he tenido en cuenta cuando se habla de cosas malas, de drogas, una de ellas y otra ligada, esa de criminalidad.

Escuchábamos hablar del virus de la vida, hablar de la profundización de la democracia, de los problemas globales y de la economía descarbonizada. Estas mismas palabras que hemos escuchado desde hace un año, pero que en sustancias son absolutamente huecas, que al territorio para nada está llegando ninguna solución basada en esos propósitos y que ha endosado el presidente Petro en este y en otros discursos.

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La ONU ha sido un aparato completamente inútil, inservible, costoso y el cual nunca sale nada y luego de los discursos de Petro, Biden y Zelenski o del Primer Ministro del Reino Unido no pasa nada, el mundo sigue absolutamente igual.

De manera que no se trata más de un champú de un lugar para ir a exponerse como un líder de la paz y ser capaz de hacer la paz entre Palestina e Israel, acabar con el narcotráfico, acabar con todos los problemas del mundo, con unas pocas letras plasmadas en un papel.

Colombia hoy tiene que ofrecerle al mundo otro discurso, otras capacidades tiene que invitar al mundo a que venga a Colombia, pero para eso tiene que dar garantías y eso es lo que no está pasando hoy. Peor aún Colombia debería ser un líder regional en promover la inversión de personas de Asia, de Europa, de Estados Unidos, de medio oriente, en estas tierras son las tierras que han sido benditas para la producción agropecuaria.

Porque si hay una sola cosa en la que Colombia en definitiva no ha logrado avanzar, por lo menos en los últimos seis años, es en la situación de seguridad de orden público del país o es una situación delicada que se asemeja solo a los peores años del país a finales de los años 90 y principios del 2000. Lo que pone en jaque a los mismos colombianos, ni siquiera al escenario internacional, qué poco le importa lo que pasa en Colombia por estos días.

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