lunes, septiembre 25, 2023

¿La censura depende del Gobierno?

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EDITORIAL

Varios medios de comunicación se indignaron por el caso Juan Pablo Bieri, pero a la vez habla muy mal de ellos el silencio o incluso los ataques que promovieron o apoyaron en ocasiones de la historia.


La política en Colombia no es evidentemente la más sana, elegante ni la que más se ciña a las reglas de lo que debería ser en cuanto a las formas, costumbres y procedimientos, y no es solamente por hablar del caso colombiano. Si uno explora otros fenómenos en el mundo encontrará casos peores o iguales.

Varios dichos como “cada torero llega con su cuadrilla”, “cada nuevo gobernante llega con una escoba”, “quien gana es el que goza”, entre otros. Tratan de justificar una manera de colocar personas que estuvieron en una campaña aspirando a un cargo popular para que estas hagan parte de ese Gobierno.

En este caso, que también aplica al Gobierno de Iván Duque, ha sucedido que a varios medios de comunicación, organizaciones no gubernamentales, y opinadores, han tenido el ánimo y la voluntad curiosa y llamativa de examinar cada uno de los nombramientos, mirar aptitudes, capacidades, experiencia, cargos y hasta declaraciones en Twitter, y desde esa tribuna se han encargado de tumbar varios nombramientos, de tratar de eliminarlos, de volverlos mediáticos y de generarles una mala reputación, cosa que no pasaba en el anterior Gobierno.

Llama la atención que los diferentes sucesos políticos que llevan a que una persona trate de rodearse de quienes son sus colaboradores principales, terminan generando también malestar en el entendido de que algunos creen que solo pueden acceder al poder quienes estuvieron en campaña o quien es escogido por el presidente de turno. Y es que podría ser un poco injusta la narrativa que han establecido algunos de decir que Juan Pablo Bieri censuró; no queremos defender ese tipo de actitudes, simplemente creemos que Bieri se quejó de una persona que continuamente estaba hablando de la empresa que le pagaba, que lo empleaba, de los dueños de la empresa y más que eso, seguramente tuvo errores al expresarse pero en sus acciones que al fin y al cabo era lo importante y por lo cual se le puede juzgar, no demostró censura. La censura se quedó en un discurso, un unas declaraciones grabadas ilegalmente.

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Es válido recordar el caso de un estudiante antioqueño de la Universidad Eafit que había surtido todo un proceso para hacer las prácticas en las Naciones Unidas, en la ciudad de Nueva York, en la delegación de Colombia, y este fue retirado, sin mayor explicación, de esa práctica.

Cuando el suceso fue público, las personas empezaron a indagar. La respuesta fue que como una persona no simpatizaba con el Gobierno de turno, no podía trabajar alli. Y en ese caso muchos periodistas apoyaron esas declaraciones. 

No creemos que en Colombia se censure de la manera en que la están haciendo ver. La mayor censura del país se da a través de la pauta publicitaria, la cual es escasa y se la pelean muchos medios, unos con trampas y otros en una competencia de legalidad, y termina siendo un método de autocensura para muchos medios de comunicación, desde pequeños hasta grandes, pues saben que no pueden hablar de su cliente a hacer una investigación, publicarla  o difundir una columna. Ahí estaría en riesgo su contrato. Esa es una gran amenaza.

Y la otra gran amenaza de censura, que es lamentable y todavía se vive en Colombia, son las amenazas. Lamentablemente, los periodistas siguen estando en la diana de la delincuencia, de los ilegales y no nos referimos a quienes son delincuentes comunes. Nos referimos a quienes están en estamentos de poder, a quienes han ostentado cargos políticos importantes, a quienes tienen control en negocios ilegales, a quienes trabajan en la legalidad y en la ilegalidad al mismo tiempo, y saben que lo que se publique en determinados medios de comunicación les puede perjudicar. Hacia eso no se avanza, eso no se debate, eso no se vuelve público.

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Desde este medio de comunicación condenamos todo acto o intento de censura, hemos sido víctimas de este pero sin mayor alharaca intentamos salir avante de cada episodio. Creemos que todos los medios de comunicación y ciudadanos preocupados de Colombia deberían ser más objetivos a la hora de analizar los posibles actos de censura en cada Gobierno, pues no habla bien de ellos que sean selectivos en esas ocasiones.


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EDITORIAL

Varios medios de comunicación se indignaron por el caso Juan Pablo Bieri, pero a la vez habla muy mal de ellos el silencio o incluso los ataques que promovieron o apoyaron en ocasiones de la historia.


La política en Colombia no es evidentemente la más sana, elegante ni la que más se ciña a las reglas de lo que debería ser en cuanto a las formas, costumbres y procedimientos, y no es solamente por hablar del caso colombiano. Si uno explora otros fenómenos en el mundo encontrará casos peores o iguales.

Varios dichos como “cada torero llega con su cuadrilla”, “cada nuevo gobernante llega con una escoba”, “quien gana es el que goza”, entre otros. Tratan de justificar una manera de colocar personas que estuvieron en una campaña aspirando a un cargo popular para que estas hagan parte de ese Gobierno.

En este caso, que también aplica al Gobierno de Iván Duque, ha sucedido que a varios medios de comunicación, organizaciones no gubernamentales, y opinadores, han tenido el ánimo y la voluntad curiosa y llamativa de examinar cada uno de los nombramientos, mirar aptitudes, capacidades, experiencia, cargos y hasta declaraciones en Twitter, y desde esa tribuna se han encargado de tumbar varios nombramientos, de tratar de eliminarlos, de volverlos mediáticos y de generarles una mala reputación, cosa que no pasaba en el anterior Gobierno.

Llama la atención que los diferentes sucesos políticos que llevan a que una persona trate de rodearse de quienes son sus colaboradores principales, terminan generando también malestar en el entendido de que algunos creen que solo pueden acceder al poder quienes estuvieron en campaña o quien es escogido por el presidente de turno. Y es que podría ser un poco injusta la narrativa que han establecido algunos de decir que Juan Pablo Bieri censuró; no queremos defender ese tipo de actitudes, simplemente creemos que Bieri se quejó de una persona que continuamente estaba hablando de la empresa que le pagaba, que lo empleaba, de los dueños de la empresa y más que eso, seguramente tuvo errores al expresarse pero en sus acciones que al fin y al cabo era lo importante y por lo cual se le puede juzgar, no demostró censura. La censura se quedó en un discurso, un unas declaraciones grabadas ilegalmente.

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Es válido recordar el caso de un estudiante antioqueño de la Universidad Eafit que había surtido todo un proceso para hacer las prácticas en las Naciones Unidas, en la ciudad de Nueva York, en la delegación de Colombia, y este fue retirado, sin mayor explicación, de esa práctica.

Cuando el suceso fue público, las personas empezaron a indagar. La respuesta fue que como una persona no simpatizaba con el Gobierno de turno, no podía trabajar alli. Y en ese caso muchos periodistas apoyaron esas declaraciones. 

No creemos que en Colombia se censure de la manera en que la están haciendo ver. La mayor censura del país se da a través de la pauta publicitaria, la cual es escasa y se la pelean muchos medios, unos con trampas y otros en una competencia de legalidad, y termina siendo un método de autocensura para muchos medios de comunicación, desde pequeños hasta grandes, pues saben que no pueden hablar de su cliente a hacer una investigación, publicarla  o difundir una columna. Ahí estaría en riesgo su contrato. Esa es una gran amenaza.

Y la otra gran amenaza de censura, que es lamentable y todavía se vive en Colombia, son las amenazas. Lamentablemente, los periodistas siguen estando en la diana de la delincuencia, de los ilegales y no nos referimos a quienes son delincuentes comunes. Nos referimos a quienes están en estamentos de poder, a quienes han ostentado cargos políticos importantes, a quienes tienen control en negocios ilegales, a quienes trabajan en la legalidad y en la ilegalidad al mismo tiempo, y saben que lo que se publique en determinados medios de comunicación les puede perjudicar. Hacia eso no se avanza, eso no se debate, eso no se vuelve público.

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