EDITORIAL
El expresidente Álvaro Uribe ha lanzado una propuesta que busca gravar las pensiones superiores a $10 millones, como también que los salarios más altos paguen más impuestos.
Esta propuesta en el papel y quizá en otro contexto del país sería más viable para estudiar si no fuese porque el actual sistema tributario colombiano tiene grandes desbalances, déficits, injusticias y unas exenciones que aún no se entienden.
El colombiano promedio se está caracterizando por tener más derechos que deberes, y el hecho de que muchos colombianos aún no paguen impuesto es un tema a tratar, ahora más impopular que nunca y por eso es que los grandes debates en una nación no se pueden postergar en el tiempo porque pueden llegar coyunturas tan lamentables como una pandemia en la que hablar de esa posibilidad puede ser mal visto e inoportuno.
Lo cierto es que en una reforma tributaria que todo parece indicar que para el Gobierno es inaplazable porque deben recaudar entre $15 y $20 billones, y con la supuesta premisa de que a las empresas no se les va a subir impuestos, el Gobierno tiene la doble tarea de ir a buscar estos recursos a las personas naturales. Antes de eso, y ya es reiterativo el llamado al Gobierno no solo desde este editorial sino desde otras tribunas, debe recordar tantas promesas de campaña que hizo y adelante grandes cruzadas y gestiones para garantizar una verdadera austeridad en el Estado.
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Sabemos los trámites que requiere la reducción del Congreso, sabemos que los congresistas no se van a reformar a ellos mismos, pero como la reforma a la justicia tenemos claro que el camino es solo uno: una asamblea constituyente. ¿Por qué el Gobierno Duque no da esta última batalla en el último año de gestión? Ha tenido cerca de cuatro ministros de Justicia en tres años, afronta una crisis económica grave, en la cual la mayoría de los colombianos le apoyaría en proyectos como reducir el Congreso de Colombia, reducir la burocracia estatal que tanto se ha ampliado, nada más es mirar los ministerios de Ciencia, Deporte, innecesarios. Hay que reevaluar los ministerios de Cultura, de Trabajo, reducir esos gastos de viáticos. No es más popular seguir vendiendo la moto de que van a recortar los gastos en publicidad cuando nunca han tenido apoyo hacia los medios de comunicación.
Es muy necesario que las propuestas que se planteen hoy en día sean viables y contemplen impuestos verdaderamente progresivos, diferenciales. Es hora de que los colombianos que se ganen un salario mínimo legalmente declaren renta y paguen un impuesto simbólico, bajo, de forma anual de $10.000 o $15.000. Fiscalmente no sería un impacto gigante como muchos dicen de forma correcta pero sería una forma de crear cultura de pago, de sentido de pertenencia y empoderar más a las personas para que tengan más dolor de su país a la hora de hacer reclamos, de demandar cosas del Estado, que sientan que lo pueden hacer porque están pagando sus impuestos.
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Es también necesario que las personas que ganen desde $1.5 millones, como lo ha propuesto ANIF, paguen un impuesto de renta, todos diferenciales. Concordamos en la propuesta del senador Uribe de que colombiano que gane más debe pagar más, pero esa no debe ser la única fuente de financiación de esa reforma, ni más faltaba. Todos sabemos la cantidad de empresas, fachadas, que se han constituido en el extranjero por miles de familias a lo largo y ancho del país para esconder sus activos. La cantidad de dinero que está saliendo de Colombia sin mayor pena ni vigilancia de las autoridades; es hora de que se hable de una legalización de capitales, de una ventana para que todo el dinero que está enterrado en Colombia, que no está produciendo nada, salga a la economía y funcione.
Hay que explorar propuestas audaces, hay que ir más allá en materia tributaria y los elementos básicos que hemos conocido. Qué bueno sería incorporar un flat tax, es decir, un impuesto fijo y pleno a todos los productos, un IVA general bajo del 5 % o 7 %, y que se grave absolutamente todo, eso es necesario. También hay que desmontar programas que incentivan la pereza, que se vuelven asistencialistas con el tiempo, que no han tenido éxito, que demuestran que los números de afiliados siguen creciendo año tras año y nunca decrecen; si este decrece, significaría un éxito del programa.
Es hora de pensar en productividad, en un seguro de desempleo que seguir creando programas parecidos a los implementados en el socialismo, del que tanto se habla en este momento. No se puede seguir creando un programa por cada dificultad, pronto tendremos niños en acción y adolescentes en acción, solo falta eso. No, que las empresas sigan creciendo y generando empleo, que el compromiso sea tangible, que el Gobierno implemente una estrategia para promover la creación de empresas (Como hizo el Gobierno Santos en sus comienzos), programas de exenciones tributarias para los emprendimientos y no para los empresarios avivatos que constituyen decenas de compañías para así evadir las obligaciones tributarias.
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Ojalá este Gobierno esté a la altura de esta crisis y piense un poco más allá, que consulte verdaderos expertos, siga las recomendaciones internacionales y dé un paso final hacia una verdadera justicia tributaria.
El presidente Iván Duque no está buscando reelección, podría dar esa lucha en el último año de su mandato y los colombianos le quedaríamos eternamente agradecidos; no es bueno seguir teniendo reformitas cada año, es mejor una única reforma integral, eficiente, compacta, justa y duradera.