​La vida y obra de Pietro Parolin, el posible nuevo papa del Vaticano

Pietro Parolin, figura clave del Vaticano, surge como posible sucesor tras la muerte del papa Francisco, destacando por su liderazgo y experiencia en la diplomacia vaticana.

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Tras el fallecimiento del papa Francisco el 21 de abril de 2025, la atención del mundo católico se centra en la elección de su sucesor. Entre los nombres que resuenan con fuerza en los pasillos del Vaticano destaca el del cardenal Pietro Parolin, actual Secretario de Estado de la Santa Sede y figura clave en la diplomacia vaticana.​

Orígenes humildes y vocación temprana: Nacido en la apacible localidad de Schiavon, Italia, el 17 de enero de 1955, su trayectoria vital y eclesiástica lo ha posicionado como una figura clave en el Vaticano, alimentando especulaciones sobre su posible ascenso al papado.

Entre los nombres que resuenan con fuerza en los pasillos del Vaticano destaca el del cardenal Pietro Parolin, actual Secretario de Estado de la Santa Sede y figura clave en la diplomacia vaticana.​

Su historia es una de profunda fe, servicio incansable y una notable capacidad para navegar las complejidades del mundo moderno.

La infancia de Parolin estuvo marcada por la sencillez y la devoción. Su padre, un hombre de fe arraigada, inculcó en él los valores del catolicismo, mientras que su madre, maestra de profesión, le transmitió la importancia de la educación y el servicio a los demás.

La tragedia golpeó a la familia cuando Pietro tenía diez años, con la repentina muerte de su padre en un accidente automovilístico. Este evento fortaleció aún más el vínculo familiar y la resiliencia de su madre, quien se dedicó a criar a sus tres hijos con admirable fortaleza.

Desde temprana edad, Parolin mostró una inclinación hacia la vida religiosa. Sirvió como monaguillo en su parroquia local, donde su vocación sacerdotal fue cultivada por el párroco, Don Augusto Fornasa.

En 1969, ingresó al seminario de Vicenza, iniciando un camino de formación intelectual y espiritual que lo llevaría a la ordenación sacerdotal en 1980.

Su excepcional intelecto y dedicación lo llevaron a estudiar derecho canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma. Su discreción y talento llamaron la atención de la Santa Sede, y en 1983 ingresó a la Pontificia Academia Eclesiástica, marcando el inicio de una destacada carrera diplomática.

Su servicio en las nunciaturas de Nigeria y México le brindó una valiosa experiencia en el diálogo interreligioso y la resolución de conflictos. En Nigeria, se involucró en actividades pastorales y enfrentó los desafíos de las relaciones entre cristianos y musulmanes.

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En México, contribuyó a la histórica negociación que culminó en el reconocimiento jurídico de la Iglesia Católica y el establecimiento de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y el gobierno mexicano.

En 1992, regresó a Roma para trabajar en la Secretaría de Estado, donde se convirtió en un colaborador cercano del cardenal Angelo Sodano.

Su conocimiento y habilidades diplomáticas lo llevaron a manejar asuntos delicados relacionados con diversos países y regiones, incluyendo África, América Latina, España e Indonesia.

En 2002, Juan Pablo II lo nombró «viceministro de exteriores» de la Santa Sede, un cargo que desempeñó con distinción hasta 2009. Durante este período, jugó un papel crucial en el acercamiento entre la Santa Sede y Vietnam, y en las negociaciones con Israel.

También participó en los primeros contactos directos con la China popular, allanando el camino para la histórica carta de Benedicto XVI a los católicos chinos en 2007.

El cardenal Pietro Parolin: posible sucesor del Papa Francisco y figura clave en el futuro del Vaticano

En 2009, Benedicto XVI lo nombró nuncio en Venezuela, donde enfrentó los desafíos de la relación entre la Iglesia Católica y el gobierno de Hugo Chávez. El 12 de septiembre de 2009, recibió la ordenación episcopal de manos del propio Papa Benedicto XVI.

Su experiencia y lealtad lo convirtieron en una figura respetada en el Vaticano, colaborando con diversos líderes de la Secretaría de Estado. Su capacidad para trabajar con diferentes sensibilidades y orientaciones demostró su madurez y compromiso con la Iglesia.

Un momento crucial en su carrera llegó en 2013, cuando el Papa Francisco lo nombró Secretario de Estado de la Santa Sede.

Con este nombramiento, Parolin se convirtió en el más joven en ocupar este cargo desde la época de Eugenio Pacelli, consolidando su posición como uno de los hombres más influyentes del Vaticano. Tomó posesión de su cargo el 15 de octubre de 2013.

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El «modus operandi» de Parolin se caracteriza por un profundo realismo, un estudio meticuloso de los contextos y problemas, y una búsqueda constante de soluciones pragmáticas. En un mundo marcado por conflictos regionales y tensiones geopolíticas, su experiencia diplomática se considera un activo invaluable para la Santa Sede en su labor por la paz.

Su enfoque busca superar las divisiones artificiales entre la diplomacia y la proclamación de la fe, defendiendo la idea de que la fe evangélica puede iluminar la inteligencia y la prudencia en la compleja dinámica mundial.

Para Parolin, su servicio a la Santa Sede siempre ha sido una expresión de su profunda espiritualidad sacerdotal. Su lema episcopal, tomado de la Carta a los Romanos de San Pablo: «¿Quién nos separará del amor de Cristo?», refleja su confianza en la guía divina.

Políglota, con dominio del italiano, francés, inglés y español, el Cardenal Parolin fue incluido en la lista de nuevos cardenales creados por el Papa Francisco el 22 de febrero de 2014.

En sus declaraciones públicas, Parolin ha demostrado un profundo entendimiento de los desafíos contemporáneos.

Reconoció la dificultad del diálogo con el fundamentalismo islámico, a pesar de los esfuerzos de la Iglesia por fomentar el diálogo interreligioso. También reveló la humanidad del Papa Francisco, compartiendo anécdotas sobre su deseo de mantener una cierta normalidad en su vida, incluso fuera de los muros del Vaticano.

La trayectoria de Pietro Parolin, marcada por la fe, el servicio y una notable habilidad diplomática, lo ha convertido en una figura central en el Vaticano.

Su profundo conocimiento de los asuntos eclesiales y mundiales, su capacidad de diálogo y su compromiso con la paz lo posicionan como un candidato potencial para el papado, en un momento crucial para la Iglesia Católica.

Su vida y obra son un testimonio de dedicación y un faro de esperanza en un mundo que anhela liderazgo y comprensión.

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