El sueño de un “aterrizaje suave” para la economía estadounidense parece tambalearse. La inflación de Estados Unidos volvió a repuntar en junio y alcanzó el 2,7%, según los datos revelados este martes por la Oficina de Estadísticas Laborales.
Este incremento, que supera el objetivo del 2% trazado por la Reserva Federal (Fed), se convierte en una advertencia para los mercados y para Jerome Powell, presidente del banco central, que enfrenta ahora un dilema cada vez más incómodo.
Aunque la cifra está por debajo del 2,9% que pronosticaban algunos analistas, el alza ha encendido las alarmas. El Índice de Precios al Consumo (IPC) refleja un rebrote inflacionario vinculado, entre otras razones, a las consecuencias económicas de la guerra comercial promovida por el expresidente Donald Trump, cuyas políticas exteriores y arancelarias siguen generando coletazos en sectores sensibles.
Inflación de Estados Unidos: impacto en el consumo y sectores más afectados
El golpe más fuerte se lo ha llevado el consumidor promedio. El informe muestra que productos como la ropa han subido un 14,2% en apenas un mes, mientras que el índice subyacente —que excluye alimentos y energía— también mostró una presión al alza. Estos indicadores apuntan a un escenario inflacionario más estructural y menos transitorio de lo esperado.
Paradójicamente, la energía, que suele ser un factor desestabilizador, ha mostrado una leve tregua. Los precios del gas natural y otros combustibles se han moderado, en parte gracias al aumento en la producción por parte de la OPEP+, un alivio que no se refleja en todos los sectores.

La divergencia con Europa también es notoria. Mientras Estados Unidos lidia con una inflación empujada por distorsiones comerciales internas, en la Eurozona —y particularmente en España— el aumento de precios ha venido principalmente de la mano de los alimentos y la energía. España, por ejemplo, registró una inflación del 2,3% en el mismo periodo.
¿Se pone en riesgo el aterrizaje suave?
Hasta ahora, la narrativa de la Reserva Federal había logrado convencer a buena parte del mercado de que la economía podía desacelerarse sin caer en recesión. De hecho, Estados Unidos venía mostrando cifras sólidas de empleo y una relativa estabilidad en los precios. Sin embargo, el dato de junio obliga a una reevaluación de este guion.
Un rebrote inflacionario en medio de la campaña presidencial, con Trump nuevamente en el centro del debate económico, puede complicar la política monetaria y el control de expectativas inflacionarias. La Fed, que ya ha sido criticada por reaccionar tarde en el pasado, podría verse forzada a mantener tasas de interés elevadas por más tiempo o incluso a considerar nuevos aumentos si la tendencia se mantiene.
Wall Street ya empieza a descontar estos movimientos. La apertura de los mercados fue marcada por una alta volatilidad tras conocerse el dato, y los temores de que la Fed no pueda recortar tasas este año se reactivan con fuerza.
Un panorama político y económico en tensión
El rebrote de la inflación no ocurre en el vacío. Las políticas comerciales implementadas durante el mandato de Trump, especialmente aquellas relacionadas con aranceles y restricciones a las importaciones, parecen haber plantado una bomba de tiempo que ahora empieza a explotar en ciertos segmentos del mercado. Mientras tanto, la actual administración se esfuerza por desmarcarse de ese legado y contener la narrativa de inestabilidad.
Para Jerome Powell, la situación representa un nuevo test. Aunque su mandato ha estado marcado por intentos de estabilizar la economía pospandemia, los últimos datos sugieren que la ruta hacia una inflación controlada será más accidentada de lo previsto.
La inflación de Estados Unidos ha vuelto a subir, y aunque la cifra no supera las peores expectativas, sí representa un cambio de tono frente al optimismo moderado que imperaba en la Reserva Federal. Con sectores clave mostrando aumentos abruptos de precios y una política económica que aún arrastra las secuelas del gobierno anterior, el panorama se ensombrece. El “aterrizaje suave” podría terminar siendo más turbulento de lo que Powell anticipaba.