«Director de Felicidad» Columna de Ruben Dario Barrientos

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Tony Hsieh, fundador de una tienda de zapatos on line llamada Zappos, saboreó el triunfo colosal de conseguir el sexto lugar del ranquin de las cien mejores empresas para trabajar en el mundo. Y, de contera, fue portada de Fortune. Su lema es sencillo pero decidor: “cuanto más felices, más productivos”. Esta empresa, factura 1.000 millones de dólares anualmente. Las oficinas de esta compañía, cuentan con salones para tomar la siesta.

 

Una empresa, emulando esta tienda célebre, creó el cargo de Director de Felicidad, dando de baja el tradicional de Director de Recursos Humanos. Esta entidad expone una cadena fausta: una persona feliz diluye los conflictos y si está menos estresada, termina siendo más productiva. En el mundo, se perfila una figura que se llama Happyshifting, que se sustenta en que es menester buscar que los empleados (personas, por encima de todo), sean felices en su quehacer laboral.

 

La empresa Alquería tiene en su organigrama el cargo de “Coordinador de Sueños”, en procura de todo un plan de felicidad. En Medellín, hay un caso que se consolida: Ennmedio. Buscan sus directivos que “los empleados se diviertan en el trabajo”. Cuando se cumple años, otorgan medio día libre; cuando se regresa de vacaciones, pliegan un aviso que dice: “nos hiciste falta”; inventaron las pastillas de la felicidad y tienen hamacas para que los trabajadores reposen.

 

Las capacitaciones se organizan entre los mismos empleados, acudiendo al apotegma de que compartir el conocimiento tiene que ser una fortaleza. El periodista de El Colombiano, Nicolás Abrew, publicó una crónica (el 27 de julio último), que tituló: “El negocio de hacer felices a los empleados”. Destacó en su lead que muchas empresas ya están considerando contagiar de positivismo a sus trabajadores y clientes. Menciona todo lo que se recoge aquí y cobija otros ejemplos, como el de la Repostería Susy, que tiene el mismo barniz de “ir más allá” de donde van las compañías corrientes.

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Todo esto refleja una gran responsabilidad social, en dos frentes: a) para los empleados y sus familias y b) para los clientes y usuarios de las empresas. Envidiable que haya gente que piense así. Podría uno pensar que arrastran mucho de utopía, pero no es ello correcto. Mucha parte del tiempo se pasa en los trabajos y de esta manera, se construyen valores inmateriales. Son ideas felices, que provocan vivirlas. Esto es el verdadero antídoto para la rotación laboral.

 

Una vez escribí una columna (hace más de quince años), en donde destaqué que las empresas no eran los muros ni la edificación, sino los jefes. Claro, una empresa ideal será aquella en la cual el trabajador tiene la suerte de tener buenos jefes, sin egoísmos, que reconocen los méritos. La felicidad, es una herramienta inmejorable en el ámbito del trabajo. Forma parte de lo que se moteja hoy, contemporáneamente, como “compensaciones emocionales”.

 

Señores Directores de Felicidad y señores Coordinadores de Sueños: adelante con estas fortalezas que privilegian y dignifican los sitios laborales. Sigan sorprendiendo y cautivando, hasta encontrar más puntos de contacto con el bienestar. Ustedes son artífices de la real productividad. Esta es la verdadera rentabilidad. Contagien aún más.

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