“El candidato silencioso de Uribe”: ¿quién es realmente Juan Carlos Pinzón y por qué vuelve a sonar para 2026?

Un tecnócrata disciplinado, un exministro sin escándalos, un rostro de moderación… y el nombre que, según muchos, el expresidente Álvaro Uribe ha empezado a impulsar “sin decirlo”.

“El candidato silencioso de Uribe”: ¿quién es realmente Juan Carlos Pinzón y por qué vuelve a sonar para 2026?

Juan Carlos Pinzón: el tecnócrata, el diplomático… ¿y ahora el heredero silencioso del uribismo?

Juan Carlos Pinzón es, sin duda, uno de los perfiles más particulares en la carrera presidencial: moderado, serio, metódico, sin gritos ni insultos. Es casi un anti-político en tiempos de política emocional. Pero en esta contienda, su nombre empezó a moverse con una fuerza inesperada, tanto que dentro de la derecha muchos ya lo describen como “el candidato silencioso de Uribe”.

No porque Uribe lo haya proclamado —no lo ha hecho—, sino por algo más sutil: el expresidente ha trabajado silenciosamente para abrirle espacio, para limpiarle el camino y, especialmente, para ayudarle a conseguir aval. Una de las maniobras más comentadas fue la mediación informal que, según fuentes políticas, habría facilitado el acercamiento al Partido Verde Oxígeno de Ingrid Betancourt, un aval que suena ideológicamente contradictorio, pero estratégicamente útil.

Uribe sabe que su marca política está desgastada. Sabe que un candidato propio generaría rechazo en los sectores de centro. Pero un candidato cercano, institucional, sin ruido y con buena imagen internacional —como Pinzón— podría ser el puente ideal para reconstruir la influencia de la derecha sin espantar al electorado independiente.

Y Pinzón, que siempre ha jugado al equilibrio, no es ajeno a ese cálculo.

El Pinzón que quiere vender orden… pero sin emociones

Pinzón representa ese tipo de liderazgo que aparece cuando el país está cansado del caos: un liderazgo basado en datos, experiencia y estructura. Su paso por el Ministerio de Defensa y por la Embajada en Washington le da un aura de autoridad sobria, de profesionalismo técnico, de “yo sé cómo funciona el Estado por dentro”.

Pero allí mismo está su debilidad:
En un país emocional como Colombia, hablar con calma puede sonar a hablar sin fuerza.
Ser moderado puede interpretarse como tibio.
Ser técnico puede desconectar al votante común.

Pinzón lo sabe, pero aún no despega del todo de esa imagen de tecnócrata frío.

La sombra de Santos y el abrazo silencioso de Uribe

Pinzón fue uno de los hombres clave de Juan Manuel Santos. Y esa sombra todavía pesa.
Para muchos uribistas duros, él no es confiable.
Para muchos santistas, él es demasiado conservador.
Para el centro, a veces parece demasiado “militarizado”.
Y para la izquierda, es simplemente un hombre del establecimiento.

Por eso, su posible acercamiento con Uribe —aunque nunca formalizado— es tan polémico como estratégico.
El expresidente sabe que Pinzón tiene, sobre él, tres ventajas que ningún candidato uribista ha tenido en los últimos años:

1. No carga con el desgaste del Centro Democrático.
2. Tiene credibilidad internacional.
3. No genera rechazo inmediato en el centro político.

Es, en términos prácticos, la figura perfecta para apostar a una derecha más moderada sin
renunciar al orden y la seguridad.

El aval del Partido Verde Oxígeno: una jugada para sumar centro

La posibilidad de que Pinzón reciba el aval del Partido Verde Oxígeno —liderado por Ingrid Betancourt— es una de las movidas más llamativas.
No se trata de ideología: se trata de estrategia.
Ese aval le permitiría competir sin depender del Centro Democrático, sin cargar la etiqueta uribista, sin perder respaldo de sectores del orden.

Un candidato de derecha con aval verde sería, simplemente, un fenómeno inédito.
Y probablemente eso es lo que busca Pinzón: entrar por el centro para gobernar desde la institucionalidad.

Críticas que enfrenta Pinzón

Para ser un candidato tan serio, Pinzón no está libre de cuestionamientos.
Entre los más frecuentes:
• Se le acusa de falta de carisma: su estilo es correcto, pero no moviliza pasiones.
• Se duda de su independencia real: aunque niegue cercanías, muchos creen que Uribe lo impulsa desde las sombras.
• Se cuestiona su narrativa: ¿qué historia personal tiene que emocione al votante?
• Su campaña se percibe lenta: mientras otros candidatos parecen en modo carrera, Pinzón da la sensación de reservarse demasiado.
• Existe temor a que sea un “técnico sin pueblo”, alguien que entiende el Estado pero no la calle.

Son críticas que él necesita enfrentar pronto, porque la contienda ya no perdona neutralidad.

¿Es Pinzón realmente competitivo para 2026?

Sí, si logra hacer lo que nunca ha hecho en su vida política:
emocionar.
No con gritos. No con ataques. Con visión. Con una narrativa que responda la pregunta clave:
¿por qué él?

Porque experiencia tiene.
Preparación, también.
Credibilidad internacional, sobra.
Lo que le falta es convertir su trayectoria en una historia que conecte con el votante común.

Si lo logra, puede convertirse en la alternativa de orden sin radicalismo, la opción que una parte del país está buscando en medio de la polarización.

Por: Juan Nicolás Pérez Torres – @nicolas_perez09

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