Nostalgia y el Muro de Berlín

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Después del discurso de Petro en Berlín, creo haber ganado por goleada el argumento de que el presidente Gustavo Petro es un romántico del totalitarismo comunista que tanto dolor generó en Europa, sobre todo en Alemania.

Acá las palabras del presidente Gustavo Petro en algún evento que atendió durante su visita a Berlín el viernes pasado, y que se volvió viral en las redes sociales: “Y creo que hoy, después de una gran noche neoliberal que llamamos nosotros, neoconservadora le dicen otros, que por décadas, tres o cuatro décadas ha dominado el mundo, fundamentalmente a partir de este lugar geográfico del derribo del Muro de Berlín, el derribo del muro de Berlín trajo una oleada neoconservadora, una destrucción del movimiento obrero a escala mundial, un debilitamiento formidable, y entonces una pérdida de los valores de izquierda, quizás las luchas como alguien decía, se libraban más en el terreno de la cultura que a nivel del poder político, y en el terreno de la cultura sí que se transformó la humanidad en un sentido neoliberal…”

En varias ocasiones he tenido discusiones fuertes con gente, incluso conocidos, que me piden rectificar cuando argumento que el presidente Petro es un chavista consumado. “Ay, Alberto, ya bájese de ese cuento de que Petro quiere convertir a Colombia en Venezuela, deje de ser tan cansón, ¡sea serio!”.

Bueno, después del discurso de Petro en Berlín, creo haber ganado por goleada el argumento de que el presidente Gustavo Petro es un romántico del totalitarismo comunista que tanto dolor generó en Europa, sobre todo en Alemania.

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Entre los denominadores comunes de los comunistas están la ignorancia, la mediocridad, la trampa, la pereza, y el odio. El proceso de aprobación en la comisión séptima de la cámara de representantes de la reforma laboral de Petro cumple con todos los postulados recién descritos.

El proyecto de ley de Petro es ignorante, ya que no tiene en cuenta las recomendaciones del Consejo Gremial o del Banco de la República, entidad que pronostica que si se aprueba esta reforma se perderán cientos de miles de empleos formales en Colombia; es mediocre, por la misma razón recién expuesta; es tramposa porque el congresista Escaf manipuló grotescamente el quórum en la comisión séptima para lograr que se aprobara el primer voto de este proyecto; es perezosa porque esta reforma va en contra de la gente del común que se esfuerza día a día por salir adelante; y es una reforma odiosa porque el objetivo del Pacto Histórico es “vengarse” de la clase dirigente para supuestamente lograr “el cambio”.

Los últimos días han logrado demostrar que los que argumentamos ingenuamente que el gobierno del Pacto Histórico iba a ser un gobierno moderado, por lo menos por un año, nos equivocamos. Mi madre solía decir que yo soy demasiado inocente, que siempre pienso que la gente es buena en el fondo.

Hoy queda claro que el gobierno de Petro llegó para arrasar con todo lo bueno que existe para comenzar de ceros nuevamente. Ideología revolucionaria pura y dura. Y el costo para lograr ese cambio se convirtió en una cuestión secundaria.

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Como ha quedado claro en los últimos días, si hay que comprar congresistas para que apoyen quórums, pues se hace. Si hay que silenciar y amenazar a la prensa, pues se hace. Si hay que desaparecer testigos para que no hablen, pues “la revolución todo lo merece”.

Los colombianos que no queremos que destruyan todo lo bueno que se ha logrado solo tenemos una opción en este momento. O nos unimos, o nos hundimos. Candidatos únicos de la centroderecha para las elecciones de octubre. Esto es de vida o muerte.

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Alberto J. Bernal-León

Twitter: @albertobernalle

 

 

 

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