Por: Redacción 360 Radio
¿Acaso olvidamos cómo era el panorama político mundial antes del coronavirus? Marchas masivas y gritos de protesta se extendían por todo el planeta manifestando una fuerte inconformidad con la corrupción, el fraude electoral, los daños medioambientales y los abusos en materia económica y social por parte de los gobiernos.
Principalmente en Suramérica, Europa, Medio Oriente y Asia millones de personas se tomaron las calles para exigir cambios o para detenerlos cuando amenazaban el bien común. ¿Nos olvidamos ya de los ‘Chalecos amarillos’? ¿No recordamos los ‘Fridays For Future’ de Greta Thunberg? ¿Se ahogaron por completo los gritos de los estudiantes en Colombia y en Chile, luchando por garantías para la educación?
El coronavirus llegó y arrasó con todo lo que sucedía en ese entonces y, con derecho, se convirtió en la prioridad de los gobiernos ¿o en su salvavidas?
Sin embargo, las grietas que reflejan las fallas, que algunos sistemas democráticos no se han preocupado por enmendar, son difíciles de disimular; incluso ahora cuando una pandemia se roba la atención del mundo entero.
Un caso claro es Estados Unidos, un país en el que el racismo ha estado siempre presente y arraigado en un amplio sector de la población y que, en medio de la crisis por la Covid-19 tuvo un detonante: el asesinato del afroamericano George Floyd. Ni siquiera la amenaza de este virus, detuvo las manifestaciones de descontento en el país norteamericano y ahora este es un tema central en las próximas elecciones.
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¿Elecciones? En Estados Unidos están previstas para el 3 de noviembre, no obstante, el coronavirus podría cambiar esto. El presidente Donald Trump ha comentado en varias ocasiones su interés de que estas se posterguen hasta el año entrante. Como también ha ocurrido en Bolivia, donde el gobierno interino ha aplazado la fiesta de la democracia indefinidamente o, como en Chile, donde se pospuso el referéndum constitucional.
Estados Unidos no es el único caso. Desde el año pasado, en Líbano se venían presentando multitudinarias protestas en contra del gobierno y, ahora, posterior a la trágica explosión en Beirut, han vuelto a reactivarse. Esta presión social conllevó a la renuncia de todo el gabinete del actual gobierno del país medio oriental, en donde se han confirmado 6.517 casos positivos de coronavirus y, según la Organización Mundial de la Salud, se encuentra cerca de alcanzar el pico.
Así ocurre también en Colombia, un país en el que las cacerolas resonaban antes del coronavirus. Actualmente, esta pandemia ha sacado a relucir lo mejor y lo peor de la política nacional y, al mismo tiempo ha profundizado aún más la polarización en el sector. Por esto, muchos, califican las Elecciones 2022 como decisivas y otros incluso se atrevieron a dar pistas de su candidatura en medio de la crisis, como lo hicieron Gustavo Petro y Sergio Fajardo.
Esto, de ver lo mejor y lo peor, también está ocurriendo alrededor del mundo y, por ende, la pandemia no solo ha sacudido la democracia sino que podría representar una oportunidad para la misma.
La población está observando la gestión de sus gobiernos en medio de la crisis. Unos son aplaudidos, como es el caso de Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda, y otros son condenados, como ocurre en Brasil con el presidente Jair Bolsonaro, que en varias ocasiones ha dado positivo para coronavirus.
De esta forma, la coyuntura también podría ser determinante en las elecciones futuras alrededor del mundo. Así, aunque por el momento el descontento social global que venía abriéndose paso está en pausa, el intento por reacomodar los países en una era pospandemia podría reavivarlo y, desde ahora los gobiernos con sus acciones están contribuyendo a que este sea más intenso o, por el contrario, muestre un atisbo de consideración.