De la promesa al hábito: pagos simples, seguros e interoperables

Por: José Pablo Gil Echavarría

De la promesa al hábito: pagos simples, seguros e interoperables

En América Latina llevamos años hablando de “la digitalización de los pagos”. Sin embargo, un dato debería incomodarnos a quienes trabajamos en este ecosistema: muchas personas bancarizadas todavía no pueden pagar como prefieren. Si la elección real sigue limitada, no es un problema de marketing ni de nuevas funcionalidades, sino de la manera en cómo se configura el sistema y de su capacidad para minimizar la fricción a la hora de pagar, de forma interoperable y segura.

En paralelo, en países andinos como Colombia y Ecuador, el efectivo continúa dominando la compra presencial, con una participación superior al 60%. La consecuencia es clara: la promesa de lo digital aún no se traduce en una experiencia universal que funcione siempre, en todo lugar y para todas las personas. Si alguien llega a la caja de un comercio, abre su billetera digital y no puede usarla, el sistema falla. No fallan las personas usuarias; falla el ecosistema de pagos. 

La métrica que deberíamos priorizar como región no es cuántas opciones ofrecemos, sino con qué frecuencia se puede utilizar la opción preferida, sin pedir permiso al contexto. Mientras el porcentaje de transacciones en que se obliga a cambiar de medio siga siendo alto, la digitalización será, en el mejor de los casos, parcial.

De acuerdo con el último estudio de Nuek sobre digitalización y democratización de los pagos, la región andina podría enfocarse en tres frentes que se refuerzan entre sí: interoperabilidad con seguridad por diseño, que garantice transferencias inmediatas entre entidades y autenticación moderna mediante tokenización, biometría o passkeys; experiencias simples y aceptación masiva, que expandan lo “contactless” y permitan a los comercios de barrio operar sin costos desproporcionados; y regulación habilitante y procompetitiva, que asegure resiliencia e interoperabilidad, a la vez que abra espacio a nuevas alternativas de valor bajo un marco seguro.

La región avanza, pero de forma desigual. Brasil demostró que la masificación de transferencias instantáneas, bien diseñada y con fuerte gobernanza, puede desplazar el uso del efectivo, aumentar la formalización y crear hábitos nuevos. Colombia está poniendo en operación su sistema de pagos instantáneos desde el banco central, lo que debería acelerar la competencia por experiencias más simples y ubicar la interoperabilidad en el centro; mientras que Perú y Ecuador comparten el desafío de elevar la aceptación en comercios pequeños y simplificar la experiencia para segmentos que perciben la digitalización como compleja o poco confiable.

El objetivo no es “acabar con el efectivo”, sino que cualquier persona pueda pagar como quiera, con confianza y sin pensar en el “cómo”. El sistema de pagos debe aspirar a ser como el agua corriente: abres la llave y sale. Cuando la tecnología se vuelve invisible y confiable, la adopción deja de ser campaña y pasa a ser costumbre.

Ese es el estándar que deberíamos exigirnos como industria y como región.Quienes deseen profundizar en los hallazgos y tendencias de la región pueden consultar el estudio completo de Nuek sobre digitalización y democratización de los pagos del consumidor aquí: Medios de pago.

Salir de la versión móvil