La grandeza del campesino en el peor año de la historia

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«Si hay un sector que le respondió con grandeza a Colombia y sacó este año la cara por el país es el agropecuario.»


Por: David Barguil

En medio de un año sin precedentes en la historia por la llegada de la pandemia del Covid 19, los campesinos demostraron lo indispensables que son: nunca hubo escasez de alimentos, pese al temor inicial por el aislamiento obligatorio, y ayudaron a contener una peor crisis económica de la que vivimos actualmente. Por ello, el Congreso y el Gobierno Nacional debe responderles con la misma grandeza y ponerse a la altura en aras de suplir sus inmensas necesidades. 

Esta semana aprobamos en el Congreso la ley de financiamiento para la reactivación del sector agropecuario, pesquero, acuícola, forestal y agroindustrial. Como lo señalamos en la columna anterior, fui uno de los ponentes de este proyecto, el cual consideramos de suma importancia para los pequeños y medianos productores del campo que recibirán un apoyo económico toda vez que hayan sido afectados por fenómenos no controlables como los fitosanitarios, zoosanitarios (plagas/ enfermedades de cultivos o animales), biológicos o una caída severa y sostenida de ingresos.

En total, hablamos de alrededor de 200.000 pequeños y medianos productores beneficiados, aunque se le dará prioridad a los pequeños que representan el 98% de los destinatarios. Por ejemplo, quienes se han colgado en sus deudas con el Banco Agrario o con entidades financieras, así como con cooperativas o con quienes les venden insumos y semillas, verán alivios como condonación de intereses corrientes y de mora, e incluso parte del capital. En resumen, la ayuda llegará tanto para el que tiene deudas financieras como no financieras.

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A continuación, hacemos un pequeño resumen de los puntos más importantes de la ley:

  • El Banco Agrario y Finagro podrán celebrar acuerdos de recuperación de pago de cartera que hayan entrado en mora antes del 30 de septiembre de 2020. Esto incluye condonación de intereses corrientes y de mora, y quitas de capital para pequeños y medianos productores.
  • Quienes tengan deudas al 31 de diciembre de 2020 con el Fonsa (Fondo de Solidaridad Agropecuaria), podrán extinguir sus obligaciones hasta el 31 de diciembre del 2021. 
  • Aquellas personas que hayan realizado abonos a capital podrán extinguir sus obligaciones cancelando la diferencia entre el monto inicial de la deuda y los abonos a capital realizados hasta la fecha que establezca el Ministerio de Agricultura.
  • Finagro, o la entidad que obre como acreedor de las obligaciones del Fonsa o del Programa Nacional de Reactivación Agropecuaria (Pran), se abstendrá de adelantar su cobro judicial a partir de la entrada en vigor de esta ley y hasta el 31 de diciembre de 2021.
  • Se crea un programa de alivio a las obligaciones financieras otorgadas en condiciones Finagro por los intermediarios financieros, así como a las obligaciones contraídas con proveedores de insumos agropecuarios.

Este proyecto surgió en respuesta a varias problemáticas que aquejan al sector. Entre ellas, la caída de precios de los bienes agrícolas por la pronunciada relación directa que existe entre estos y el precio internacional del petróleo. Igualmente, el elevado costo de los insumos agrícolas, asunto que hemos venido denunciando desde hace varios años debido a la existencia de carteles internacionales que venden fertilizantes y agroquímicos a precios exorbitantes, lo cual contribuye al aumento de los costos de producción del sector agropecuario. Y otros factores ya conocidos como las afectaciones fitosanitarias, factores climáticos y el contrabando.

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Frente a lo anterior, es a penas natural que el Gobierno y el legislativo impulse una ley como la mencionada para contrarrestar los efectos adversos en los campesinos y productores. Sin embargo, las acciones deben ir muchísimo más allá y no quedarse en condonaciones que sólo arreglan el asunto a corto plazo, pero no solucionan el problema de raíz.

Es por esto que en la anterior columna hice la reflexión sobre a lo que realmente debemos apuntarle: una transformación real del campo que sea productivo, eficiente y capaz de competir en los mercados internacionales. Les reitero mi sueño: que tengamos maquinaria verde y amarilla, asistencia técnica, crédito agropecuario barato, riego, drenaje, que logremos reducir los precios de los insumos agropecuarios, que podamos invertir los recursos en la productividad del campo para que la riqueza sea sostenible en el tiempo y brinde oportunidades a los colombianos de las regiones, de ese país rural y apartado con gente llena de valores, entusiasmo y compromiso por esta patria.

Sólo así lograremos responderles, con la grandeza que se merecen, a los campesinos de Colombia.

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