Gasolina en Colombia cara y diésel barato: ¿Quién subsidia a quién?

El precio de la gasolina en Colombia vs. el precio del diésel está causando malestar en distintos sectores de la economía.

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El país se encuentra en un momento clave de decisiones en política energética. Mientras el precio de la gasolina en Colombia se ubica por encima de las referencias internacionales, el del diésel permanece significativamente por debajo, generando una paradoja que ha sido señalada por analistas como Felipe Campos, economista y gerente de estrategia e inversión de Alianza Valores y Fiduciaria.

Según Campos, “el galón de gasolina está 2.000 pesos más caro que el precio internacional, mientras que el diésel está 3.500 pesos más barato. Pasamos de decir «no vamos a subsidiar la gasolina» a «que la gente subsidie a los transportadores».

Esta afirmación pone de relieve un fenómeno que ha pasado de ser una política de control de subsidios a un esquema que, en la práctica, carga el peso de los costos al consumidor final de gasolina para mantener un combustible más económico para sectores como el transporte.

¿Los colombianos están pagando el diésel en el precio de la gasolina en Colombia?

¿Los colombianos están pagando el diésel en el precio de la gasolina?

Desbalance en precios: Un análisis de los datos de Goldman Sachs y Haver Analytics revela que mientras el precio interno de la gasolina ha estado consistentemente por encima del precio de referencia del Golfo de México —que se utiliza como indicador internacional—, en el caso del diésel ocurre lo contrario.

La gráfica lo ilustra claramente: hay una “carga fiscal implícita” sobre el consumidor de gasolina, mientras que el consumidor de diésel, principalmente transportadores y el sector logístico, recibe un “subsidio implícito”.

Esto tiene varias implicaciones. Por un lado, se está transfiriendo el esfuerzo fiscal del Estado al consumidor individual, usualmente quienes usan sus vehículos particulares. Por el otro, se mantiene artificialmente bajo el costo del diésel para sectores productivos, en una apuesta por controlar la inflación del transporte de carga y los productos que dependen de este.

Aunque el precio internacional del petróleo ha disminuido, los precios internos en Colombia se mantienen elevados. Esto se debe a:
  • Política fiscal: El gobierno ha incrementado los precios para reducir el déficit del FEPC.
  • Devaluación del peso: El aumento del tipo de cambio afecta directamente el costo de importación de combustibles.
  • Carga impositiva: Los impuestos representan una parte significativa del precio final al consumidor.
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Comparativa regional: El más reciente informe de precios de combustibles en América Latina refuerza este diagnóstico. Colombia se ubica como el cuarto país con el diésel más barato de la región, con un valor de US$2,79 por galón. Solo Venezuela (US$0,01), Ecuador (US$1,77) y Bolivia (US$2,03) tienen tarifas más bajas. Este nivel de subsidio al diésel ubica al país por debajo del promedio regional, pese a que su gasolina está por encima del valor internacional.

Por contraste, países como México (US$4,96), Uruguay (US$4,92), Argentina (US$4,77) y Haití (US$4,70) figuran entre los más costosos en cuanto a diésel.

Si Colombia decide avanzar en el incremento del precio del diésel hasta los $15.456 COP por galón (aproximadamente US$3,76), como se ha planteado en proyecciones oficiales, pasaría al puesto 12 del ranking regional, un cambio drástico que implicaría también una revisión en la política de subsidios actuales.

Por qué es importante: El subsidio al diésel y el alto precio de la gasolina generan un desbalance fiscal que afecta tanto al Estado como al ciudadano común. La carga del subsidio recae sobre el Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (FEPC), que ha acumulado déficits significativos en los últimos años. Al mantener bajo el costo del diésel, se busca evitar un impacto inflacionario en los bienes de consumo, pero a costa de deteriorar las finanzas públicas.

Por otro lado, el incremento del precio de la gasolina ha generado molestia entre los usuarios, quienes ven cómo el ajuste afecta su bolsillo sin una contrapartida clara en términos de servicios públicos, infraestructura o inversión en transporte sostenible.

Detalles

  • El precio actual del galón de gasolina en Colombia supera los $13.500, lo que representa un sobrecosto de aproximadamente 2.000 pesos frente al precio internacional de referencia.
  • El galón de diésel, por su parte, ronda los $10.000, mientras el valor de referencia internacional se acerca a los $13.500, generando un subsidio implícito de alrededor de $3.500 por galón.
  • La proyección oficial para el precio del diésel en Colombia apunta a un alza progresiva, que permitiría reducir el déficit del FEPC, pero tendría efectos en los costos del transporte de mercancías y pasajeros.
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Contexto: Colombia inició en 2022 un proceso de desmontaje del subsidio a la gasolina, con aumentos mensuales en su precio. Esta decisión se sustentó en la necesidad de cerrar el déficit del FEPC, que para entonces superaba los 30 billones de pesos. Sin embargo, la misma lógica no se ha aplicado al diésel, por el impacto social que implicaría.

Los gremios del transporte han advertido que un aumento abrupto del precio del diésel podría provocar alzas en los fletes y encarecer los alimentos y bienes de consumo básico, afectando especialmente a las poblaciones más vulnerables. Este dilema ha llevado al Gobierno a postergar ajustes, manteniendo el subsidio vigente.

Panorama general: La actual política de precios de combustibles en Colombia está generando una redistribución del esfuerzo fiscal que merece ser revisada. Si bien el subsidio al diésel busca proteger al consumidor final a través de un menor costo de transporte, se hace a costa del usuario de gasolina, quien paga por encima del valor internacional.

El reto para el país será equilibrar el impacto social de los ajustes con la necesidad de sanear las finanzas públicas. Esto exigirá una estrategia de transición energética bien estructurada, que permita sustituir gradualmente los subsidios con inversión en transporte público, infraestructura de carga eléctrica y mejoras en la eficiencia logística.

Mientras tanto, los ciudadanos seguirán preguntándose por qué llenar el tanque de su carro cuesta más, mientras otros sectores se benefician de un combustible subsidiado.

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