En Colombia se tienen la particularidad de analizar los hechos con base en las consecuencias y efectos, más no en lo que origina puntualmente el fenómeno que se da.
Editorial
En época de elecciones es muy común ver a la sociedad cuestionada, reflexiva, inquieta y aburrida por los gobernantes que tienen. Los acusan de toda suerte de cosas, anhelan un cambio rápido y radical; y su principal objetivo es ganar la lección pare remover esa consecuencia nefasta.
Lo podemos ver en distintas ciudades en donde sus alcaldes tienen índices de negatividad superiores al 50%, y desde luego el caso del presidente Gustavo Petro no es una excepción, pero nuestro deber como medio de comunicación es extraernos y no entrar a esa retahíla de las barras bravas en la política, que solamente quieren moverse en el terreno de las emociones y de lo estomacal.
De manera que consideramos nosotros que la mayor virtud y lo procedente es entender y llamar a la reflexión a la sociedad entera, para que se pregunten: ¿por qué ese tipo de fenómenos ocurren?, ¿por qué las consecuencias que hoy lamentan se producen?, ¿cuáles son sus orígenes y la causa raíz?, ¿qué es lo que motivo a que hoy personas ostenten un cargo de alcalde, gobernador o presidente y tengan tan alta desfavorabilidad?
Esto va acompañado del reto implícito y que pareciera natural, pero no lo es, de que no solamente es ganar una elección el primer principal cometido para un cambio y radicar a ese gobernante que se detesta, sino que esa persona que ingresa a este puesto hace una buena gestión y un excelente Gobierno, pues el problema que se quiso solucionar con ese cambio rápido no será sostenible en el tiempo porque así como paso una vez volverá a suceder si se repite la historia.
Sin importar el estrato, la ideología, raza, locación, una de las grandes oportunidades de mejora que tiene la ciudadanía colombiana es votar bien, algo tan simple, pero a la vez tan difícil de llevar a cabo. Las personas no leen un plan de Gobierno, una hoja de vida; no la analizan, no levantan la carpeta para mirar coherencia; sino que el voto es para estar contra de, el de descarte, es lo que mueve esta ajuga.
Colombia estará condenada a repetir continuamente sus fracasos políticos, sino cambia ese patrón de conducta con el cual vota, de analizar las razones por las cuales estas personas llegan al poder y solamente quedarse con las consecuencias.
A manera de conclusión, es claro que quienes lleguen al poder no lo hacen a través de un milagro, lo realizan en un proceso, motivaciones, razones y son respuesta de un cumulo de preguntas, dudas e incertidumbres.
Sea la oportunidad para decir que sino no nos concentramos en escoger gobernantes presentables, inteligentes, desapegados de la vanidad y los egos, difícilmente podremos tener mejoras en nuestros modelos de gobernanza.
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