La economía colombiana crece más de lo previsto, pero con pies de barro

El consumo impulsa la economía colombiana, pero la inversión sigue rezagada y los riesgos fiscales se agudizan.

Foto: Redes sociales

La economía colombiana cerró el primer semestre de 2025 con un crecimiento mayor al esperado, gracias a la fuerza del consumo de los hogares, el dinamismo del mercado laboral y factores externos como las remesas y el precio del café. Sin embargo, detrás de las cifras positivas se oculta un desequilibrio estructural que pone en duda la sostenibilidad de ese ritmo de expansión.

Según el más reciente Informe de Política Monetaria del Banco de la República, el producto interno bruto (PIB) creció un 2,7 % en el primer trimestre, por encima del 2,5 % proyectado tres meses atrás. Para todo 2025, el pronóstico también fue ajustado al alza: de 2,6 % a 2,7 %. La proyección para 2026, en cambio, fue recortada de 3,0 % a 2,9 %.

Buena parte del empuje de la economía colombiana provino del gasto de los hogares, que se ha mantenido fuerte a pesar del entorno global incierto. El Banco señala que este comportamiento está respaldado por un flujo alto de remesas, mayores ingresos cafeteros, reducción de la carga financiera de las familias y un incremento significativo del salario mínimo. Todo ello se ha traducido en un consumo robusto, que a su vez ha impulsado las importaciones y el comercio.

Las fragilidades estructurales de la economía colombiana

Aunque el dato de crecimiento es alentador, la lectura completa del informe revela una economía colombiana que avanza sobre terreno frágil. La inversión fija, por ejemplo, mostró un desempeño pobre. “La inversión en vivienda y otros edificios y estructuras registró un retroceso anual fuerte”, señala el documento. Esto refleja una confianza empresarial debilitada y una menor capacidad del sector construcción para reactivarse en el corto plazo.

Además, la minería y el petróleo —dos sectores clave para el ingreso externo del país— también mostraron signos de contracción. Esto plantea dudas sobre la capacidad de la economía colombiana para sostener su crecimiento en ausencia de estos motores tradicionales. Si bien hay un repunte en sectores como el turismo y ciertos productos agrícolas, la transición hacia un modelo económico más diversificado aún está en construcción.

Otro foco de atención es el mercado laboral. Si bien la tasa de desempleo se ha mantenido en niveles históricamente bajos, el informe advierte que gran parte del crecimiento del empleo ha ocurrido en zonas rurales y en trabajos por cuenta propia. Este tipo de empleo, aunque relevante, tiende a ser más vulnerable y menos productivo, lo cual puede limitar el impacto positivo sobre la demanda agregada en el mediano plazo.

Brecha del producto y sostenibilidad del crecimiento

Brecha en la economía colombiana

Para ilustrar esta fragilidad, se evidencia que aunque la economía colombiana ha venido cerrando su capacidad ociosa, aún no ha alcanzado plenamente su potencial. Esto implica que el crecimiento actual no está generando presiones excesivas sobre los precios, pero también que el aparato productivo no está operando a su máxima capacidad.

Esa brecha, aunque menor que en estimaciones anteriores, sigue siendo negativa hasta finales de 2026, lo que implica que el crecimiento reciente ha sido insuficiente para absorber por completo el impacto de los shocks pasados y garantizar una expansión sólida a futuro.

Consumo fuerte, pero ¿a costa de qué?

El consumo de los hogares ha sido el pilar del repunte, pero también plantea preguntas sobre su sostenibilidad. El alto flujo de remesas y el aumento del salario mínimo han elevado el ingreso disponible, pero estos factores podrían no repetirse con igual fuerza en 2026. Además, la política monetaria sigue siendo restrictiva: la tasa de interés de referencia se mantiene en 9,25 %, y el Banco ha decidido no recortarla por ahora, precisamente para no poner en riesgo el proceso de desinflación.

Esto significa que, aunque el crédito comienza a recuperarse, las condiciones financieras siguen siendo poco favorables para los hogares más vulnerables y para las empresas que dependen de inversión.

Las sombras del frente fiscal

A todo esto se suma el deterioro de las finanzas públicas. El informe advierte que la prima de riesgo de Colombia ha aumentado debido a la suspensión de la regla fiscal y a un déficit fiscal más alto de lo previsto. El Marco Fiscal de Mediano Plazo estima que el déficit del Gobierno Nacional Central será del 7,1 % del PIB en 2025, lo que representa una brecha importante frente al 5,1 % proyectado anteriormente.

Esta situación no solo eleva el riesgo país, sino que también limita la capacidad del Estado para impulsar la economía mediante inversión pública o programas sociales. En un contexto de tasas altas y condiciones externas volátiles, este factor puede convertirse en un lastre adicional.

¿Bonanza de corto aliento?

La economía colombiana, entonces, navega entre señales mixtas. Por un lado, el dinamismo del consumo y el mercado laboral permiten mostrar un crecimiento mayor al previsto. Por el otro, la debilidad de la inversión, la dependencia de factores externos no estructurales y el deterioro fiscal plantean interrogantes sobre la capacidad de mantener este impulso más allá de 2025.

La decisión del Banco de la República de mantener su política monetaria prudente refleja esa incertidumbre. Si bien el crecimiento actual es una buena noticia, no basta con mirar la cifra del PIB: es necesario entender de dónde proviene y qué tan sostenibles son sus fuentes.

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