El Estado colombiano ha sido generoso en numerosas ocasiones con quienes se han alzado en armas y han atentado no solamente contra la democracia, la Constitución, el Estado y el gobierno de turno, sino también contra niños, mujeres y hombres sin importar su edad, color, lugar de nacimiento o de residencia. Incluso han llegado a afectar a los animales. Colombia ha estado sumergida en un valle de sangre, secuestros, torturas, extorsión, sicariato, narcotráfico y todas las actividades ilegales y terroristas que se puedan configurar dentro del Código Penal, cada una de ellas ha sido violada.
En uno de esos tantos intentos de generosidad y de firmar la paz, en el más reciente acuerdo firmado en el Teatro Colón por el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC EP, en cabeza de alias Timochenko, estuvieron presentes Iván Márquez y otros criminales que hoy afortunadamente ya no están más en este plano, como el carnicero criminal del Paisa, Romaña y Jesús Santrich. Aun así, estos decidieron volver a darle la espalda a Colombia, traicionar la voluntad de paz y continuar con el narcotráfico, secuestros, asesinatos, torturas y robos.
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Ahora, el gobierno de Gustavo Petro ha sido incapaz de reconocer el fracaso estruendoso de la política de paz total. Todos los días están metiendo bombas en el Jamundí, Valle del Cauca, a cinco minutos de la ciudad de Cali, la cuarta ciudad del país, donde próximamente se celebrará la COP. El departamento del Cauca está totalmente sitiado por los criminales de Iván Mordisco, la frontera con Venezuela es un polvorín y en las ciudades principales todas las figuras de criminalidad como la extorsión, el fleteo y el sicariato van en aumento.
Sin embargo, el gobierno no reconoce esto y sigue insistiendo en una política similar a la de Manuel Andrés López Obrador, presidente de México, la política de abrazos y no balazos. Nos volvemos a sentar como Estado colombiano con esta caterva de criminales para volver a decirles que esta vez sí, por favor, hagan caso, no sean desobedientes, no sean tan cabezudos y firmemos un acuerdo de paz. En el caso de Iván Márquez, es el tercer acuerdo que firma.
Colombia está enfrentando escenarios de carros bomba, motos bomba y criminalidad muy similar a la de los años 80 y 90. Nosotros consideramos que es gravísimo lo que está sucediendo en Colombia en este momento con esta nueva negociación, particularmente porque lo que está haciendo el país es volver a caer en el juego de los criminales. Estos van a aprovechar su estadía en Venezuela, donde el dictador Nicolás Maduro les ha permitido operar a sus anchas y donde reconstruyó el brazo y en parte la vista a Iván Márquez, quien fue herido en un combate y dado por muerto.
Van a aprovechar para fortalecerse militarmente, continuar con el narcotráfico desde Venezuela, seguir con sus nexos con México y con el Cartel de los Soles. Ya son los dueños de ese lado del país, mientras que por el otro lado está Mordisco y el ELN. ¿Quiénes resultan afectados por todo esto? Los colombianos de bien, los trabajadores honrados y legales.
Acá no hay que pedirle perdón a ningún criminal por perseguirlo. Lo que debería hacer el Estado colombiano en este momento, ahora más que nunca, es hacer que se cumpla el imperio de la ley.
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