El miedo de Cepeda y Montealegre

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La Fiscalía anunció que solicitará la preclusión del caso contra Álvaro Uribe. Dice que no hay mérito para sostener la acusación. El anuncio no da ni para tirar voladores ni para rasgarse las vestiduras. Quien toma la decisión no es el Fiscal, sino un juez y la decisión podrá ser apelada.


Por: Rafael Nieto Loaiza

Aun así, el anuncio levantó una polvareda. Cepeda anunció que demandará al fiscal Jaimes por prevaricato. Montealegre agregó que el Fiscal General “sigue las instrucciones desde el Ubérrimo”. Barbosa será cualquier cosa menos uribista. “Antes de llegar al Gobierno, defendía abiertamente las negociaciones de paz entre el gobierno de Santos y la entonces guerrilla de las Farc. De hecho, nunca escondió que votó por el ‘Sí’ en el Plebiscito y ha dicho que la JEP tiene un buen diseño institucional. Incluso, se postuló para ser magistrado de la JEP”. Las distancias son evidentes.

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La acusación por prevaricato y la descalificación que hacen de la Fiscalía, sin conocerse los motivos de la solicitud de precaución, demuestran que Cepeda y Montealegre prejuzgan.

La Fiscalía no ha dicho ni una palabra de los motivos y pruebas con base en los cuales pedirá la preclusión. Solo los conoceremos cuando se haga la audiencia.

El odio al ex Presidente es relativamente nuevo en Montealegre. Según ‘La Silla Vacia’, “también fue cercano a Uribe: sonó para integrar la terna a Fiscal en 2009 porque era parte de los abogados más cercanos al entonces presidente”. Lo de Cepeda es viejo y es estratégico. Responde al afán de la izquierda radical, violenta y criminal de sacar del juego a Uribe, quien los derrotó una y otra vez en el campo de batalla y en las urnas.

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La verdad es que la Fiscalía está haciendo lo que la Corte Suprema no hizo: verificar la veracidad de lo dicho por Monsalve, supuesto testigo “estrella”, y por otros a los que la Corte no permitió contra interrogar, recibir nuevos testimonios y practicar otras pruebas pedidas por la defensa y antes sido negadas, averiguar sobre los vínculos entre Monsalve y Cepeda, en fin, investigar con seriedad, objetividad y a fondo los hechos que se alegan y valorarlos en su integridad.

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Ahora, apuesto a que la reacción de Cepeda y Montealegre tiene también otra motivación: el miedo y, en consecuencia, el afán de desprestigiar a quien seguramente terminará acusándolos por eventuales conductas criminales, por sobornar testigos y alteración de pruebas en el caso del primero y por el montaje del hacker al segundo.

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