El grave error de protestar en medio de una pandemia

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EDITORIAL

No quisiéramos en ningún momento atacar o cuestionar el derecho que permite la Constitución Política de Colombia a manifestarse en contra de políticas, situaciones, proyectos e incluso de personas siempre y cuando sea en el marco de la legalidad y la no agresión a terceros y el atentar contra la propiedad privada o el patrimonio público. Simplemente, estamos en otros tiempos y estos ameritan otras reflexiones.


El único argumento que ostentan quienes han salido a marchar el pasado lunes festivo 15 de junio en algunas ciudades de Colombia, es que no se les puede cercenar ese derecho constitucional a la protesta que ampliamente es aceptado, y rara vez se podrá encontrar a alguien que no es válido protestar en Colombia. Sin embargo, creemos que ese no es el motivo de debate en este momento. 

La situación coyuntural nos ha llevado a replantearnos absolutamente todo en este mundo, en nuestra sociedad. No sabemos si el mundo volverá a ser como lo conocimos antes de la pandemia, no tenemos soluciones a la vista, no tenemos vacuna ni mucho menos este virus ha desaparecido; peor aún, Colombia ni siquiera ha llegado al pico de casos que todas las naciones tienen. Incluso, e irónicamente, en la actualidad se debate si Colombia se encerró muy rápido y ahora enfrentará ese número elevado de contagios con las personas cansadas por la cuarentena y con la economía reactivándose de manera parcial.

Algunas marchas, para señalar puntualmente el 8M en Madrid, llevaron a altas tasas de contagio en la capital española e incluso han existido informes señalando que si el 8M en esa ciudad no se hubiese celebrado se habría reducido la tasa de contagio en un 60 %. Las mencionadas marchas fueron en contra de las recomendaciones del criterio de la agencia europea Centro para el Control y Prevención de Enfermedades. No hablamos de algo de carácter político ni ideológico, estamos hablando de una aglomeración.

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En Estados Unidos, luego de la muerte del ciudadano George Floyd, se dispararon las protestas, saqueos y oleada de violencia. Una semana después se conoció un aumento de casos de contagios por covid-19 en las ciudades donde más se llevaron a cabo estas protestas. De manera que es una tendencia marcada que las aglomeraciones en estos tiempos hará que se acelere el ritmo de contagios y pondrá en aprietos al sistema sanitarios.

En el caso de Medellín y Bogotá: lamentar, condenar y rechazar los actos vandálicos en contra de animales como caballos de la Policía Nacional que fueron apuñalados por delincuentes que deberían estar en la cárcel que se hacen llamar protestantes y se autodenominan animalistas. En Bogotá tampoco tuvieron pena para atacar sedes bancarias y establecimientos de comercio.

Es una marcha más que pasa por encima de la autoridad del presidente Iván Duque y de la alcaldesa Claudia López. También ha tomado desprevenidas a las autoridades en Medellín porque si bien estaban monitoreando más que en la capital no han sabido controlar la marcha y sobre todo entendería uno que por ese miedo al supuesto abuso de la fuerza por parte de la Policía los uniformados se cohíben de actuar en contra de los protestantes así estos se encuentren cometiendo delitos.

Es una mala decisión de los alcaldes haber permitido estas concentraciones sobre todo porque van a ver que esto se va a reflejar en un aumento de casos con personas portadoras del covid-19, se va a reflejar en mayor demanda de atención sanitaria y va a retrasar la apertura económica, esto no le sirve a nadie sin importar su ideología política.

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Creemos firmemente que esto no tiene vuelta de hoja y que no hay ningún debate qué dar ni ninguna discusión qué sostener con los desadaptados que han estado, supuestamente, protestando. Ni siquiera sabían por qué marchaban, se veían avisos en contra del presidente de Estados Unidos Donald Trump, banderas de Palestina y Cuba, imágenes de George Floyd, es decir, situaciones completamente ajenas al país que estaban siendo «argumentos» para acabar con lo que encontraban a su paso.

Insistimos en lamentar todo lo sucedido, ojalá las autoridades se pellizcaran y se pusieran del lado de la ciudadanía que también tiene unos derechos que defender y pedir. Ojalá esta terrible noche pase pronto y que algún día tengamos mandatarios, líderes y policías que hagan prevalecer la autoridad por encima de la ilegalidad.

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