Según un reciente informe de la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés), la demanda mundial de energía eléctrica se incrementará a un ritmo promedio cercano al 4% anual hasta el año 2027.
Esta proyección no solo refleja el crecimiento económico y poblacional en múltiples regiones del mundo, sino que también plantea retos cruciales para la transformación de los sistemas energéticos globales hacia fuentes más limpias y sostenibles.
El mundo exigirá más energía eléctrica: desafíos de cara al 2027 según la IEA

Un crecimiento impulsado por Asia y economías emergentes: El análisis de la IEA muestra que la mayor parte del aumento en la demanda eléctrica provendrá de países como China, India y del sudeste asiático.
Estas regiones concentran un crecimiento industrial acelerado, urbanización en expansión y políticas que impulsan la electrificación de sectores clave como el transporte, la manufactura y los servicios.
De acuerdo con el gráfico presentado por la agencia, en 2024 la demanda global de electricidad se elevará significativamente, superando los 1.200 teravatios-hora (TWh) en crecimiento neto, una cifra que marca un récord reciente.
En adelante, hasta 2027, se espera que este patrón de incremento se mantenga relativamente estable, situándose entre los 1.100 y 1.200 TWh anuales.
China por sí sola representa el mayor componente de esta expansión, seguida por India. En contraste, las economías avanzadas muestran un crecimiento más moderado, e incluso una ligera reducción en algunos años, como en 2023, debido a factores como la eficiencia energética, la electrificación más lenta y los efectos económicos postpandemia.
Garantizar la oferta ante la creciente demanda: José Miguel Linares, presidente de Drummond Ltd, señaló que este escenario obliga a repensar la manera en que se aborda la transición energética: “El reto no es sólo cambiar la matriz energética, sino asegurar el acceso y la confiabilidad del suministro en un mundo que demanda más electricidad cada año”.
El crecimiento de la demanda pone presión sobre los sistemas energéticos actuales, muchos de los cuales aún dependen de fuentes fósiles o no cuentan con la infraestructura suficiente para integrar energías renovables de forma masiva. La seguridad del suministro, la estabilidad de la red y la asequibilidad de la energía se vuelven pilares fundamentales en este contexto.
Por qué es importante
- Transición energética realista: La transformación hacia fuentes limpias no puede desconocer el ritmo al que crece la demanda eléctrica. Implementar energías renovables sin asegurar estabilidad en el suministro puede generar crisis energéticas.
- Planificación estratégica: Las inversiones en generación, transmisión y almacenamiento de energía deben anticiparse a la expansión del consumo, especialmente en mercados emergentes donde el crecimiento es más rápido.
- Acceso equitativo: A medida que el mundo electrifica más sectores, garantizar el acceso universal se vuelve imperativo para reducir brechas sociales y regionales.
Detalles del informe: El gráfico de la IEA desglosa el crecimiento en demanda por regiones y permite observar algunas tendencias clave:
- En 2022 y 2023, la demanda neta creció menos, debido a la desaceleración económica global y a factores energéticos específicos en Europa y América del Norte.
- En 2024 se da el mayor salto, lo que marca el inicio de una fase más dinámica en el consumo eléctrico mundial.
- A partir de 2025, el crecimiento se estabiliza, aunque permanece en niveles elevados en comparación con la media histórica.
- Las economías avanzadas tienen un rol menor en el crecimiento neto, con algunos años de reducción en el consumo eléctrico neto.
Contexto global: electrificación, digitalización y cambio climático: La transición energética global está marcada por tres grandes fuerzas: la electrificación de los sectores productivos y del transporte, la digitalización de servicios y procesos, y la urgencia por reducir emisiones para mitigar el cambio climático. Estos elementos empujan una demanda eléctrica más intensa, pero también más compleja de gestionar.
La electrificación del transporte, en particular, es un factor determinante. A medida que los vehículos eléctricos se vuelven más comunes, especialmente en mercados como China y Europa, la carga sobre las redes eléctricas aumenta de forma significativa. Asimismo, la expansión de centros de datos y tecnologías como la inteligencia artificial requieren grandes cantidades de electricidad.
Panorama general: El incremento sostenido de la demanda energética a nivel global representa tanto una oportunidad como un desafío para gobiernos, empresas y ciudadanos. Si bien es positivo que más personas y sectores accedan a energía, también es una advertencia sobre la necesidad de acelerar la inversión en generación renovable, modernización de redes y mecanismos de almacenamiento.
En América Latina, este mensaje tiene una relevancia especial. Países como Colombia, Brasil y México deben alinear sus estrategias de desarrollo con una transición energética justa y sostenible. Garantizar que la oferta energética acompañe el crecimiento económico es crucial para evitar cuellos de botella y para cumplir con los compromisos climáticos internacionales.
Finalmente, como lo indica José Miguel Linares, es imprescindible ver la transición energética no como un simple reemplazo de tecnologías, sino como una transformación integral del sistema energético, que asegure electricidad suficiente, confiable y asequible para un mundo en constante crecimiento.