Los puntos a revisar de la propuesta de reforma tributaria de Petro

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EDITORIAL


Nuestro editorial para hoy 10 de agosto quisiéramos continuar analizando algunos de la reforma tributaria, y es que no se entiende cómo en algunos escenarios comer en un restaurante muy elegante de Medellín, Bogotá o Cali termine siendo menos costoso en materia de impuestos que comerse un chorizo, un chicharrón o un merengón.

Esos impuestos saludables de la reforma tributaria son un IVA indirecto a la canasta básica familiar, que fue el escándalo que se armó el año pasado y era mentira en ese momento que se pretendía gravar la reforma tributaria. Ahora, se busca que 2.5 billones de pesos sean los recaudados con estos impuestos saludables, pero qué tan saludable es que el gobierno se meta en el comedor de los colombianos.

Además, hay un error conceptual por cuenta del director de la DIAN, quien dice que la reforma tributaria de Carrasquilla atacaba a los pobres; mientras esta reforma no. Y Gustavo Bolívar hace hincapié diciendo: “Cuando una reforma tributaria toca el IVA, la pagamos el 100 % de los colombianos ricos y pobres; cuando toca patrimonios mayores a $3.000 millones y salarios de más de $10 millones está tocando al 2.4 % de los colombianos; la astronómica diferencia de la reforma Duque-Carrasquilla”.

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En lo que a nosotros concierne, creemos que la clase pobre, la clase obrera o los estratos 1, 2 y 3, como se le quiera llamar, es la que consume en su mayoría gaseosas y toda la cantidad de alimentos que se van a gravar. Clavarle un IVA a los combustibles es gravar algo que está en la canasta básica familiar no oficial de los colombianos pero que es vital, del día a día. Es una contradicción absoluta que el gobierno Petro diga que no está atacando a la clase pobre cuando esos impuestos saludables sí los están atacando, y no estamos queriendo decir que sean buenos o no esos impuestos, simplemente un daño colateral de esos impuestos está dirigido a la clase pobre.

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Hay una necesidad de equilibrar cuentas, de organizar la casa pero el problema es que el Estado no se siguen recortando los gastos, no renuncian a ningún beneficio, no hacen ningún esfuerzo y es preocupante el déficit que tiene el Estado colombiano, nuestro país; habría que acabar con estupideces como que los profesores de universidades públicas y magistrados tienen exención del 50 % en el impuesto a la renta. ¿Quién les dio ese privilegio?, ¿de dónde lo sacaron?, ¿por qué se mantiene?

También hay una necesidad descontrolada, más de once millones de colombianos subsidiados, ¿quién va a desmontar eso? Hay que corregir el problema de raíz pero por ahora esta reforma si bien puede tener un 60 % de una estructura válida y acertada hay un 40 % que inclina la balanza de mal manera porque termina volviéndola tóxica para la salud pública de los colombianos por más que pretenda ser amigable con ellos.

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