Durante el año 2023, era común escuchar la frase «la situación está muy difícil» en boca de pequeños, medianos y grandes empresarios de Colombia y Al finalizar el año, muchos apenas lograron mantenerse a flote, con la esperanza de que el 2024 trajera mejores perspectivas. Desafortunadamente, todas esas preocupaciones del año anterior se han hecho realidad.
Como lo advertimos repetidamente en este medio de comunicación, Colombia se enfrenta a una severa desaceleración económica. Los indicadores del 2023 ya mostraban un panorama sombrío, pero lamentablemente, tanto el Gobierno Nacional como los gobiernos regionales no tomaron medidas oportunas para reactivar la economía.
Esta desaceleración económica se debe en gran medida a las altas tasas de interés impuestas por el Banco de la República para combatir una inflación persistente, una de las más altas del continente. Esto, junto con la inseguridad jurídica y física, ha creado una tormenta perfecta que ha llevado a la economía colombiana a su peor nivel de crecimiento en los últimos 100 años, incluso peor que durante la crisis económica global del 2008.
Colombia, un país que depende tanto de los gobiernos, que cambia constantemente su sistema tributario y no genera confianza en los mercados, está saliendo muy mal parado de este proceso de «refundación de la patria».
Para el 2024, las perspectivas no son alentadoras. Un crecimiento económico superior al 1.5% es poco probable, y es preocupante que los cálculos de inflación difícilmente estén por debajo del 7.5%. Esto llevará a que la tasa de intervención del Banco de la República cierre alrededor del 10%, una cifra excesivamente alta.
Sin embargo, el Banco de la República no se atreve a reducir esta tasa debido a la falta de confianza en las políticas del Ejecutivo. Es crucial que la política fiscal y la política monetaria se coordinen adecuadamente para evitar mayores daños a la economía del país.
Recientemente, el presidente Petro expresó que los proyectos de infraestructura para Antioquia no se reactivarían porque beneficiaban únicamente a los ricos del Poblado de Río Negro. Esta declaración está completamente desconectada de la realidad, al igual que otras situaciones similares en diferentes regiones del país.
El Gobierno Nacional ha puesto freno a los principales proyectos de crecimiento económico y continúa su lucha contra el sector minero-energético, recientemente firmando un decreto que prácticamente prohíbe la minería por diez años.
Es evidente que se requiere una rápida movilización por parte de los gobernantes regionales para dinamizar la economía de sus respectivas regiones. Son ellos quienes pueden impulsar cambios significativos, ya que es poco probable que el gobierno central tome medidas efectivas en este sentido.
En conclusión, es poco probable que Colombia alcance un crecimiento del 3% durante los dos años y cuatro meses restantes del gobierno de Petro. Se espera que el país cierre el 2026 con una inflación del 5.5%, muy por encima de la meta del Banco de la República, y con tasas de interés superiores al 7%. Esta situación será una tragedia para las micro, pequeñas y medianas empresas, así como para muchas familias colombianas. Es fundamental corregir el rumbo económico actual para evitar mayores problemas en el futuro.
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