José Saramago

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“Este año se cumplen 100 años del nacimiento del escritor Lusitano José de Sousa Saramago. Un hombre nacido en un lecho lleno de pobreza que lo ubicó cerca de la precariedad y alejado de la grandeza…”


Autor: Orlando David Buelvas Dajud

“Soy un viejo escritor de la nueva generación”

Este año se cumplen 100 años del nacimiento del escritor Lusitano José de Sousa Saramago. Un hombre nacido en un lecho lleno de pobreza que lo ubicó cerca de la precariedad y alejado de la grandeza. Sin embargo, con el tiempo fue conocido como una persona polémica, de una tendencia política en la cual creyó con vehemencia, con una prosa distinta y una vida para recordar.

Su nombre realmente era José Sousa, pero por un error de registro fue inscrito como José “Saramago”, cuál era el apodo de su familia. Sus padres eran campesinos sin tierra, a unos 100 kilómetros de Lisboa. Tuvo una niñez complicada, inició sus estudios en una escuela industrial, pero al poco tiempo tuvo que abandonarlos debido a las falencias económicas que su familia vivía para esa época.

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José Saramago

Su juventud fue marcada por traslado de su familia desde su pueblo, Azinhaga, a Lisboa. En poco tiempo se consagro a la literatura clásica. Se le recuerda como un joven silencioso pero curioso de su entorno, siempre fascinado con la naturaleza y el lenguaje, alguien fiel a su niñez, tanto así, que con su obra invitaba a “dejarse llevar por el niño que has sido”.

Fue periodista, un escritor tardío castigado por sus creencias políticas decantadas hacía el comunismo, hasta el punto en que fue vetado de los reconocimientos de literatura europea por parte de su propio país por publicar “El Evangelio Según Jesucristo”. Obra reprobada por el catolicismo al considerarla como blasfema.

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A los 25 años publicó su primer libro con el título de “Tierra Del Pecado”. No fue un éxito comercial, y Saramago estuvo casi 20 años sin publicar ningún libro, según el escritor no tenía nada para decir y por lo tanto no merecía la pena escribir. Fue un hombre extraño, alguien que se decidió a vivir de la escritura, aun sin tener la menor esperanza de lograrlo.

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En 1998 fue reconocido con el premio nobel de literatura, sobre lo que llego a mencionar que fue el momento en su vida en que la soledad lo embargó en mayor medida. Fue un ateo declarado, abandonó Portugal al ser vetado por “ofender a los católicos” para vivir en la isla canaria de Lanzarote, lugar donde aún hoy reposan los relojes del autor detenidos todos a las cuatro de la tarde, hora a la que conoció a su última esposa, Pilar del Río.

“Soy un viejo escritor de la nueva generación”. Realmente, Saramago se mantuvo distante del estilo narrativo de sus contemporáneos. Sus libros se caracterizan por una narrativa sobria y precisa que puede orbitar sobre varios temas simultáneos al desarrollo de la historia. Por momentos, parece que Saramago persigue la narrativa clásica donde el narrador cobra exclusivo protagonismo hasta el punto de ser él quien moldea la historia. Pero bien, ese mismo narrador no siempre mantiene esos conocimientos absolutos, para perderse en la narrativa de la que hace parte.

De la misma manera, Saramago invita al lector a enfrentar las contradicciones del conocimiento y la existencia. Sus libros son alegóricos presentándose por medio de metáforas que se consuman en el comportamiento de sus personajes.

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Su estilo único le permite la generalización de situaciones a las que somete toda una población. Esto es más evidente en el “Ensayo Sobre la Ceguera”, donde toda la ciudad pierde la vista; “Ensayo Sobre La Lucidez”, donde toda la población vota en blanco; o, “Las Intermitencias De La Muerte”, obra en la cual las personas dejan de morir.

Saramago es un autor trivial, auténtico y sarcástico por momentos. Fue un hombre capaz de hacer que la muerte cayera enamorada provocando que la vida nunca llegase a su fin, expuso los límites de la condición humana en manos de un grupo de personas ciegas guiadas por la única mujer con vista conservada y expuso las ilusiones de un rey sobre un elefante viajero. Logró alcanzar los limites conocidos de la literatura con palabras sencillas. Fue, con toda la razón, un escritor sin igual cuyas obras no caerán nunca en el olvido.

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