La paz total y una guerra de nunca acabar

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Sin duda, una de las principales premisas del denominado gobierno del “Cambio”, es consolidar una paz total en la que se contempla establecer diálogos y acuerdos con grupos armados como el ELN y El Clan del Golfo. Sin embargo, una cosa es el discurso populista y otra llevarlo a cabo. Mientras que desde noviembre delegados del gobierno y del ELN se encuentran realizando “negociaciones” en México, cientos de sus integrantes parecen hacer todo lo contrario en Colombia, ya que han desplegado su actuar delictivo cometiendo todo tipo de vejámenes a lo largo del país.  


Por: Gloria Diaz

Mientras el gobierno Nacional se dedica a darle estatus político a grupos armados como el ELN, estos criminales se atreven a asesinar a diestra y siniestra a nuestros policías y militares. ¿En dónde está ahora la voluntad de paz total de estos bandidos?

Resulta indignante pensar en los últimos ataques que ha perpetrado este grupo criminal en contra de la fuerza pública, hechos repudiables como el que ocurrió en el corregimiento de Guamalito, en el Catatumbo con el asesinato de nueve militares, entre los que tristemente se encontraban jóvenes que apenas prestaban con toda ilusión su servicio militar para servirle al país y fueron sorprendidos por la detonación de explosivos los cuales en cuestión de segundos les apagaron la vida. 

Pero este es apenas uno de los tantos hechos que se están registrando cada semana, hace solo dos días el Ejército confirmó que integrantes de la guerrilla atacaron el oleoducto Caño Limón ubicado en la vereda Campo Alicia, en Coveñas, Arauca. Además del ataque contra la infraestructura, el ELN también asesinó, recientemente, a un militar en medio de una confrontación con el Ejército en el municipio de Tame, también en Arauca. 

Y no es para menos, según el Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac), tan solo en febrero se completaron más de doce acciones terroristas atribuibles al Ejército de Liberación Nacional, duplicando el número de acciones que en promedio venía ejecutando durante los últimos meses. 

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¿Será imposible entonces negociar con el ELN?

Pese a que aún no se ha firmado un cese al fuego bilateral, hablar una paz total con el ELN y otros grupos armados parece efímero cuando no hay la más mínima intención de paz. Por lo que una de las opciones que tiene el presidente Petro es persistir y dejar que usen el “diálogo” como una cortina de humo, o empezar a combatir con contundencia hasta el último bandido que atente en contra de la tranquilidad de los colombianos.

Y es que no es la primera vez que, en años recientes, se intenta establecer una negociación con este grupo terrorista. Cuando el expresidente Iván Duque llegó a la Casa de Nariño en 2018 intentó retomar lo que su antecesor, Juan Manuel Santos, había avanzado en conversaciones de paz con la guerrilla del ELN, pero la dicha no duró tanto. Duque había intentado abrir canales de diálogo con este grupo guerrillero, sin embargo, al igual que ahora, cada acción delictiva era peor que la anterior. Sin duda, el hecho que ocurrió el 17 de enero de 2019, derribo toda intención de diálogo, el grupo al margen de la ley puso una bomba en la Escuela de Cadetes General Santander, atentado en el cual murieron 22 estudiantes tras la detonación de un carro repleto de explosivos.

Todos estos hechos hacen que la edificación de la paz se convierta en un asunto de alta complejidad en un país como Colombia en donde para establecer estos diálogos es fundamental evaluar aspectos como la economía de estos grupos armados, teniendo en cuenta que la coca no ha sido la única línea de sus finanzas, sino también, importantes sectores como la explotación minera ilegal, la extracción de petróleo e incluso la ganadería, los cuales han servido a la economía de la guerra.

Lo preocupante es que, de acuerdo con un informe revelado por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), la situación humanitaria en Colombia sigue deteriorándose y el año pasado hubo una multiplicación y fortalecimiento de grupos armados en el país, ya que se registraron más de 377 víctimas de artefactos explosivos, lo que representa un aumento del 43% con mayor incidencia en 16 departamentos, siendo Cauca, Antioquia, Arauca, Norte de Santander y Meta las zonas de mayor impacto. 

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Desde luego, un aspecto al que hay que ponerle ojo es a la reforma agraria con la que se le puede brindar apoyo a campesinos y a comunidades étnicas promoviendo un desarrollo sostenible en términos económicos, sociales y ambientales con el fin de reducir las desigualdades estructurales del campo colombiano.

Es ahora donde el presidente Gustavo Petro tiene la oportunidad de sentar un precedente para negociar con garantías o defender la dignidad de los miles de víctimas de este grupo terrorista, integrando a diferentes fuerzas sociales en la implementación de reformas y negociaciones de paz.

Algo claro es que, una cosa es ser oposición y criticarlo todo, y otra es estar en el gobierno. Parece que en parte a Petro se le olvidó que ya está gobernando. Tanto él, como el ministro de Defensa tienen que amarrarse los pantalones y trazar de una vez por todas los límites del cese al fuego con las organizaciones criminales con las que se pretende negociar. Ante la falta de resultados y reglas claras desde el inicio, ya vemos cómo el gobierno ha tenido varias salidas en falso. 

Hasta el momento hay un profundo vacío frente a la legalidad de negociar con personas y grupos dedicados al narcotráfico. Esto abre diferentes interrogantes de orden constitucional. Esperemos a ver que postura toma el gobierno de cara al tercer ciclo de conversaciones
que se llevará a cabo en Cuba, en donde discutirá un posible cese al fuego bilateral temporal, tema en el que no avanzó en el ciclo que se cerró hace unas semanas en México.

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