“Hay una nueva generación que no comparte plenamente los valores de sus padres y tiene otra visión del mundo”, Alejandro Gaviria

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Alejandro Gaviria, personaje destacado de la Academia y la Literatura, quien, además, es economista e ingeniero, y se desempeñó como ministro de Salud (2016 – 2018), habla sobre las impresiones que le deja este caótico 2020, tanto en las áreas que se desenvuelve, como a nivel personal.


360 Revista: Con las transformaciones multidimensionales que trajo la pandemia a la cotidianidad del mundo y la compleja situación actual de la que no se vislumbra un fin próximo, ¿Qué aspectos positivos y negativos diría usted que pueden rescatarse de este 2020, en materia política, económica, tecnológica y social?

Alejandro Gaviria (A.G.): Un balance completo sería muy difícil y precipitado. Todavía no entendemos plenamente las consecuencias de la pandemia. Hay muchos cambios que apenas se insinúan. Otros que no conocemos y que serán determinantes.

Yo quisiera señalar tres temas. Primero, la pandemia reveló muchas desigualdades sociales que antes no parecían fundamentales: la conectividad y, por lo tanto, las posibilidades de educación virtual son un privilegio de pocos, el estado de bienestar está construido alrededor del empleo formal, las enfermedades crónicas afectan mucho más a los más pobres, etc. Estos hechos deberían cambiar las prioridades, incidir sobre nuestra agenda de reformas. En fin, la pandemia es un espejo incómodo que ha revelado nuestra peor cara y nos obliga a actuar.

En términos políticos, la pandemia, que ha afectado mucho más a occidente que a oriente, ha mostrado también la ineficacia de algunas democracias liberales para lidiar con ciertos problemas de acción colectiva. Las democracias han mostrado ineficaces y eso tiene que preocuparnos. Yo no quisiera que el autoritarismo se presentará ahora como una solución a los problemas del mundo.

Y tercero, la pandemia ha consolidado el poder de algunas plataformas tecnológicas. Esa acumulación de poder es peligrosa. Necesita una mayor regulación y una acción decidida por parte del Estado y la sociedad.

360 Revista: Usted siempre ha estado interesado en debatir sobre el progreso, la legalización de las drogas, la eutanasia y la crisis ambiental, coyunturas que, incluso en medio de una pandemia que acapara casi toda la atención del mundo, siguen estando en el ojo de la opinión pública y causando divisiones ¿Considera que, en el caso de nuestro país, cambiará la perspectiva que se tiene de estas en el mediano plazo?

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A.G.: Yo creo que el país está cambiando. Hay una mayor apertura, hay una nueva generación que no comparte plenamente los valores de sus padres y tiene otra visión del mundo. En los temas de las drogas, el aborto, la eutanasia y la crisis ambiental, el cambio es inevitable. No por la pandemia. Más bien por cuenta de una generación más informada, combativa y consciente de los problemas globales. Una generación que no se resigna a aceptar pasivamente el mundo como es.

360 Revista: Desde su posición como exministro de Salud, ¿cómo considera que fue la gestión de la cartera actual con respecto a la crisis sanitaria a causa del coronavirus?, ¿cuáles son los retos a futuro que la situación actual deja para el país?

A.G.: Yo trabajé con el ministro actual. Respeto su trabajo. No quiero asumir el papel de analista objetivo. No lo soy en este caso.

Mi opinión en general es la siguiente: los resultados en América Latina son muy similares: la mayoría de los países grandes ha tenido un número similar de muertes acumuladas por millón de habitantes. En últimas, los resultados dependen más de las condiciones sociales, económicas y de salud prevalecientes antes de la pandemia que de las respuestas específicas de cada país.

Segundo, creo que, dentro de todo, el sistema de salud ha respondido razonablemente bien. No tuvimos los problemas de congestión hospitalaria de Perú y Ecuador, por ejemplo. Tenemos, eso sí, un sistema muy fragmentado, con grandes problemas de coordinación y deficiencias en la salud pública, en lo que llamamos intervenciones colectivas.

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360 Revista: Hablando de Educación, la pandemia hizo aún más evidentes las brechas de desigualdad para acceder a esta en las distintas regiones del país ¿Qué estrategias propondría usted para disminuirla, teniendo en cuenta que la falta de infraestructura o conectividad se debe muchas veces a la corrupción o a la poca inversión?

A.G.: Las estrategias pasan, por supuesto, por mayores inversiones en conectividad y por un debate que ya viene sobre la conectividad como un derecho. Pero mientras tanto, tenemos que dar el debate sobre el regreso a las clases presenciales. La deserción ha crecido. Los problemas de salud mental también. Las brechas en aprendizaje se van a convertir en un abismo. La pasividad con la que hemos asumido el cierre de la educación en buena parte del país es aterradora.

360 Revista: Todo el tiempo se dice que el 2021 será el año de la recuperación, de la reactivación económica… un año en el que la vida será abordaba con mayor conciencia y disfrute de lo cotidiano ¿Qué opiniones suscita en usted esto?, ¿cree que la crisis nos ha dado lecciones que cambiarán nuestra forma de vivir?

A.G.: Los adultos sabemos que los cambios son difíciles. Uno cambia en el margen. Yo en particular pasaré más tiempo en el espacio público, afuera, en la calle. La pandemia me hizo más consciente de las consecuencias del encierro. Hay una especie de consumismo triste del mundo moderno que ojalá cambiara, pero soy menos optimista.

No toda la antigua normalidad es mala, sin embargo. Los bares, por ejemplo, me parecen grandes invenciones humanas, lugares a los que les debemos mucho. Lo mismo los conciertos, los estadios llenos, las conferencias. Ojalá vuelva todo eso. También debemos combatir ese nuevo ascetismo pandémico que denigra de los placeres del pasado. Eso no tiene sentido.

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