El aniversario del conejo

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La semana pasada se cumplió otro aniversario del mayor golpe a la democracia del que se tenga memoria en Colombia: Juan Manuel Santos, en su megalomanía, firmó el Acuerdo de Paz con las Farc en el Teatro Colón de Bogotá.


Por: María Fernanda Cabal

El entonces mandatario -gracias al dinero de Odebrecht-, en una de sus tantas jugadas sucias, se burló del resultado del plebiscito que habíamos ganado dos meses atrás, contra todo pronóstico y venciendo la aplanadora mediática financiada con dineros públicos.

Hoy el país es testigo de lo que por años advertimos: éste fue un pacto de élites: la élite política colombiana -élite revolucionaria responsable de la violencia histórica-, y la élite de las Farc; donde se sacrificó la justicia y el Estado de derecho.

La promesa de “verdad, justicia y reparación” no fue más que una mentira contada en todos los idiomas; para garantizarle a su autor intelectual un premio Nóbel que llenara de vanidad su ego, y a los noruegos, tan proclives a promover este tipo de acuerdos por encima de los pueblos sacrificados por el terrorismo disfrazado de revolución.

Desconocer la voluntad del pueblo que dijo “NO” a la implementación de un documento cargado de mentiras, fue el primer paso para llegar a un escenario dominado por las pretensiones de terroristas, narcotraficantes y asesinos de niños que hoy gozan de total impunidad y se pavonean en el Congreso de la República reclamando «verdad» – a la que ellos no aportan- y cumplimiento de los acuerdos -al que ellos incumplen-.

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En las narices de la comunidad internacional, que tanto se ufanó de respaldar una “paz estable y duradera”, los máximos cabecillas de la narcoguerrilla siguen sin reconocer sus delitos, sin revelar las rutas del narcotráfico, la ubicación de los laboratorios de drogas y mucho menos, cumplir con compromisos como la devolución de los bienes adquiridos con el dinero del narcotráfico.

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Hace cuatro años, Juan Manuel Santos aseguró que “las víctimas estaban en el centro del Acuerdo”, sin embargo, sólo han recibido la burla de sus victimarios.

El balance de cumplimiento por parte del grupo terrorista es indignante. Con corte al 15 de noviembre de este año, sólo han entregado un 0,7% del total de bienes inventariados.

Información dada a conocer recientemente por la SAE –Sociedad de Activos Especiales-, reveló que las Farc no entregará los más de 30 mil bienes que le prometieron al país, representados en 17.533 semovientes, 15.452 muebles y enseres, 200 inmuebles, 157 vehículos, 100 joyas de plata, 22.460 gramos de oro en joyas y 15.020 gramos de oro contenido en lingotes y oro granulado; así como tampoco serán entregados $9.955.650 millones de pesos.

Entre tantas injusticias, resulta aún más doloroso saber que de los más de 5 mil niños reclutados por las Farc para hacer parte de sus filas, en diferentes regiones del país, sólo 144 fueron devueltos, del resto se desconoce su paradero.

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También se dieron el lujo de crear un Tribunal a su medida, con jueces escogidos a dedo, que pasaron por el rasero de la aquiescencia de las Farc para blindar su impunidad.

Construyeron además una «Comisión de la Verdad», excluyendo de su composición a las organizaciones de víctimas de las Farc, para mantener el control de la información y establecer su propia verdad, mediante la cual reescriben la historia de Colombia.

Y, no siendo suficiente con la afectación causada por tantos años a cientos de familias campesinas que sufrieron los embates de la violencia en todas sus formas, con el mismo Acuerdo habilitan ahora la entrega de tierras a desmovilizados a través de la misma entidad que incauta bienes a sus cabecillas -la SAE-; ¡Toda una estrategia de inversión revolucionaria aplicada a la medida de su objetivo de toma del poder, a través de la paz que ni existe, ni llegará jamás, mientras se sacrifique la justicia!

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Indiscutiblemente, el balance es completamente negativo para el país. La organización mafiosa se repotenció con el apoyo de varios sectores políticos que ayudaron incluso a que uno de sus más grandes cabecillas, alias ‘Jesús Santrich’, se fugara para fundar la ‘Segunda Marquetalia’ que, desde Venezuela, ha logrado crecer aceleradamente contando ahora con 4.600 integrantes en distintos frentes.

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Los “amigos de la paz” guardan un silencio cómplice frente a los incumplimientos, mientras le lanzan piedras a un Gobierno que ha decidido defender los compromisos del acuerdo, a pesar del descontento de sus electores.

El próximo 31 de diciembre se vence el plazo para que las Farc cumplan con lo acordado; ya sabemos que no sucederá. Aun así, las víctimas continúan esperando.

El triste “aniversario” del Acuerdo, lejos de ser un caso exitoso de resolución de conflictos -como fue vendido al mundo-, se convierte en un recordatorio en cuanto a que «no todo vale»; que la civilización exige respeto a la vida y juicio a los responsables.

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