domingo, mayo 28, 2023
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    El cierre de un año que fue decisivo para el futuro inmediato de la sociedad y de Colombia

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    Por lo general en sociedades como las colombianas, los análisis se suelen realizar después de vista la película y van de una u otra manera dirigidos a determinar culpables, responsables, ganadores y perdedores.


    En medio de todo ese ejercicio cíclico, muchos campos viciosos se olvida que toda consecuencia viene de una causa, que todo lo que pasa tiene una raíz y eso ha perjudicado de una manera sustancial a Colombia a la hora de hacer catarsis y hacer revisiones profunda que permitan ejercicios de mejora en todos sus frentes. 

    Sí, lastimosamente y a través de tantas bondades que tiene el país y sus ciudadanos, los colombianos siguen con viejos vicios arraigados a un ADN muy limitado hacia la mediocridad, hacia la demagogia, muy fanáticos del populismo, del santanderismo, en donde esperan que una sola persona solucione los problemas de todo el mundo, una sociedad que busca desesperadamente padres en todo lado con los cuales puedan abrigarse y buscar distintas protecciones. 

    Eso nos ha hecho una sociedad débil en muchísimos frentes a pesar de la gran resiliencia que hemos mostrado a través de los últimos 30 años con las innumerables amenazas, promesas y personajes nefastos que han amenazado a nuestra sociedad. A la sociedad colombiana le falta exigir más, pedir más resultados, mejores líderes, gobernantes, periodistas, mejores empresarios, mejores líderes gremiales. 

    Pero, al ciudadano también le falta un ejercicio de exigir sus derechos pero también cumplir sus deberes. No es funcional un país en el que solo el 30% de las personas paguen impuestos mientras el 70% sigue colgado de lo que los demás hagan. Es como en una casa donde viven 6 personas y solo trabajan 2, es insostenible. Personas que hablan mucho de los corruptos pero se cuelan en el transmilenio, personas que cometen a diario actos de corrupción con sobornos, falsedades, engaños, pero tienen una vara muy alta para criticar a los demás. 

    De manera que este año que cierra con un presidente nuevo, no va a ser un año que va a salvar al país y tampoco será el siguiente. A Colombia solo lo salvan los colombianos y pareciera que hasta hoy la sociedad sigue siendo inferior a ese efecto. Los actos cometidos en 2022 serán esa gran raíz, ese origen que desatarán las consecuencias que vendrán en los próximos dos o tres años y no quisiéramos que en ese momento las personas de una manera muy sorpresiva se pregunten por qué está pasando eso, cuando no están reflexionando sobre lo que han venido haciendo en el pasado. 

    De manera que, en el 2023, 2024 y 2025 se asumirán  las consecuencias de los gobernantes que se han elegido. El próximo año será un año de elecciones regionales, tendremos una clara y fáctica reacción del sector empresarial a las políticas que hoy se debaten y se establecen y, sumado a eso, entenderemos que un contexto global retador, complejo, con necesidades económicas, con tensiones políticas, con demandas sociales aún insatisfechas por cuenta de una sociedad que cada vez cae en vicios muy perjudiciales para la salud humana, podemos terminar en una gran pelotera. 

    Nuestro llamado para el próximo año quisiera centrarse en algo muy específico. Trate de aplicar lo que predica, trate de exigirle a sus gobernantes y a sus personas más cercanas mucho más, pero usted salga de la mediocridad, obre bien, cumpla con sus deberes para cambiar y exigir sus derechos, sea un buen ciudadano, sea una persona amable, sea una persona honesta y responsable. 

    A los gobernantes, que dejen la mediocridad, el populismo y la demagogia, la única manera de que este país salga adelante es que todos pongamos en la mesa los principales puntos de concertación y donde nos distanciamos. Hay que alejar la agenda fantasiosa, poética e insulsa de algunos filósofos que han venido a posar acá un montón de cuentos de hadas en las recientes decisiones del gobierno. 

    Colombia tiene infinidad de retos y problemas por resolver pero seguimos en una bicicleta estática si nos dedicamos a criticar, atacar y si en vez de eso no estamos propiciando soluciones, diálogos y demás que traigan resultados eficientes. 

    Lea también: El dólar a $4.762 no es para tirar voladores y hacer fiestas

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    Por lo general en sociedades como las colombianas, los análisis se suelen realizar después de vista la película y van de una u otra manera dirigidos a determinar culpables, responsables, ganadores y perdedores.


    En medio de todo ese ejercicio cíclico, muchos campos viciosos se olvida que toda consecuencia viene de una causa, que todo lo que pasa tiene una raíz y eso ha perjudicado de una manera sustancial a Colombia a la hora de hacer catarsis y hacer revisiones profunda que permitan ejercicios de mejora en todos sus frentes. 

    Sí, lastimosamente y a través de tantas bondades que tiene el país y sus ciudadanos, los colombianos siguen con viejos vicios arraigados a un ADN muy limitado hacia la mediocridad, hacia la demagogia, muy fanáticos del populismo, del santanderismo, en donde esperan que una sola persona solucione los problemas de todo el mundo, una sociedad que busca desesperadamente padres en todo lado con los cuales puedan abrigarse y buscar distintas protecciones. 

    Eso nos ha hecho una sociedad débil en muchísimos frentes a pesar de la gran resiliencia que hemos mostrado a través de los últimos 30 años con las innumerables amenazas, promesas y personajes nefastos que han amenazado a nuestra sociedad. A la sociedad colombiana le falta exigir más, pedir más resultados, mejores líderes, gobernantes, periodistas, mejores empresarios, mejores líderes gremiales. 

    Pero, al ciudadano también le falta un ejercicio de exigir sus derechos pero también cumplir sus deberes. No es funcional un país en el que solo el 30% de las personas paguen impuestos mientras el 70% sigue colgado de lo que los demás hagan. Es como en una casa donde viven 6 personas y solo trabajan 2, es insostenible. Personas que hablan mucho de los corruptos pero se cuelan en el transmilenio, personas que cometen a diario actos de corrupción con sobornos, falsedades, engaños, pero tienen una vara muy alta para criticar a los demás. 

    De manera que este año que cierra con un presidente nuevo, no va a ser un año que va a salvar al país y tampoco será el siguiente. A Colombia solo lo salvan los colombianos y pareciera que hasta hoy la sociedad sigue siendo inferior a ese efecto. Los actos cometidos en 2022 serán esa gran raíz, ese origen que desatarán las consecuencias que vendrán en los próximos dos o tres años y no quisiéramos que en ese momento las personas de una manera muy sorpresiva se pregunten por qué está pasando eso, cuando no están reflexionando sobre lo que han venido haciendo en el pasado. 

    De manera que, en el 2023, 2024 y 2025 se asumirán  las consecuencias de los gobernantes que se han elegido. El próximo año será un año de elecciones regionales, tendremos una clara y fáctica reacción del sector empresarial a las políticas que hoy se debaten y se establecen y, sumado a eso, entenderemos que un contexto global retador, complejo, con necesidades económicas, con tensiones políticas, con demandas sociales aún insatisfechas por cuenta de una sociedad que cada vez cae en vicios muy perjudiciales para la salud humana, podemos terminar en una gran pelotera. 

    Nuestro llamado para el próximo año quisiera centrarse en algo muy específico. Trate de aplicar lo que predica, trate de exigirle a sus gobernantes y a sus personas más cercanas mucho más, pero usted salga de la mediocridad, obre bien, cumpla con sus deberes para cambiar y exigir sus derechos, sea un buen ciudadano, sea una persona amable, sea una persona honesta y responsable. 

    A los gobernantes, que dejen la mediocridad, el populismo y la demagogia, la única manera de que este país salga adelante es que todos pongamos en la mesa los principales puntos de concertación y donde nos distanciamos. Hay que alejar la agenda fantasiosa, poética e insulsa de algunos filósofos que han venido a posar acá un montón de cuentos de hadas en las recientes decisiones del gobierno. 

    Colombia tiene infinidad de retos y problemas por resolver pero seguimos en una bicicleta estática si nos dedicamos a criticar, atacar y si en vez de eso no estamos propiciando soluciones, diálogos y demás que traigan resultados eficientes. 

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