Para Colombia, la transición energética representa una oportunidad de construir un modelo sostenible que responda a las particularidades económicas, sociales y ambientales de nuestro país.
Este contenido hace parte de la 9° edición de la Revista 360, producto periodístico anual y exclusivo elaborado por 360 Radio.
No se trata simplemente de adoptar estándares internacionales, sino de desarrollar una transición ‘a la colombiana’, que equilibre los compromisos ambientales con las realidades que enfrentan las comunidades, la economía nacional y regional, y el sector energético.
La industria energética colombiana, y en particular la de los hidrocarburos, es más que una fuente de energía; es uno de los pilares del desarrollo del país. En 2023, los aportes de la cadena de los hidrocarburos representaron el 21 % de los ingresos corrientes de la Nación, fundamentales para financiar programas sociales y proyectos de infraestructura.
Asimismo, genera miles de empleos directos e indirectos en regiones históricamente olvidadas y golpeadas por la violencia. Sin embargo, hoy el país se enfrenta al doble desafío de mantener esta contribución económica mientras avanzamos hacia un escenario energético confiable, sostenible y asequible.
El concepto de transición energética ‘a la colombiana’ no es un simple eslogan. Es un llamado a la acción para todos los actores: Gobierno nacional, comunidades, sector empresarial, autoridades regionales y sociedad civil. Este modelo debe centrarse en tres pilares fundamentales:
Transición energética: seguridad y autosuficiencia energética, innovación y tecnología. En un país donde la cobertura energética aún no llega al 100 %, garantizar el acceso suficiente y asequible a la energía es una prioridad. La transición no puede significar desabastecimiento ni encarecimiento de los servicios esenciales. Por el contrario, a través de la complementariedad de los energéticos se debe garantizar la no afectación de la demanda.
Esta complementariedad implica adopción tecnológica, cambios de comportamiento de la demanda y recomposición productiva para asegurar confiabilidad y asequibilidad mientras se avanza en los objetivos de reindustrialización y crecimiento económico.
Transición económica: diversificación y sostenibilidad económica. La transición energética debe brindar alternativas de desarrollo. Esto implica preservar la inversión, generar empleo y promover un crecimiento inclusivo, especialmente en las regiones productoras, donde el petróleo y el gas seguirán siendo motores de progreso e importantes fuentes de aportes fiscales.
Debemos trabajar para que estas comunidades sean protagonistas de la transición, promoviendo la equidad y la generación de nuevas oportunidades económicas. Para ello, los aportes fiscales, el conocimiento y la experiencia del sector son fundamentales. Es crucial que Colombia, un país con potencial en petróleo y gas, continúe generando su energía a través de producción nacional mayoritariamente.
Transición social: equidad y superación de la pobreza. Es el resultado más esperado de la transición energética justa. Colombia necesita que todos nos enfoquemos en disminuir los niveles de inequidad y acabar con la pobreza. Debemos garantizar que los recursos generados por el sector sean bien utilizados en beneficio de las comunidades con proyectos de inversión que impulsen el crecimiento de las regiones, incluyendo la diversificación productiva.
La transición energética a la colombiana será exitosa si trabajamos juntos como país. Desde la Asociación Colombiana del Petróleo y Gas promovemos la construcción de una visión común que garantice un desarrollo equilibrado y sostenible.
Sostenibilidad: enfoque integral. Si queremos que la transición energética en Colombia sea inclusiva y efectiva, debemos abordar los tres pilares con un enfoque de sostenibilidad desde sus tres dimensiones interdependientes: ambiental, social y económica. La industria del petróleo y gas en Colombia ha asumido el desafío de reducir su huella de carbono.
Esto incluye avances en tecnologías de captura y almacenamiento de carbono (CCUS), prácticas operativas más eficientes y la integración de fuentes no convencionales de energía renovable en sus operaciones.
El componente social es esencial, fortaleciendo programas de inversión que mejoren la calidad de vida, educación, salud, infraestructura y empleo. Las regalías deben ser usadas de manera eficiente y transparente, fomentando el diálogo abierto con las comunidades.
Económicamente, la sostenibilidad requiere responsabilidad fiscal y un entorno regulatorio estable para generar confianza en los inversionistas. Es fundamental mantener los ingresos del sector de hidrocarburos, que financian programas sociales y proyectos de infraestructura, y promover la diversificación económica en las regiones productoras.
Desde la ACP, promovemos una visión holística que integre estas dimensiones, asegurando que cada paso hacia la transición energética tenga un impacto positivo en las comunidades, la economía y el medio ambiente.
2025, un año de retos para el sector. En este contexto, el sector hidrocarburos es un aliado estratégico de la transición que requerimos los colombianos. Somos parte de la solución. Nuestro compromiso es aportar a la diversificación energética mientras continuamos generando empleo, inversión y recursos para el país.
En 2024, la industria reafirmó su compromiso con la seguridad energética de los colombianos y con la ejecución de proyectos de innovación, sostenibilidad y desarrollo social que demuestran que el sector, en colaboración con otros actores en los territorios, impulsa transformaciones profundas en beneficio de las comunidades.
El 2025 será un año decisivo. Tenemos la oportunidad de demostrar que Colombia puede liderar un modelo de transición energética que sea ejemplo para la región, donde el progreso económico, la sostenibilidad ambiental y el bienestar social vayan de la mano. Se plantean retos significativos para la seguridad y autosuficiencia energética, como motores de dicha transición.
El próximo año nos plantea retos significativos para la seguridad y autosuficiencia energética. Garantizar un suministro confiable y suficiente de petróleo y gas será fundamental. La coyuntura actual, especialmente en el abastecimiento de gas, exige una planificación estratégica y acciones concretas para asegurar la estabilidad del sistema energético.
Además, se requieren incentivos a la exploración y producción, agilidad en los trámites de licencias, condiciones adecuadas para operar en las regiones, reducir los costos fiscales y de producción, todo ello acompañado de una sólida articulación de las entidades de Gobierno en beneficio del país.
En el segmento de combustibles líquidos, será crucial avanzar en la expansión de la infraestructura de poliductos, almacenamientos estratégicos y flexibilización regulatoria. Así como en la formalización del Comité de Abastecimiento del Ministerio de Minas y Energía, aumentar la mezcla de etanol y biodiésel para la reducción de emisiones y el desarrollo del Combustible Sostenible para Aviación (SAF, por sus siglas en inglés).
Finalmente, nuestro reto, como país, es demostrar que, con acciones concretas, inversión responsable y colaboración entre todos los actores, Colombia tiene el potencial de convertirse en un modelo de referencia para la región, donde el progreso económico, la justicia social y la protección ambiental sean compatibles y complementarios, en el marco de una transición energética ‘a la colombiana’.
Por: Frank Pearl, Presidente ejecutivo de la Asociación Colombiana del Petróleo y Gas (ACP)