El ingreso de Miguel Uribe Londoño al proceso de selección del candidato presidencial del Centro Democrático no fue un simple trámite. Detrás de la decisión anunciada por el partido este 22 de agosto, hubo intensas negociaciones internas que reflejan las tensiones entre los distintos sectores de la colectividad.
Uno de los principales actores en esas discusiones fue el sector que respalda a la senadora María Fernanda Cabal, que inicialmente se mostró reacio a la idea de sumar un quinto precandidato. Cabal fue, de hecho, la voz más firme en advertir que no debían abrirse más cupos tras los rumores de que Juan Carlos Pinzón podría entrar a la contienda, postura que incomodó al expresidente Álvaro Uribe.
La resistencia de ese sector terminó traduciéndose en una concesión clave: aplazar la encuesta con la que se definirá el candidato único del partido. Mientras Uribe había planteado que en septiembre debía estar definido el nombre para llegar con mayor fuerza a la consulta interpartidista de marzo, el comunicado oficial establece que la medición se hará entre diciembre de 2025 y enero de 2026.
Ese cambio de fechas fue leído como una victoria política para el uribismo más cercano a Cabal. Según cálculos internos, una encuesta inmediata habría favorecido a Miguel Uribe Londoño, cuyo nombre ha tenido gran visibilidad en la opinión pública tras el magnicidio de su hijo Miguel Uribe Turbay, ocurrido en junio.
Miguel Uribe Londoño entra en la baraja del Centro Democrático tras tensas negociaciones internas
El aplazamiento, entonces, le da margen de maniobra a los demás precandidatos, y le resta velocidad a un aspirante que llega con un alto nivel de recordación. Al mismo tiempo, cambia de manera significativa el panorama de la contienda interna: mientras un sector presiona para que la decisión final se someta a la consulta de marzo, Álvaro Uribe ha insistido en que el partido debe llegar a esa fecha con un candidato único y sólido.
Por ahora, lo único claro es que el nombre de Miguel Uribe Londoño ya está en la baraja, y que su presencia promete reconfigurar el ajedrez político dentro del Centro Democrático.
Pero no fue la única tensión. También se abrió un pulso con los demás precandidatos por la manera como se definieron las reglas en la FORI (Foro de Opinión Interna). La principal molestia es que, al entrar en el proceso de selección presidencial, los aspirantes quedan inhabilitados para aspirar a las listas al Congreso. En la práctica, esto les cierra la puerta a quienes, bajo una lógica ya conocida en el partido, se inscribían a la presidencial para garantizar un puesto privilegiado en el Legislativo.
Esa práctica, que se ha repetido en anteriores procesos y ha dejado al partido al borde de la implosión al momento de definir las listas, fue limitada esta vez. La medida, aunque saludable en términos de disciplina interna, resulta perjudicial para quienes tenían la expectativa de asegurar una curul o un buen renglón en la lista.
Esa decisión afecta directamente a los cinco precandidatos en contienda: Paloma Valencia, María Fernanda Cabal, Miguel Uribe Londoño, Paola Holguin y Andrés Guerra, quienes no podrán ir a engrosar las listas del Congreso si siguen en la competencia presidencial. Una medida que, aunque busca ordenar el proceso, resulta especialmente dura para quienes veían en la precandidatura un trampolín hacia el Legislativo.
En medio de estas negociaciones, lo cierto es que la entrada de Miguel Uribe Londoño reconfigura la baraja y obliga a todos los sectores a medir fuerzas bajo nuevas reglas de juego.
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