El presidente Gustavo Petro ha sumado un nuevo revés político con la negativa del Senado a darle luz verde a la Consulta Popular propuesta por su gobierno. Esta herramienta buscaba respaldar socialmente las reformas estructurales, especialmente la laboral, ante el estancamiento en el Congreso.
Sin embargo, la mayoría legislativa le cerró el camino a ese mecanismo, obligando al Ejecutivo a replantear su estrategia en las semanas que restan del actual año legislativo.
La Consulta Popular de Petro fue rechazada: el Congreso limita su margen político y la reforma laboral queda como única apuesta

El contexto del fracaso no es menor. Horas antes de la votación sobre la Consulta Popular, el Congreso abordó una apelación impulsada por el gobierno para revivir el debate de la reforma laboral en el Senado.
Esta apelación, a diferencia de la consulta, sí fue aprobada, lo cual significa que el proyecto laboral —base sustantiva de las preguntas que se pretendían incluir en la consulta— tendrá una nueva oportunidad para discutirse.
Sin embargo, el reloj juega en contra: el periodo legislativo concluye el 20 de junio de 2025, y quedan poco más de cinco semanas para lograr que la iniciativa supere su primera discusión.
El escenario legislativo tras la caída de la consulta: La Consulta Popular pretendía convertirse en un salvavidas para las reformas sociales del gobierno Petro, especialmente en temas sensibles como la salud, las pensiones y el trabajo. Ante la reiterada negativa del Congreso a tramitar estos proyectos —o la dilación en las discusiones—, la consulta se presentaba como una vía directa para que la ciudadanía decidiera sobre estos temas.
No obstante, la propuesta fue rechazada por el Senado, argumentando tanto vicios de forma como el uso inadecuado de mecanismos de participación ciudadana para sortear bloqueos legislativos.
Este fracaso no solo representa un golpe político para el presidente Petro, sino que también limita de manera significativa el margen de maniobra del gobierno en lo que resta del año legislativo.
Al quedar sin la consulta, el Ejecutivo deberá apostar todo al trámite regular de las reformas en el Congreso, un escenario que hasta ahora ha estado marcado por la fragmentación de alianzas, la falta de mayorías estables y el desgaste del discurso reformista frente a una oposición cada vez más cohesionada.
Reforma laboral: única vía abierta, pero con tiempos en contra: El único triunfo parcial del gobierno en esta jornada fue la aprobación de la apelación que revivió el trámite de la reforma laboral. Este proyecto, que había sido archivado hace meses, podrá ser discutido nuevamente en la Comisión Séptima del Senado.
Pero esa discusión depende de una condición clave: la conformación de la nueva mesa directiva de la comisión.
En este momento, las fichas políticas dentro de esa célula legislativa aún están en movimiento. Varios sectores ya expresaron que, aunque se abrirá el debate, no existe garantía alguna de que se apruebe la iniciativa del gobierno, mucho menos en los términos originales.
Incluso si la comisión logra instalarse y debatir en tiempo récord, el trámite legislativo completo, que implica una primera y segunda vuelta en ambas cámaras, luce poco probable que culmine antes del 20 de junio.
La ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, ya ha manifestado su preocupación por los plazos y ha instado al Congreso a actuar con celeridad.
El gobierno aún espera que la presión ciudadana y el desgaste político de los congresistas que se oponen a la reforma puedan generar un cambio en la correlación de fuerzas. Sin embargo, el ambiente en el Capitolio es de cautela y prudencia frente a los proyectos del Ejecutivo.
¿Y ahora qué?
Con la puerta de la Consulta Popular cerrada y una única vía legislativa estrecha para tramitar la reforma laboral, el gobierno de Petro se enfrenta a un momento de decisiones estratégicas.
Algunas de las opciones sobre la mesa incluyen insistir con mensajes al país apelando al respaldo ciudadano, acelerar negociaciones con bancadas independientes o incluso modificar sustancialmente el contenido de la reforma para obtener concesiones mínimas.
No obstante, la pérdida de una herramienta como la consulta —que pudo haber sido útil no solo para reforzar la narrativa política del gobierno, sino para presionar al Congreso— deja al Ejecutivo en una posición vulnerable.
Petro ha construido su proyecto de gobierno sobre la idea de transformaciones profundas y una confrontación directa con lo que llama «el bloque de poder tradicional». El rechazo a la consulta puede ser interpretado como un límite institucional claro a esa visión.
Además, el tiempo que resta antes del cierre legislativo impone una urgencia que el gobierno nunca había enfrentado con tanta intensidad.
De fracasar también el trámite de la reforma laboral, el presidente se vería en la necesidad de admitir que, al menos durante este periodo legislativo, su agenda de reformas estructurales se encuentra en punto muerto.
Por qué es importante: El rechazo a la Consulta Popular representa un punto de inflexión para la administración de Petro. No solo limita sus herramientas institucionales, sino que también debilita su narrativa de transformación social vía participación directa.
La imposibilidad de avanzar con una estrategia alternativa pone en duda la viabilidad política de su proyecto.
Contexto: Desde su posesión, Petro ha impulsado reformas en salud, pensiones y trabajo. De las tres, la laboral ha sido una de las más polémicas por su impacto sobre las relaciones empresa-trabajador.
La falta de consenso ha llevado al Congreso a archivar o dilatar estos proyectos, lo que provocó que el gobierno apelara a mecanismos de participación como la consulta.
Panorama general: A menos de año y medio del final del mandato, Gustavo Petro se enfrenta a uno de los mayores retos de su administración: lograr que al menos una de sus reformas clave sea aprobada antes del fin del periodo legislativo.
Sin la consulta popular y con un Congreso reacio a darle su apoyo, el gobierno tendrá que repensar su estrategia o arriesgarse a cerrar su gestión sin los cambios estructurales prometidos durante su campaña.
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