En una jornada marcada por anuncios decisivos desde Washington, el presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, confirmó este 9 de abril un incremento del arancel aplicado a los productos provenientes de China, elevándolo al 125% con efecto inmediato.
La medida, según explicó el mandatario, responde a lo que calificó como una “falta de respeto” del gobierno chino hacia los mercados internacionales y especialmente hacia Estados Unidos.
“China debe entender que la era de aprovecharse de Estados Unidos y otros países ha terminado”, dijo Trump en un mensaje divulgado en su red oficial, acompañado de un llamado a la acción dirigido al resto del mundo.
El anuncio ocurre tan solo un día después de que China respondiera con medidas arancelarias propias a las restricciones estadounidenses impuestas la semana pasada, encendiendo nuevamente las alarmas sobre una posible escalada comercial global.
Una mañana de incertidumbre y estrategia: Durante las primeras horas del día, Trump había transmitido optimismo, calificando la jornada como un “gran día para comprar”, en aparente alusión a oportunidades en el mercado bursátil. Sin embargo, su discurso cambió drásticamente tras sostener reuniones con su equipo económico y varios asesores estratégicos.
Fuentes cercanas al gabinete revelaron que la presión de grandes inversionistas, entre ellos el influyente Bill Ackman, y de líderes empresariales nacionales e internacionales, motivó al presidente a flexibilizar su postura hacia otros países.
Esto se tradujo en una tregua comercial de 90 días con más de 75 naciones, muchas de ellas aliadas clave de Washington, que no han tomado represalias frente a las políticas estadounidenses recientes.
Trump intensifica la guerra comercial con China y negocia tregua global de 90 días
China: en el centro de la confrontación: El endurecimiento de los aranceles a China refuerza la narrativa de confrontación que Trump ha mantenido a lo largo de su mandato. En su publicación, dejó claro que Pekín ha abusado de los sistemas comerciales y ha manipulado las reglas del juego en su beneficio.
“La manipulación cambiaria, los subsidios ilegales y las barreras comerciales impuestas por China no serán toleradas más”, señaló Trump, justificando así la implementación inmediata del nuevo arancel, uno de los más altos impuestos a una economía del tamaño chino en la historia reciente de Estados Unidos.
Analistas indican que este movimiento podría repercutir en sectores como el tecnológico, automotriz y de bienes de consumo, afectando a fabricantes que dependen de componentes o productos terminados provenientes de China.
Una tregua con condiciones: Como contraparte, y buscando calmar la tensión con otras potencias comerciales, Trump autorizó una pausa arancelaria de 90 días para aquellas naciones que, a su juicio, han demostrado buena fe y no han reaccionado con hostilidad. Durante este periodo, se aplicará además una reducción del 10% a los aranceles recíprocos en los intercambios con esos países.
El objetivo declarado es convocar a representantes de estos gobiernos junto a los Departamentos de Comercio, Tesoro y el Representante Comercial de Estados Unidos (USTR) para establecer mesas de negociación sobre temas cruciales como comercio, aranceles, manipulación monetaria y barreras no arancelarias.
“Este es el momento para negociar acuerdos justos. La ventana de oportunidad es ahora”, enfatizó el presidente.
Un reloj de arena para la diplomacia: Con la cuenta regresiva ya en marcha, los próximos 90 días serán determinantes para definir si la diplomacia comercial logra desescalar la tensión o si, por el contrario, el mundo se aproxima a una nueva fase de confrontación económica.
En este contexto, todas las miradas estarán puestas en los avances o estancamientos que se produzcan en las conversaciones lideradas por Washington. Mientras tanto, el presidente Trump ha dejado clara su postura: firmeza con China, pero apertura al diálogo con el resto del mundo.
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