Parar por parar

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Cuando empezaron las movilizaciones existía una razón válida y cierta para parar, era la Reforma Tributaria que acababa de ser radicada en el Congreso por el Gobierno de Duque, caída ya la reforma.


Por: José Miguel Santamaría

Estas movilizaciones debieron acabarse, paso todo lo contrario, ahora aparecieron miles de razones adicionales para hacerlo.Esto lo hace a uno pensar que hay mucho más de fondo en estos acontecimientos.

Lo primero e indispensable decir que tengo la absoluta claridad de la grave situación que estamos
viviendo los colombianos en esta época, la pandemia y el mal manejo que en diferentes partes por desacertadas cuarentenas se le han hecho han venido arrasando parte de la economía, la pobreza ha aumentado considerablemente, la quiebra de empresas ha sido muy grande y por tanto el aumento del desempleo, en lo que no estoy de acuerdo es que un paro violento sea la solución a estos problemas.

Es una paradoja, a ninguno de los marchantes los he oído pedir al gobierno un empleo digno, o
generar recursos para la recuperación de la economía para que la creación de emprendimientos,
negocios o empresas generen nuevas fuentes de empleo y oportunidades de trabajo, todo lo
contrario, lo que piden a gritos es no tener que volver a trabajar, especialmente los jóvenes
buscan a toda costa una renta básica universal, un subsidio con el cual puedan vivir sin tener que
hacerlo.

El mal llamado Comité Nacional del Paro que nadie sabe ni quién lo creo, o quién nombro a sus
miembros ni a quién representan ha pedido al gobierno cosas tan sumamente escandalosas y
fuera de contexto que hace que la interlocución con ellos sea inane.

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El ingreso al paro nacional de la guardia indígena y de las mingas del Cauca ha convertido a Cali en un campo de guerra donde al ciudadano inerme le ha tocado salir a defenderse como pueda, ellos, los indígenas consideran que los colombianos – igual que ellos – tenemos una deuda ancestral y que debemos pagárselas, lo que no cuentan es que son los terratenientes más grandes del país, que reciben recursos a manos llenas del Estado, y que como se dice coloquialmente trabaja más un gorgojo en un riel que ellos.

Ellos realmente van al paro a defender el narcotráfico, sus cultivos de coca y mariguana donde están involucrados desde hace muchos años. La aspersión aérea tiene
un fondo muy grande en estas marchas. Lo de los educadores ya es la tapa, Fecode pide a gritos acabar con la alternancia escolar que es la manera de no seguir aumentando las diferencias entre la educación privada y pública, ellos siguen defendiendo a ultranza sus prebendas, sus salarios porque pueden tener más de uno, sus pensiones especiales, mejor dicho, defienden todo menos la educación pública.

Capítulo aparte tienen los transportadores, que aprovecharon esta situación tan grave del país
para salir a pedir lo divino y lo humano, tienen hoy las ciudades desabastecidas y se han
encarecido los precios donde los más perjudicados son los que dicen defender, trancar las vías
principales y aislar al país debería ser considerado un delito y estas personas ir a la cárcel y sus
vehículos a extinción de dominio.

Lo que la mayoría de las personas que han parado no saben es que ellos son simplemente unos
títeres y peones de unas organizaciones internacionales que vienen por el país y la democracia, a
los que poco les interesa lo que están pidiendo ni el bienestar de la sociedad, el paro es un
vehículo para cambiar el régimen en Colombia.

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