Petro y su 50 % final

El tiempo en la política pasa mucho más rápido de lo que quisieran los gobernantes, y en el caso colombiano, se convierte en mucho menos tiempo del periodo oficial debido a disparates políticos.

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El periodo de los gobernantes, sean alcaldes, gobernadores o presidentes, no es totalmente exacto al periodo para el cual son elegidos. Aunque su nombre puede estar en el despacho desde el día 1 hasta el día final de los cuatro años, recibir un gobierno, presentar planes de desarrollo, lograr engranar y hacer compacto un buen equipo y empezar a despegar se ven afectadas por periodos vacacionales extensos, leyes de garantías, empalmes y cambios de gobernantes tanto nacionales como regionales. Esto hace que la ejecución y el desempeño se vean menguados por esas externalidades.

Para el presidente Gustavo Petro, quien planteaba una poderosa agenda de cambio con una visión radicalmente distinta a la de sus antecesores, era necesario implementar desde un principio los pilares de ese gobierno que soñaba y que prometió a sus electores. Honrar esas promesas a través de un plan de desarrollo aprobado por el Congreso era fundamental.

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El presidente Petro logró que el Congreso apoyara una reforma tributaria que, aunque muy cuestionada y con artículos que se anticiparon como inconstitucionales, fue aprobada. Sin embargo, con el tiempo, esta reforma se tornó insuficiente debido a la terquedad de no atender los requerimientos durante su trámite y debate, lo que hoy tiene a la Administración Nacional en serios problemas de desfinanciamiento para 2024 y 2025.

El primer logro del gobierno se ha convertido en un talón de Aquiles. Además, su otra gran reforma, la de la salud, fue hundida en la legislatura anterior y tendrá que ser presentada nuevamente en un periodo considerado más favorable para los congresistas que para el Poder Ejecutivo. La reforma pensional, a pesar de los vicios con que fue tramitada, fue un éxito del gobierno, aunque podría recibir modulaciones por parte de la Corte e incluso ser declarada inexequible.

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El gobierno no logró llevar al Congreso a miembros lo suficientemente preparados para sacar adelante la reforma legislativa de manera eficaz y exitosa. La precariedad del discurso, la inocencia y la candidez tendrán que ser superadas en estos dos años para impulsar de nuevo las reformas laborales y de salud. Ahora se habla de otra reforma tributaria y una reforma agraria.

El gobierno podría sacar adelante una de esas reformas si logra consensos y cambia su manera de relacionamiento con el Congreso, con un nuevo ministro del Interior. Sin embargo, con una economía débil y un descontento nacional en distintos sectores, ese reto político se hace más complejo. Entonces, ¿qué debería tener en su mesa el presidente Petro en este 50 por ciento restante de su periodo para mejorar sus números de apoyo popular y avanzar en sus reformas, y quizás darle al país un clima de reconciliación, unidad y trabajo conjunto?

En primer lugar, el orden nacional y la seguridad de las ciudades y regiones deben ser una prioridad. Hasta el momento, los procesos de paz han sido un fracaso, y regiones como el Valle del Cauca y el Cauca están siendo azotadas por grupos terroristas. No se trata de cerrar los canales de diálogos, sino de tener conversaciones rígidas que respeten la ley y la autoridad, y que aclaren que no habrá impunidad para los terroristas.

En segundo lugar, la economía preocupa mucho no solo a inversionistas, empresarios y mercados, sino también a los ciudadanos. La economía necesita mensajes de confianza y certidumbre, políticas claras para la inversión y un sistema tributario confiable y equilibrado. Mejorar las condiciones económicas en los territorios está ligado a la seguridad y estabilidad del país y la región.

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Por último, el presidente Petro debería considerar acabar con iniciativas como la de Isabel Zuleta, que promueve una reelección que no es posible según la Constitución vigente. El presidente haría bien en comunicar al país si tiene deseos de reelegirse o no, y aclarar que su periodo terminará el 7 de agosto de 2026. Tres simples pasos que el Presidente debería analizar para mejorar el clima social, económico y político del país.

Posdata si el Gobierno quiere seguir priorizando su inversión en las personas menos favorecidas para sacarlas de la pobreza extrema y de la pobreza, no hay mejores herramientas que el fomento de la empresa privada, la búsqueda de una baja tributación para las compañías, generar condiciones de empleo dignas, fomentar la vinculación de empleados y garantizar la seguridad en los territorios.

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