¿Qué está pasando con las oficinas tradicionales?

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Nadie sabe cómo será el futuro cuando todo esto pase, ni siquiera es una certeza que vaya a llegar una vacuna en el mediano plazo, y solo queda volver a aprender a vivir con unas reglas diferentes a las que teníamos hasta 2019, entre las cuales se encuentran un alto riesgo al trabajar en entornos cerrados.


Por: Redacción 360

Aunque el mundo venía haciendo una mediana transición al teletrabajo, y al mismo tiempo este ha ganado un 91 % de popularidad en los últimos diez años, en tanto que algunas empresas estaban dando un día de teletrabajo a la semana, otros en algunas áreas lo estaban implementando casi en su totalidad, la pandemia producida por el Covid-19 ha incrementado esta modalidad de trabajo, lo que ha hecho pensar en qué va a pasar con las oficinas tradicionales, cuyos dueños y arrendatarios se están viendo afectados por la coyuntura.

Vale la pena mencionar que el teletrabajo si bien se ha forzado en gran medida por la situación actual que vive el mundo, ha sido una solicitud de los gobiernos a las empresas, antes de la pandemia, para disminuir las condiciones de tráfico pesado, de contaminación y de estrés, y también para que los empleados tuvieran más tiempo con sus familias, entre otras.

Con este panorama actual, se puede ver en Bogotá, capital de Colombia, centenares de oficinas en los principales corredores: en la carrera 11, en la calle 26, en la 116 con Séptima, es decir, los principales centros financieros y empresariales de Bogotá con carteles de arrienda o de venta. Esto, porque muchas empresas (mipymes) han tenido que entregar sus oficinas que estaban bajo arriendo, mientras otros gigantes han tenido que recortar y entregar oficinas también porque no tienen un alto número de empleados. Este mismo panorama se evidencia en Medellín, así como en otras ciudades del país.

Los propietarios de las oficinas están preocupados por las cancelaciones de contratos, por las nuevas negociaciones que se están haciendo porque ven una pérdida de valor en la propiedad como tal. Fuera de las oficinas esto se ha trasladado a centros comerciales, que aunque al parecer no están tan afectado, pues la suposición de ventas virtuales y de menos concentración de personas hacen que tengan menos ventas, y los arriendos de los centros comerciales en Colombia, por lo general, estaban siendo muy costosos. Un almacén en EL Parque Comercial El Tesoro, en Medellín, podía costar al mes unos 50 millones de pesos, en el Centro Comercial Andino, en Bogotá, hasta unos 120 millones.

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Foto: Pixabay

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Nadie sabe cómo será el futuro cuando todo esto pase, ni siquiera es una certeza que vaya a llegar una vacuna en el mediano plazo (aunque esta semana se anunciaba que la vacuna contra el Covid-19 probada en EEUU va a ensayos finales), y solo queda volver a aprender a vivir con unas reglas diferentes a las que teníamos hasta 2019, entre las cuales se encuentran un alto riesgo al trabajar en entornos cerrados.

Es preciso señalar que algunas de esas reglas también pasan por unas consideraciones que se antojaban en ocasiones innegociables del ámbito laboral que han caído con el mayor experimento de teletrabajo de la historia, abriendo campo a nuevos escenarios en los que el teletrabajo post-pandemia tome mucha más fuerza que en el pasado, y cuyas consecuencias también trastocarán a el uso de las oficinas, que podrán cambiar su modelo para muchas empresas, o simplemente eliminarse.

En tal sentido, en Manhattan, distrito de Nueva York, el problema se avecina, algo que no solo afectaría a los propietarios de las oficinas, sino también al tejido comercial a su alrededor, y se habla de restaurantes, cafeterías, transporte privado, e incluso a los impuestos municipales. Jes Staley, director ejecutivo de Barclays, señaló que «la idea de poner a 7.000 personas a trabajar en un mismo edificio puede ser algo del pasado». Al mismo tiempo, Google está reconsiderando sus contratos inmobiliarios para adaptarse a un mayor volumen de teletrabajo y Twitter hará permanente el teletrabajo para los empleados que lo soliciten, hablando de «una mano de obra más distribuida».

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Foto: Pixabay

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Otro ejemplo se da con el diario económico El Economista, de origen español, que no renovaría el contrato de arriendo de sus oficinas al terminar el año 2020 para mudarse a una más pequeña, en donde si bien no cabrá toda su plantilla, fomentará aún más el teletrabajo. Así mismo ocurrirá con una parte del personal de trabajo del portal inmobiliario Idealista, que cuenta con 800 empleados en su totalidad, el cual no retornará a las oficinas de trabajo tradicionales en el momento en que se supere la crisis sanitaria.

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Desde el punto de vista legislativo, Italia ha avanzado hasta el punto de que el teletrabajo sea un derecho para los trabajadores con un empleo que lo posibilite y que tengan hijos menores de 14 años. Algo parecido está exigiendo en España, cuyos sindicatos exigen ese tipo de legislación en el marco del trabajo.

Ahora, para las oficinas que sigan con su actividad sin modificaciones pasada la pandemia y para las que tengan la transición al teletrabajo, la vida tampoco será la misma. Aquí cabe señalar que si se estaba acostumbrado a ver oficinas en las últimas décadas con cubículos y parabenes, pues esto estaría de regreso, eso sí, con un mayor distanciamiento y demás normas de bioseguridad que se requerirían. Esto, teniendo como una de las premisas que se eviten zonas densamente pobladas en estos tipos de oficinas.

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Foto: Pixabay

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Con este panorama, diseñadores especializados en interiores de compañías están lanzando algunas propuestas para pasar a oficinas más seguras ante un virus que ha cambiado la manera de vivir de las personas en el mundo. Medidas como sistemas de recirculación y filtración del aire, como en los aviones, preferencia de materiales antimicrobianos para nuevas construcciones, pasillos más amplios con regulación de los sentidos de la circulación, y muchas reformulaciones de otras características como el ascensor o los cuartos de baño para que se puedan usar sin contacto físico. Se habla el no uso de botones, ni pomos, ni manivelas. Nada que haga pasar la mano por una superficie que tiempo después otra persona tocará.

Estos diseñadores especializados también plantean soluciones, que quizá podrán ser implementadas por grandes empresas, como adaptar ascensores y otros espacios comunes para que puedan ser utilizados mediante comandos de voz, hasta para abrir para abrir puertas. Las medidas pueden llegar a plantear el uso de videoconferencias con personas que estén en la oficina para no tener que usar salas de conferencias.

Por último, cabe señalar que la nueva normalidad irá llegando, y en esta tendrán ventaja quienes mejor sepan adaptarse a la misma llegando al equilibrio entre productividad, seguridad y medidas en favor de la salud mental de sus empleados. Se hablaría entonces de una evolución empresarial para una pandemia como la que se vive y de la cual no se sabe cuándo será su fin.

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