De la invasión de tierras al incendio de iglesias

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EDITORIAL


Nuestro editorial para hoy viernes 30 de septiembre quiere manifestar en primera instancia solidaridad con toda la comunidad católica en Colombia ante el vil acto contra una religión que debe gozar de todas las garantías, libertades y respeto como cualquier otra en Colombia.

Que un grupo de mujeres que se definen como proaborto y promujeres crean que intentando incendiar la catedral primada de Colombia, el símbolo máximo de la religión católica en Colombia, habla muy mal de los síntomas que viene presentando Colombia en las últimas semanas.

No solo tenemos invasiones de tierras que van creciendo todos los días en más de doce departamentos, una pasividad absolutamente preocupante por parte de la fuerza pública en general sino que parece que entramos poco a poco en una anarquía, en un Estado en donde solo se impondrá el más fuerte y todo se permitirá, una ley de la selva.

Colombia es un Estado laico, a cada ciudadano se le tiene que respetar el ejercicio de la religión en la que crean, como también quien no crea en nada tiene derecho a ser agnóstico; se les tiene que respetar. Ningún templo de alabanza, de oración o de reunión puede ser atacado por un grupo que piense distinto. Es un símbolo del irrespeto, de la intolerancia, de la criminalidad y sobre todo de ese grado de irrespeto hacia la autoridad que se va carcomiendo a cada una de las ciudades de Colombia.

La alcaldesa de Bogotá Claudia López decía que el video del incendio de la puerta intentando quemar la catedral se lo había enviado el comandante de la Policía de Bogotá, y en vez de actuar decidió grabar. ¿Quién le ha dado la orden a la Policía de andar desarmada?, ¿quién le da la orden a la Policía de no actuar en momentos en que tiene que actuar?, ¿quién le da la orden al ESMAD de estarse oxidando en momentos en que tienen que ingresar a controlar disturbios y alteraciones al orden público?

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Lo que se viene consumando en Colombia es reprochable, se tiene que rechazar desde todas las posiciones democráticas que existan en el país. La iglesia católica como cualquier otra religión o movimiento no pueden ser víctimas de ataques, no pueden ser estigmatizados; tienen que gozar de la protección de las autoridades.

La reflexión que nos deja esto es que Colombia no se puede ir al garete por cuenta de un cambio de política institucional que pareciera indicar que acá se tiene que dejar hacer y dejar pasar sin que quienes tienen que actuar, actúen.

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Trabajador de un ingenio en un puesto de vigilancia para tratar de que la invasión de tierras avance. Foto: AFP.

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