El reconocido economista Luis Guillermo Vélez habló sobre la próxima reforma tributaria, lo importante que es reconsiderar los métodos para definir el salario mínimo en el país y del enfoque que deberían tener los diferentes candidatos a las elecciones presidenciales de 2022, en donde la restauración de la economía seguirá siendo un tema fundamental.
360:
Para usted como economista, ¿Cuál es la mejor reforma tributaria?
Luis Guillermo Vélez (L.G.V.):
La mejor reforma tributaria sería lo que yo llamo una reforma virtuosa, que rebajando las tarifas, aumentara el recaudo y estimulara la economía. Creo que esto es posible. Recientemente, una comisión experta contrata por la Dian estimó que con las excepciones, las exclusiones y la menor tarifa se dejan de recaudar 75 billones de pesos.
Entonces, una reforma tributaria que amplíe el IVA a todos los bienes y servicios de la canasta familiar con una tarifa del 10 %, produciría más de 20 billones de pesos adicionales de recaudo y haría innecesario aumentar las tarifas del impuesto de renta y todo lo demás.
Esta reforma debería ir acompañada de un programa de devolución del IVA orientado a las familias más pobres, se podría devolver más de $200.000 mensuales a unos 3 millones de estas familias. Con esta devolución, el cuento sería más progresivo y las personas que se benefician hoy de las exclusiones y de las tarifas menores, que son más pudientes, pues tendrían que asumir sus responsabilidades. Para mí, esa es una buena reforma tributaria.
360:
En sus análisis, usted menciona que es pertinente también eliminar altos cargos del gobierno para evitar modificaciones innecesarias en la nueva reforma tributaria, ¿Por qué cree que en Colombia todo se soluciona con burocracia y cuáles serían los que eliminaría?
L.G.V.:
Hablaríamos entonces también de una reforma fiscal. En un trabajo que publiqué hace un tiempo, demostré cómo era posible reducir en cerca de 20 billones de pesos el gasto de la nación orientado a los altos cargos. Creo que es factible una reducción burocrática, focalizando todos los subsidios y haciendo una reducción del gasto público. Por ejemplo, este país se gasta unos 3 billones de pesos en subsidios para servicios públicos (electricidad, luz, gas y agua) y muchas de estas personas tienen la capacidad económica para pagar las tarifas plenas. Hoy hay más auxilios para electricidad, luz, gas y agua que los que existían hace 20 ó 25 años y eso es absurdo, porque la situación económica del país y las familias ha avanzado.
Además, es inaceptable que se dupliquen los cargos en la administración pública, las consejerías presidenciales y las nóminas paralelas a estos, sin duda, puede evitarse una gran cantidad de empleos. Ahora en medio de la pandemia, yo no creo que los funcionarios públicos que estaban en la casa estuvieran trabajando mucho, esta situación demostró que el estado podía funcionar sin contar con gran parte de la fuerza laboral. Entonces creo que una reducción de estos gastos es posible y completamente necesaria.
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360:
¿Qué opina sobre el salario mínimo actual y los mecanismos que utilizamos hoy en el país para definirlo?
L.G.V.:
La estipulación del salario mínimo es un absurdo económico. El salario mínimo se le paga a las personas de menor calificación, pero lo ganan desde albañiles hasta meseros y empleadas del servicio y cantidad de personas en distintas circunstancias. Es absurdo que una que tiene un restaurante reconocido tenga que pagar al mínimo al igual que lo tiene que pagar quien abre un restaurante pequeño por ejemplo en Bogotá, donde el escenario es completamente distinto.
Y es por esto que un mismo salario mínimo igual para todas las regiones del país genera desempleo e informalidad, porque es evidente que la generación de ingresos de los comercios en Quibdó o en la Guajira es muy inferior a los ingresos de negocios similares en Bogotá o en Medellín. Entonces los empresarios no pueden asumir los mismos costos y un mismo salario mínimo para todo el país.
Lo ideal sería permitir que las personas contraten libremente a sus colaboradores con un salario acorde a las circunstancias del contexto en el que están, pero entonces si no se hace esto, lo mejor sería establecer un salario mínimo diferencial por regiones. Es decir, al relacionar el salario mínimo con el producto por habitante de cada una de estas, se encuentra que unos salarios más altos o bajos de lo que deberían ser con respecto a los ingresos de las empresas que los pagan.
360:
En Colombia la informalidad está por encima del 50 %, según cifras recientes presentadas por el Dane. ¿Cómo solucionar este problema? ¿Cómo generar empleo formal en el país?
L.G.V.:
Una de las soluciones es entonces revisar el salario mínimo. Lo otro tiene que ver con los costos salariales que tiene que asumir el empleador, pues cuando se contrata un trabajador se paga el salario neto del trabajador, más prestaciones sociales y demás, es por esto que también se recae en la informalidad. El sistema está diseñado para el sector más moderno y productivo de la economía, pero los sectores inferiores no tienen las mismas capacidades para asumir esa carga laboral.
El desempleo y la informalidad se han elevado sustancialmente a causa de un salario mínimo que no refleja las condiciones económicas de las regiones y por costos salariales que son imposibles de asumir por pequeñas empresas y otros sectores de actividad productiva.
Cuando los gobiernos dicen que el salario mínimo es para proteger a los trabajadores es mentira, este los tira a la informalidad. Es que podemos notar que quienes definen el salario mínimo son funcionarios, empresas y gremios que no lo pagan y líderes sindicales que no lo ganan.
360:
A propósito de la pandemia, en este momento personajes de la política nacional están proponiendo imprimir dinero para salvar la crisis. ¿Usted qué opina de la situación?
L.G.V.:
Esta es una idea que se les ocurre siempre a las mentes perezosas. Es una idea de bobos. Imprimir dinero quiere decir que el Banco Central se convierte en la caja del Gobierno, por ejemplo, en Venezuela, la caja del Gobierno es el Banco Mundial al igual que en Argentina la caja del gobierno es el banco central y estos países tienen niveles de inflación bastante altos y no hay nada que empobrezca más a la población que la inflación.
Esto incurre también en una depreciación de la moneda y los ricos le huyen a esta situación, entonces deciden irse del país o protegerse de la inflación con activos como el oro o las criptomonedas. En cambio los pobres, que mantienen su riqueza en el dinero del gobierno pierden cada día más. Imprimir dinero es la peor idea que se le puede ocurrir a alguien.
360:
En materia política, ¿Qué opina sobre la administración actual de Medellín y, por qué no, solo el gobierno del presidente Iván Duque?
L.G.V.:
Ser buen alcalde de Medellín es muy fácil, siempre están entre los mejores del país, y Daniel Quintero pudo haber sido un muy buen alcalde si hubiera respetado la institucionalidad o establecido una buena manera de hacer las cosas. Es que Epm es una empresa que genera ingresos impresionantes, si hubiera dejado tranquila a esa compañía y se hubiera limitado a hacer lo que le correspondía tal vez las cosas serían hoy diferentes. Por no mencionar a Buen Comienzo o el Jardín Botánico y la asignación de contratos a sus conocidos políticos. Es un desastre lo que está haciendo Quintero en Medellín.
En cuanto al presidente Duque, en general, estaba haciendo un buen gobierno antes de la pandemia. La economía se estaba recuperando, el empleo estaba en un buen nivel, estaba bien la inflación… el país iba bien en materia económica. Pero con la pandemia pues le tocó enfocarse en enfrentar la crisis y aprender en el camino, no conozco mucho sobre el tema pero pienso que este gobierno lo hizo bien, hay que reconocer la labor del presidente, del ministro de Salud y del de Hacienda, que supieron manejar los recursos y elementos necesarios para atender la situación.
Nada de lo que se hizo y está haciendo se podría haber logrado sin plata y el gobierno hizo maromas presupuestales admirables que lo permitieron. Hoy vemos los resultados.
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360:
Estamos ad portas de las siguientes elecciones presidenciales, ¿usted que espera de quienes se postulen?
L.G.V.:
La lista está larga, son como 30 candidatos. Entre ellos hay gente buena, hay quienes entienden de economía porque es muy importante comprender ese tema ahora que se aproxima la reactivación y porque un político que no entienda economía es casi un enemigo público y entonces sale a decir bobadas.
Por ejemplo, lo que hablábamos de la emisión de dinero, eso lo dice el candidato Gustavo Petro y por él votaron 8 millones de colombianos en las elecciones pasadas. Ese hombre no entiende economía y haría de esta sociedad un desastre, no comprender este tema es sumamente grave. Incluso si esto sucede, muchas personas se irían del país.
A mí me preocupa que sean tantos candidatos, pero como siempre se van descartando. Aquí lo importante es que el país sepa la importancia de esas elecciones, porque hay dos formas de manejar una sociedad. La primera, es basándose en el trabajo personal, la riqueza individual y el mercado, donde la economía crece por las acciones de las personas. La segunda forma, es que el estado sea quien se ocupe de todo el mundo y que haga todo, es el camino de las economías estancadas.
Está claro que los países que gozan de mayor libertad económica son los países más prósperos y con los PIB percápita más elevados. Necesitamos un candidato que comprenda esto.