Se cumplen cuatro años de “el mejor acuerdo posible”. Paz, fin del conflicto armado, una Colombia sin coca, con la guerrilla desarmada y desmovilizada, fue lo que ofrecieron Santos y las Farc.
Por: Rafael Nieto Loaiza
Un análisis objetivo, con base en observaciones fácticas y cifras, alejado de consideraciones partidistas o ideológicas, muestra que el pacto no trajo nada de lo prometido.
En efecto, el conflicto armado sigue vivo. No lo digo yo. Según el CICR, en Colombia coexisten y se desarrollan en paralelo cinco diferentes conflictos armados: con el Eln, con el Epl, con las disidencias de las Farc, con el Clan del Golfo y las Autodefensas Gaitanistas y el del Eln y el Epl en el Catatumbo. Hay un sexto con los reincidentes de las Farc.
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La violencia homicida no solo no ha disminuido, sino que se ha incrementado. Tras varios lustros de disminución sostenida de los asesinatos, la caída se estancó en 2016 y 2017 y, tristemente, subieron en el 2018. El año pasado ocurrieron 11.880, más que los 11.535 que se produjeron en el 2015, antes del pacto.
Y el panorama del narcotráfico es aún peor. Durante Uribe los narco cultivos bajaron a 63 mil hectáreas y en el 2013 se llegó a las 48 mil La producción de cocaína cayó a apenas 290 toneladas. Pero en el 2014 Santos complació a las Farc y decidió suspender la fumigación y, unos meses después, toda la erradicación forzada.
Más adelante se establecieron una larga serie de incentivos perversos al narcotráfico y no solo se perdió todo lo que se había ganado, sino que ahora tenemos más coca que nunca en nuestra historia: en el 2019 teníamos 154.000 hectáreas de coca y se produjeron 1.137 toneladas de cocaína, cuatro veces más que en el 2013.
Lo que ha fracasado, y de manera rotunda, es todo el nuevo enfoque contra el narcotráfico del pacto con las Farc que, hay que decirlo, el gobierno actual ha mantenido intacto.
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Y como el narcotráfico es la gasolina de los grupos armados y el motor del conflicto, si no corregimos el rumbo seguiremos girando en esta enloquecida espiral de violencia asesina.
En fin, ni paz, ni cese del conflicto, ni disminución de la violencia, ni menos narcotráfico. Todo lo contrario, es lo que nos dejan estos cuatro años desde la firma de los pactos con las Farc.