Hablemos de Memorias de mis Putas Tristes

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Hace unos meses la figura de Gabriel García Márquez resurgió para tomar protagonismo debido al lanzamiento de su novela póstuma “En Agosto Nos Vemos (2024)”, y, como es natural, el debate mutó dentro de las redes sociales pasando de una discusión literaria a una trinchera política.

Si bien es cierto que, no se tiene mucha claridad alrededor de la edición de “En Agosto Nos Vemos”, más que el encargado fue Cristóbal Pera y que este libro fue anunciado hace más de veinte años por el nobel colombiano, quedaron muchas dudas en el aire. Sin embargo, la novela póstuma dejó de importar para que los usuarios de X aprovecharan el espacio para atacar la figura del nobel por sus posturas políticas. En especial, llamaron la atención los comentarios que surgieron alrededor de un libro en específico: Memoria de mis Putas Tristes (2004).

Memorias de mis Putas Tristes fue publicado en 2004, siendo la última novela publicada por García Márquez en vida. Guarda ciertas similitudes con En Agosto Nos Vemos, como los temas que abarca y la brevedad de su contenido, evidenciando que García Márquez al final de su vida como escritor le apuntaba a las obras cortas, por encima de los trabajos extendidos.

La polémica surgió por los temas tratados en el libro. Memorias de mis Putas Tristes cuenta la historia de un hombre de 90 años que, para celebrar su cumpleaños, le solicita a la administradora de un burdel de su confianza, que le conceda la virginidad de una menor de edad. De entrada, es una trama compleja, que puede ser entendida como vulgar o atrevida, alejada del ideal que se ha construido alrededor de la vejez.

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Conforme avanza la historia, como muchas del autor del Magdalena, los personajes se encasillan en situaciones apremiantes e incluso cómicas, que terminan por desenvolver ideales diversos de cómo puede ser comprendida la vida misma. En cierto momento, el protagonista del libro se ve tan desesperado por desplazarse de un lugar a otro, que termina robando una bicicleta y de repente deja de ser un hombre angustiado por su propia muerte, para convertirse en un don juan fracasado pero aventurero, evidenciando la sencillez de la vida misma.

La vejez encierra muchos misterios, pero quizá el mayor sea la condena moralista que ha encasillado a los adultos mayores en una soledad sin solución. Se espera que la vida termine por convertirse en un desierto drenado de toda experiencia o placer. Pero esta novela reta toda convicción existente. El protagonista, no contento con enamorarse vuelve a vivir, encuentra motivos para volver a escribir e incluso triunfa como nunca en su oficio como escritor local, a sus noventa años vive la vida que antes no había alcanzado.

El libro, más allá de ser una conjura vulgar de adulación a la prostitución como se le ha catalogado, se termina convirtiendo en una oda a la vida y una protesta contra el tiempo, en la que la vejez no es más un obstáculo para vivir, ni la mera espera de la muerte, sino una oportunidad más para perseguir la felicidad.

García Márquez no es el único atrevido, de hecho, el alemán Thomas Mann escribió la historia de un hombre enamorado de un niño que sería una de sus obras cumbre: Muerte en Venecia (1912). En este libro Gustav von Aschenbac, hombre de edad madura y escritor de oficio, se enamora de un adolescente polaco durante unas vacaciones en Venecia. Es un libro distinto, donde las discusiones giran en torno a la búsqueda de la belleza y la virtud, en el que la vida del protagonista da un vuelco en una edad avanzada porque resurgen en él sentimientos de otra época.

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En fin, ambos autores enfrentan el correr del tiempo como una consecuencia inevitable de la vida de sus protagonistas, quienes encuentran en su caminar motivos que los revitalizan, llenando de dignidad su vejez, alejándola de paradigmas mundanos, y llenándose del valor necesario para darle, de nuevo, color a sus vidas.

Orlando David Buelvas Dajud
X: @orlandobuelvasd

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