Es absolutamente impopular escribir estas líneas, y sobre todo por estos días en Colombia cuando la gente más que nunca quiere escuchar algo que no es real, por lo que quiero dejar plasmada una posición que seguramente en el futuro me dará la razón.
Por: Andrés Gaviria Cano
Cuando la vida, la sociedad, los países, o en general cualquier situación se torna complicada o un poco azarosa con bucles dónde a veces no se encuentra salida y entramos en una dimensión de problemas que aparecen de la nada, realmente existe una gran raíz, siendo un problema estructural por no haberse atendido antes, convirtiéndose en una bola de nieve incontenible.
Tenemos personas sensibles, reactivas, irracionales, pasionales, sectarias y desde luego, inconformes, y a veces es bueno que esto pase, no se puede negar. En algún momento todo tiene que empeorar para poder mejorar, pero cuando esto sucede deberíamos tomar las leyes básicas de la vida, que están ahí sin que nadie se las adjudique y que no pretenden ser cuestionadas, porque funcionan y simplemente hacen parte de la naturaleza de una sociedad que a través de los años ha tenido éxito, fracasos, errores, aciertos y toda clase de sucesos que hacen parte de ella.
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Una de las reglas elementales de la vida económica es que no existe el empleo sin empresa, porque primero es el 1 que el 2, y en esta ocasión, el orden de los productos altera el resultado.
El Estado no puede ser el mayor empleador de un país, y no puede aspirar a serlo por un tema de sostenibilidad, salud pública y responsabilidad. El Estado no puede ser un monstruo gigante que está para solucionarle la vida a todas las personas, haciendo un colchón infinito que en algún momento se rompe, ya lo hemos visto en otros países. Está comprobado que las naciones exitosas no tienen estados gigantescos, asistencialistas, que protegen, cubren y apoyan a todo el mundo, y son los mayores empleadores los que no te cobran subsidio y los que supuestamente te dan empleo y educación, eso es igualar a todos en la pobreza y no crear riqueza, ya que les quitan a unos para aparentemente entregarle a todos, pero lo cierto es que se iguala a todos en el mismo lugar.
El empleo sano, digno, consciente y creciente, se origina en el primer punto, es decir, las empresas, muchas de las cuales vienen de capital privado, inversión, de un esfuerzo autónomo de una o varias personas, grupos o fondos de inversión, entre otros, y son las empresas las que se dedican a encontrar oportunidades en sectores de la economía dónde invertir para generar valor.
Uno de los principales errores de muchos inconformes en la actualidad es que creen que las empresas son multimillonarias, malas, opresoras y que solo buscan enriquecer a sus dueños, cuando realmente una empresa en su ADN siempre quiere crecer, consolidarse, ganar más clientes, contratar más personas, pagar mejor y, sobre todo, expandirse. Ese es el propósito de todo empresario. Nadie crea una empresa para hacerse rico de un día para otro porque es imposible – a no ser que se transite por la ilegalidad – se trata de un esfuerzo diario, una lucha continua con diversos altibajos.
Falla la perspectiva cuando un Estado no genera un atractivo para los inversionistas y la gente por ignorancia supone que con tener 50 o 100 empresas «grandes» se está en un país neoliberal, simplemente son quienes no han salido de las cuatro montañas que es Colombia.
Hay un refrán que dice, «por cada 100 metros en Estados Unidos hay en empresa» y en Colombia hay una tienda o un billar, son pocas las empresas grandes que hay y están concentradas en dos o tres ciudades, dejando a la deriva a 29 o 30 departamentos que se sostienen y jalonan su economía de las pequeñas y medianas empresas.
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El Gobierno, con una decisión supuestamente loable, admirable, de equidad y solidaridad, anunció que pagará el próximo semestre para estudiantes de pregrado, técnicas y tecnologías en estratos 1, 2 y 3. Esto es un error gravísimo porque es increíble que a estas alturas sigan entregando subsidios, ayudas y beneficios a partir de un estrato, cuando no refleja fielmente la realidad de las personas. Hay quienes tienen más recursos en el estrato 3, que los que están en estrato 4, y jóvenes de este último sector no puede acceder a ese beneficio – quizá con mayor necesidad – porque no vive en un barrio de menor estratificación.
Lo que hará el Gobierno es fomentar que muchos jóvenes tengan un título de pregrado, algo que estaba haciendo el mercado privado, pues la cantidad de universidades e institutos a lo largo y ancho del país es abrumador. Desde las denominadas universidades de garaje, hasta las universidades gratis, y las universidades en medio de la pandemia han tenido que replantear sus costos, procesos de admisión, forma de enseñar, manera de calificar y estrategias para invitar a las personas a unirse a sus claustros. Es una necesidad que el mercado estaba supliendo.
Antes de esto el título de pregrado valía lo mismo que uno de bachiller y después de avanzar en este programa – que quedará perpetuo – pues quien diga que esto será temporal es un sofisma de distracción, tendremos más propuestas exigiendo que se extienda y el Gobierno lo hará.
Tendremos títulos de pregrado que podría equivaler a un título de preescolar, por ejemplo. Luego, llegarán las protestas porque no hay empleo. Tendremos una larga fila de jóvenes con título, pero sin empleo. No hay suficiente número de empresas en Colombia. No hay quien invierta en Colombia, ya que muchas de las empresas están saliendo del país por la actual situación.
El gran logro, que ya pasa en Colombia, es que muchas personas están sobre perfiladas, incluso con maestría, para cargos donde no los reciben porque no tienen con qué pagarles. Sin embargo, los jóvenes continuarán pidiendo maestría gratis, especialización gratis, doctorado sin costo, hasta que todos los colombianos estén llenos de diplomas y sin empleo, eso es lo que pasará si no cambian el rumbo o la dinámica.
mi intención no es hacer predicciones como Nostradamus, pero estoy tratando de poner en contexto una lógica que funciona en todos los países, siendo una ley natural: a más empresas, más empleo. Además, creyendo que en pandemia las cosas han cambiado, el Estado ha reflexionado y las personas han mejorado, vemos que las verdaderas grandes empresas del mundo, como Amazon, Google, Tesla u otra cantidad de firmas millonarias, no contratarán por títulos universitarios, pero en Colombia queremos seguir graduando comunicadores, abogados y administradores.
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Esto no tiene cómo salir bien y es triste porque tampoco se avanza en una real política de bilingüismo que, si en algo tiene que invertir el país, es en el inglés, que debería ser la segunda lengua de Colombia, porque lo exige el mundo y lo piden las empresas.
No podemos seguir con pésimo nivel de inglés, como el de los auxiliares de vuelo. Si tenemos personas con diplomas que no hablan inglés, no saben de software, tecnología, programación, innovación, desarrollo tecnológico y menos manejar mínimamente un Excel, tendremos personas con cartones colgados en la pared, pero sin un empleo, mientras que Colombia sigue yendo en contra de la coherencia y la consecuencia del mundo.