Por más polémico que pueda ser el título de este editorial, desde esta tribuna siempre nos ha gustado ser francos, directos y, sobre todo, muy concretos con lo que consideramos que debemos comunicar. Particularmente viendo lo visto, no solamente en el desempeño de Colombia como país en las Olimpiadas de París, sino yendo más allá, viendo lo que hay detrás en esos tres años y medio en los que a nadie le importan los deportistas, en los que nadie se preocupa por los deportistas, en los que nadie sabe quiénes son los deportistas.
Nos vamos allá para decir: Miren, la burocracia y el clientelismo que mucho se advirtió que solo iban a ser el resultado de la creación de un Ministerio del Deporte no dan medallas por sí solos, quizá medallas en politiquería y medallas en derroche. Y seguramente para casos de corrupción, como los que se conocieron al inicio de la gestión de María Isabel Urrutia como ministra del Deporte, en donde presuntamente está involucrada esta señora ex medallista olímpica, en donde ojalá la justicia actúe. El país sepa que la mayoría de los recursos que se destinan a esas entidades burocráticas terminan pagando esquemas de seguridad, viceministerios, cargos a políticos quemados, contratos a los amigos de los políticos, y muy poco, por no decir que nada, se destina a quienes tienen que recibir los recursos, que son los deportistas.
Y ahora que hay políticos tan austeros y buscando eficiencia en el gasto y vendiendo todo lo que tienen bajo su poder, no está de más que a nivel regional también se recorten algunas entidades y secretarías que supuestamente están destinadas a promover el deporte, pero hoy no son más que organizadores de eventos de ciclovías, poner inflables y atender a la tercera edad con clases de aeróbicos en la mañana de los días semanales.
Solamente algunas empresas privadas han apostado con convicción y decididamente a deportistas colombianos, pero, oh sorpresa, como las empresas colombianas no están en buenos momentos por cuenta de la coyuntura económica y de la difícil situación que el país tiene en esta materia desde el año 2022, pues muchas empresas han tenido que recortar y otras anular definitivamente el apoyo a esos deportistas.
Sea esta una alerta no solamente necesaria, sino una reflexión que queremos lanzar para que las personas, primero, no compren el discurso de politiqueros oportunistas que salen a querer colgarse las medallas de los deportistas que, honradamente y con mucho esfuerzo, con el apoyo de sus familias, amigos y, a veces, incluso desconocidos, pueden entrenarse, pagar a sus entrenadores, pagar sus indumentarias y asistir a unos olímpicos. No puede ser, no puede seguir pasando que el deporte se mercantilice como un instrumento político y mucho menos como excusa para gastar dinero público en burocracia que no tiene ningún beneficio para los deportistas de este país. Es necesario que el presidente Petro, que él mismo lo reconoció, acabe con el Ministerio del Deporte. Sería lo mejor que puede hacer.
Sería necesario también cuestionar la creación del Ministerio de Ciencia, creado en el gobierno de Iván Duque, que se consideró. Y todavía pasa a nivel regional que algunos gobernantes y algunas personas creen que si crean un ministerio o una secretaría con el nombre de la necesidad, pues ya con eso está resuelto el problema. No se puede ser más cortoplacista, mediocre y obtuso con este tipo de soluciones.
Ojalá que los gobiernos responsables, honestos, serios y con verdadera intención de apoyar a los deportistas no necesiten montar gigantes elefantes blancos de la politiquería para apoyar a pequeños adolescentes y jóvenes en su carrera deportiva. No hay que inventar nada, está escrito el camino, la ruta está labrada. Estados Unidos es quizás el mejor ejemplo de ello, de cómo invertir, en dónde invertir y los procesos que se hacen para que los jóvenes salgan adelante, no solamente a través de becas sino de acompañamiento permanente y que puedan triunfar en eventos deportivos tanto de talla regional como de talla nacional.