La tensión en el mundo ha crecido luego de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazara con imponer un arancel adicional del 50 % a China si Pekín no los gravámenes impuestos a los productos estadounidenses en represalia por el plan arancelario del republicano.
Es clave mencionar que China impuso aranceles del 34 % a Estados Unidos después de que Trump destara el 2 de abril una guerra comercial con el resto del mundo, estos sumados a otros gravámenes anteriores, Trump habría impuesto a China aranceles por un total del 54 %.

¿Qué puede pasar entre China y Estados Unidos?
Una subida del 50% a los aranceles a China, por parte de Donald Trump, tendría un impacto directo en la economía estadounidense. Al encarecer las importaciones desde China, muchas empresas se verían obligadas a pagar más por materias primas o productos terminados. Este aumento de costos probablemente se trasladaría a los consumidores en forma de precios más altos, afectando especialmente sectores como tecnología, electrodomésticos, textiles y alimentos procesados.
Lo preocupante es que el país asiático podría responder como ya lo hizo días atrás. El gobierno chino tiene herramientas estratégicas, como la restricción de exportación de minerales raros esenciales para la industria tecnológica. Este tipo de represalias podría intensificar la tensión comercial y profundizar la guerra comercial, con consecuencias para múltiples sectores económicos.
El comercio global también se vería afectado. Al reducirse el flujo comercial entre las dos mayores economías del mundo, se incrementaría la incertidumbre en los mercados financieros internacionales. Países que dependen del comercio con China o Estados Unidos podrían ver disminuidas sus exportaciones o inversiones, mientras que las cadenas de suministro globales se verían forzadas a reconfigurarse. En consecuencia, empresas multinacionales buscarían trasladar su producción a otros países como Vietnam, México o India, lo que implicaría mayores costos a corto plazo y desafíos logísticos.
Desde el punto de vista político, Trump suele justificar este tipo de medidas como una forma de proteger la industria y el empleo estadounidense. Sin embargo, diversos economistas señalan que estas políticas pueden tener efectos contraproducentes, como el aumento de la inflación, la ralentización del crecimiento económico y una mayor presión sobre los consumidores. A pesar de ello, la narrativa de “Estados Unidos primero” sigue siendo un componente central de su estrategia electoral y comercial.