Las acciones de las principales compañías de medios y entretenimiento en Estados Unidos sufrieron una fuerte caída este lunes, luego de que el expresidente Donald Trump propusiera un arancel del 100% sobre todas las películas producidas en el extranjero.
El anuncio, realizado a través de su red social Truth Social, generó un inmediato impacto en Wall Street y desató incertidumbre en la industria audiovisual.
“¡Queremos películas hechas en Estados Unidos, otra vez!”, escribió Trump, en un tono reminiscentemente nacionalista. Según indicó, ordenó al Departamento de Comercio y al Representante Comercial de EE.UU. que inicien “de inmediato” los trámites para implementar la medida.
Industria del cine en EE.UU. en tensión por posible arancel a películas extranjeras
El argumento central: las películas extranjeras representarían una amenaza para la seguridad nacional, ya que, a su juicio, son utilizadas como vehículos de propaganda por otros gobiernos.
El impacto en los mercados fue inmediato. Las acciones de Netflix y Warner Bros. Discovery retrocedió aproximadamente un 3% durante las primeras horas de la jornada bursátil, mientras que Paramount Global y Walt Disney sufrieron pérdidas cercanas al 2%.
El anuncio tomó por sorpresa a inversionistas y analistas del sector, en un momento en que la industria ya enfrentaba desafíos estructurales derivados del auge del streaming y la globalización del contenido.
Según analistas de Barclays, el arancel, de aplicarse en los términos planteados, podría terminar perjudicando a las mismas compañías estadounidenses que pretende proteger.
“Estados Unidos exporta tres veces más contenido audiovisual del que importa. Imponer una medida de este tipo podría generar represalias y reducir el acceso a mercados clave”, explicó un informe publicado tras el anuncio.
La influencia de Hollywood y la geopolítica
El anuncio se produjo tras una reunión en Mar-a-Lago entre Trump, el veterano actor Jon Voight y el productor Steven Paul, quienes habrían planteado propuestas para reactivar la producción audiovisual doméstica, incluyendo la expansión de incentivos fiscales.
Si bien durante el encuentro no se discutió directamente el tema de los aranceles, fuentes cercanas indicaron que Trump introdujo la idea por primera vez allí.
En enero pasado, el expresidente ya había nombrado a Voight, Mel Gibson y Sylvester Stallone como “embajadores especiales” de su hipotética nueva administración en Hollywood, en una maniobra simbólica para revitalizar la industria del cine y televisión hecha en EE.UU.
El anuncio también ocurre en medio de crecientes tensiones con China, que la semana pasada comunicó una reducción en la cuota de películas estadounidenses permitidas en su territorio.
De acuerdo con la autoridad cinematográfica china, la medida busca responder a los aranceles comerciales impuestos por Washington a productos tecnológicos chinos. La industria teme que un conflicto de este tipo pueda desencadenar una guerra cultural con consecuencias económicas profundas.
Más allá del anuncio, la industria audiovisual estadounidense ya venía mostrando señales de debilidad. Según la firma especializada ProdPro, la inversión en producción cinematográfica y televisiva dentro del país cayó un 28% entre 2021 y 2024.
Mientras tanto, países como Canadá, Australia y el Reino Unido han visto florecer sus industrias audiovisuales, gracias a incentivos fiscales, costos más bajos y una creciente participación en producciones internacionales.
El caso de grandes blockbusters internacionales demuestra la complejidad del escenario.
Películas próximas a estrenarse como The Fantastic Four: First Steps (filmada en Reino Unido y España) y Jurassic World Rebirth (con locaciones en Tailandia, Malta y EE.UU.) podrían verse directamente afectadas por el nuevo arancel, aunque todavía no está claro si la medida aplicaría a producciones ya filmadas o sólo a futuras.
Además, muchos estudios estadounidenses han trasladado parte de su postproducción a países con menores costos laborales o beneficios fiscales, como Nueva Zelanda, Canadá o Corea del Sur.
Una restricción como la planteada por Trump obligaría a replantear esa dinámica, con consecuencias económicas y logísticas todavía difíciles de cuantificar.
La propuesta ha generado dudas sobre su viabilidad legal y operativa. Por un lado, no está claro cómo se definiría una “película extranjera”, ni cómo se calcularía el valor de importación de un bien cultural intangible como una producción audiovisual.
Por otro lado, la implementación de un arancel de esta magnitud podría violar acuerdos comerciales internacionales firmados por Estados Unidos.
Hasta el momento, la Motion Picture Association (MPA), el principal gremio de la industria, no ha emitido comentarios oficiales sobre el anuncio.
Aunque aún no hay un cronograma concreto para la aplicación del arancel, el mensaje político es claro: Trump quiere devolver el protagonismo global a Hollywood, aun si eso implica tensiones internacionales y conflictos dentro del mismo ecosistema empresarial estadounidense.
En un mundo donde los contenidos cruzan fronteras digitales con facilidad, la propuesta de imponer barreras económicas al entretenimiento globalizado podría terminar siendo una jugada riesgosa tanto en lo comercial como en lo diplomático.
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