El oportunismo político no puede disfrazarse de solidaridad ante la tragedia de Miguel Uribe

La solidaridad impostada de ciertos políticos expuso el lado más miserable del oportunismo electoral: en lugar de honrar el duelo, usaron la tragedia como vitrina para su conveniencia personal.

El oportunismo político no puede disfrazarse de solidaridad ante la tragedia de Miguel Uribe
Foto: Redes sociales

El oportunismo político de algunos personajes es, sin duda, el lado más miserable de la tragedia que hoy atraviesa Miguel Uribe Turbay. Así como lo hemos manifestado desde el primer momento, y lo seguimos haciendo con profunda oración, reflexión y solidaridad, no podemos quedarnos callados ante lo que estamos presenciando. Debemos decirlo con claridad, porque lo vemos reflejado en miles de comentarios de ciudadanos indignados en redes sociales: hay quienes han querido convertir esta tragedia en una vitrina política.

Nos referimos a figuras públicas, algunas más conocidas, otras bastante marginales en todos los sentidos, que, ante cualquier circunstancia, piensan primero en cómo sacar provecho personal. Ni siquiera la vida o la tragedia ajena les pone freno. Y Colombia, lamentablemente, está llena de este tipo de personajes. Las redes sociales han sido testigo y reflejo del rechazo generalizado hacia quienes han instrumentalizado el dolor con fines electorales.

Esas personas, hoy desesperadas por figurar en el escenario político, sea con miras a las elecciones presidenciales de 2026 o al Congreso, no han dudado en aprovechar el momento para aparecer en medios, posar ante las cámaras y capitalizar el sufrimiento con fines de marketing. Es una actitud aberrante, indignante, y sí, profundamente repulsiva. Han caído muy bajo. Lo más preocupante es que como sociedad pareciera que aún no tocamos fondo.

Algunos, incluso, se atrevieron a aparecer en hospitales y clínicas tan solo minutos después del atentado. Personas que, hasta pocas horas antes, atacaban y calumniaban públicamente a Miguel Uribe. Con el disfraz de la solidaridad, buscaron afanosamente los reflectores de los medios, las fotos, la atención. Una conducta despreciable que deja al descubierto lo más oscuro de la condición humana.

Estos no fueron gestos de apoyo genuino: fueron pasarelas políticas. La Fundación Santa Fe y la Clínica Medicentro, durante algunos momentos, parecieron convertirse en escenarios de campaña. Ruedas de prensa, fotógrafos de precandidatos, arengas y discursos cuidadosamente planeados para ganar protagonismo. Una locura total.

Más grave aún es que algunas voces ya especulan políticamente con la vida de Miguel Uribe, como si su lucha por sobrevivir fuera solo una pieza más en el tablero electoral. Y aunque confiamos en que ganará esta batalla, no deja de entristecer ver cómo, incluso en el dolor, algunos buscan notoriedad.

Como medio de comunicación, expresamos nuestro rechazo y nuestro más profundo desprecio frente a esta actitud oportunista. Hacemos un llamado a la cordura, a la mesura y, sobre todo, al respeto. Este no es un momento para sacar rédito político. No se necesita ir a lagartear una entrada a la clínica para demostrar solidaridad. Hay maneras dignas y silenciosas de acompañar, sin convertir el dolor en un espectáculo.

Además, no podemos dejar pasar las acusaciones irresponsables que, en cuestión de minutos, comenzaron a circular en redes y medios, señalando directamente al presidente Gustavo Petro como el responsable del atentado. Se trata de una acusación temeraria, sin fundamento, profundamente grave. Al presidente se le puede cuestionar por muchas cosas: su lenguaje, su forma de relacionarse con la oposición, sus omisiones en materia de seguridad. Pero de ahí a culparlo directamente por un atentado, hay una distancia enorme y peligrosa.

Nos preguntamos: si así actúan hoy algunos de estos políticos, ¿cómo lo harían si llegaran al poder? ¿Es esta su capacidad de razonamiento, su equilibrio emocional, su sentido de la responsabilidad? ¿Gobernarían también buscando solo los likes y la visibilidad?

Invitamos a los ciudadanos a tomar nota. Porque lo que hemos visto en estos días dice mucho, no solo de la tragedia de Miguel Uribe, sino de quienes han intentado beneficiarse de ella. Y eso, en política, también debería tener consecuencias.

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