Por: Luis Alonso Colmenares Rodríguez
Discúlpeme presidente, usted no es dueño del tiempo de nadie, usted solo manda en el tiempo suyo siempre que su tiempo no afecte a los demás. El hecho de haber ganado el apoyo del pueblo para llegar al poder no le da derecho a sentirse dueño del tiempo de los demás.
Desde que usted asumió como presidente se le volvió costumbre que llega a la hora que le da la gana al sitio o evento que le da la gana. Y así no es. Porque siempre podrá haber una excusa que puede resultar admisible, pero entonces hay que ponerle más atención al cumplimiento de las citas o eventos en los que confirma su asistencia.
No puede enfrentar las críticas que se hacen a su incumplimiento con decir que “En realidad no tengo ese don de la ubicuidad”. Por favor. Entonces más bien debe organizarse mejor para que asista a donde está en capacidad de cumplir. Sus ausencias no se pueden volver costumbre.
Si usted merece respeto, como en efecto lo merece, también tiene el deber de respetar. No merece respeto el que no lo expresa con su pensamiento, palabra y obra.
Hay que predicar con el ejemplo, sobre todo cuando se trata de una persona que tiene las responsabilidades del presidente de la República, y no es un tema de hacer el mayor esfuerzo, sino que ese debe ser el carácter del presidente, la puntualidad debe formar parte de su naturaleza desde el día que tomó posesión como presidente de la República.
La lista de sus incumplimientos desde que fue elegido como Presidente no es corta; lo que debiera ser esporádico se volvió recurrente y todo el mundo lo observa relacionando el hecho con irresponsabilidad, falta de principios o de valores. ¡Y eso no puede ser!
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Para empezar le quedó mal a los alcaldes de capitales como a los del resto del país; no llegó al reconocimiento de las tropas en la escuela de cadetes de la policía; tampoco llegó al Congreso de las Cooperativas ni al congreso de Fenalco; en la reciente visita como jefe de Estado llegó tarde a la cena con Joe Biden en el Museo de Historia Natural de Nueva York y también llegó tarde a la Asamblea General de la ONU; se quedaron esperándolo en el Encuentro de la Jurisdicción Contenciosa en Montería; no fue al Congreso de la Construcción en Barranquilla a pesar de que había confirmado asistencia, y también llegó tardísimo al Congreso de los ganaderos.
Pero la tapa de la olla fue el desplante a la rama judicial en la posesión de unos magistrados, a pesar de usted mismo los había invitado también a una cena. Pero no asistió y prefirió quedarse hablando con el alcalde de Medellín, y le tocó al ministro de Justicia atender a los invitados que se quedaron a la cena porque la mayoría se fueron muy molestos. Ahora ha trascendido que han resuelto no asistir a los actos que programen en la Casa de Nariño, y en adelante posesionarse ante notario. Ya es la última gota que derramó la copa.
Discúlpeme presidente, ser puntual, respetar los tiempos ajenos, es un valor que lo identifica con el compromiso de resolverle los problemas a la gente, que estoy seguro es su deseo, y lo presenta como una persona responsable y comprometida con su trabajo.
Ese solo hecho de respetar el tiempo de las otras personas indica educación, además de que representa responsabilidad y orden; pero algo más importante: hace que los demás lo identifiquen como una persona en la que pueden confiar.
¿Usted ha pensado en la incertidumbre, angustia y el estrés que se está creando en los auditorios cuando se sabe que usted ha confirmado asistencia?
Lo están reconociendo con la frase que hizo famoso al fallecido cantante Diomedes Díaz: “no vienes Díaz”.
Permítame que le diga lo obvio: el tiempo es limitado y no importa cómo lo podamos dividir para ser eficientes. Gestionar el tiempo le permitirá tomar mejores decisiones señor presidente. Y como dijo el filósofo de La Junta: Se las dejo ahí...
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